ya trabaja en una IA generadora de música

Posteriormente de revolucionar la gestación de vídeo con Sora, OpenAI prepara su sucesivo gran movimiento: la creación de una IA capaz de crear música. Según revelan hoy varios medios estadounidenses, la empresa de Sam Altman está desarrollando un maniquí de IA que puede producir composiciones musicales a partir de indicaciones de texto o de otro audio, lo que la colocaría en competencia directa con startups especializadas como Suno o Udio.

Del texto al sonido: la nueva frontera creativa de OpenAI

El plan, aún en período positivo, apunta a un objetivo claro: permitir que cualquier beneficiario pueda describir con palabras una idea musical y obtener una pista sonora completa. De acuerdo con lo publicado, OpenAI está colaborando con estudiantes del prestigioso conservatorio Juilliard, quienes ayudan a anotar partituras y preparar material que sirva como saco de entrenamiento para el maniquí.

El sistema podría, por ejemplo, crear un extras de guitarra para una voz humana, o incluso crear bandas sonoras para vídeos y anuncios de forma cibernética. No se proxenetismo solo de producir melodías al azar, sino de conseguir coherencia musical, instrumentación realista y estilos reconocibles.

Un regreso a sus raíces musicales

Aunque este nuevo enfoque pueda parecer inédito, OpenAI ya tiene historia en la gestación musical. En 2020 presentó Jukebox, un maniquí capaz de crear canciones con voces sintéticas en el estilo de artistas reales.

Sin requisa, aquella tecnología se quedó en el ámbito de lo meramente positivo: compleja, costosa y sin aplicación comercial inmediata. Ahora, con el impulso de Sora y los avances en modelos multimodales, la empresa parece repertorio para retomar ese objetivo.

Ahora, lo que comenzó como un cuestionario con Jukebox, apunta a convertirse en un producto con potencial comercial masivo. Si la historia fresco sirve de breviario, es probable que el maniquí vea la luz pública en 2026, integrado internamente del ecosistema ChatGPT o bajo una nueva marca musical.

El interés no es casual. La música, como el vídeo o la imagen, representa una dimensión crucial para la inteligencia químico creativa. Controlar la gestación sonora permitiría a OpenAI cerrar el círculo de la creación audiovisual automatizada.

Competencia feroz y dudas legales

Este nuevo plan coloca a OpenAI frente a startups emergentes como Suno y Udio, que desde 2024 vienen captando la atención del conocido con sus IAs capaces de producir canciones completas a partir de 'prompts' de texto. Pero, a diferencia de sus rivales, OpenAI cuenta con una superioridad estratégica: su ecosistema integrado.

Una IA musical podría conectarse con ChatGPT para escribir literatura, con Sora para crear videoclips, y con DALL·E para diseñar portadas o campañas. Este entorno creativo unificado podría redefinir cómo se conciben y producen los contenidos musicales y audiovisuales.

Suno, en particular, es actualmente la narración en el campo de la IA musical, pero todavía en el foco de controversias legales: varias discográficas la demandaron por presunta violación de derechos de autor, al sospechar que su maniquí se entrenó con obras protegidas.

Esa disputa podría anticipar los dilemas que enfrentará OpenAI. Aunque Sam Altman ha obligado públicamente que los creadores deberían participar en los beneficios generados por la IA, todavía no existe un mecanismo claro que lo garantice.

Las preguntas sobre de dónde provienen los datos de entrenamiento y cómo se compensará a los artistas siguen abiertas, y el precedente de Sora —ya acusada de usar material audiovisual sin consentimiento— añade más presión ética y lícito a la compañía.

La música generativa, ¿una amenaza?

El avance de la IA en la música genera entusiasmo y temor a partes iguales. Por un flanco, promete democratizar la producción sonora, permitiendo que cualquier persona pueda crear música sin conocimientos técnicos ni equipos costosos.

Por otro, el peligro de saturar las plataformas con contenido generado automáticamente ya se deja apreciar: Spotify y Deezer han ducho que una parte creciente de los temas subidos a diario proviene de IA, lo que obliga a las plataformas a desarrollar filtros y políticas para sustentar la calidad y la autenticidad.

Casos como el de The Velvet Sundown, una 'pandilla' falsa creada por IA que llegó a colarse en playlists oficiales antiguamente de ser desenmascarada, muestran que la frontera entre lo humano y lo sintético se vuelve cada vez más difusa.

Imagen | Marcos Merino mediante IA

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