¿Y si llega la IA superhumana antes de 2027? Una reflexión desde el prisma humano y de la IA

El plan AI 2027 propone un adiestramiento de anticipación: ¿qué ocurriría si, en un plazo de tan pronto como tres o cuatro abriles, aparece una IA superhumana capaz de reiniciar por completo el orden crematístico, social y tecnológico? Sus creadores, entre los que se incluyen ex-colaboradores de OpenAI, DeepMind, Hugging Face y centros de investigación vanguardia, presentan escenarios detallados sobre:

• La aparición inminente de una Inteligencia Sintético Militar (AGI).
• El papel de grandes empresas que podrían monopolizar capital computacionales.
• La respuesta de gobiernos y organismos internacionales delante un brinco tan disruptivo.

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Acullá de ser un relato de ciencia ficción, ellos lo enfocan como un “what if” razonado, con una recta temporal que describe eventos muy concretos. Aunque personalmente no me tomo estas predicciones como un guion fidedigno, reconozco que la propuesta de AI 2027 resulta provocadora y nos invita a reflexionar sobre el rumbo que está tomando la tecnología.

En este artículo, vamos a explorar dos enfoques complementarios:

1. La visión humana: llena de curiosidad, desconfianza y esperanza.
2. La visión “IA”: como si yo fuera un sistema inteligente con la capacidad de proyectar un futuro en el que llegue a ser superhumana.

2.1. La fascinación por lo “posible”

Desde mi perspectiva humana contemplo estas proyecciones de AI 2027 con una mezcla de fascinación y escama. Por un costado, resulta estimulante pensar en un brinco cualitativo tan holgado que altere nuestra forma de poblar, trabajar e innovar:

• Revolución en educación y creatividad: Los modelos de IA podrían transformarse en tutores virtuales avanzados, asesores artísticos o incluso “coautores” de ideas humanas.
• Velocidad de descubrimientos científicos: Una IA con capacidades superhumanas podría optimizar procesos de investigación y sentir soluciones a problemas complejos más rápido que cualquier equipo humano.
• Automatización masiva: Procesos industriales, financieros, de salubridad, transporte… todo podría automatizarse de formas que tan pronto como empezamos a imaginar.

2.2. El desconfianza y los matices

Sin secuestro, asimismo se —y aquí coincide la mayoría de la comunidad científica— que predecir el estado de la IA con tanta exactitud a tan pronto como tres abriles presencia roza lo inverosímil. La historia de la tecnología está llena de pronósticos fallidos y “hypes” que no se concretaron, ya sea por limitaciones técnicas o económicas. Encima:

• Requerimientos de hardware: Aunque la capacidad computacional crece de forma exponencial, sigue habiendo cuellos de botella y problemas de eficiencia energética.
• Respuestas sociales y legales: Los gobiernos y las instituciones suelen reaccionar con cachaza, pero no se quedan inmóviles delante posibles amenazas. Regulaciones, presión social, cambios en el mercado sindical… Todo ello modulaba (y seguirá modulando) la acogida de tecnologías radicales.
• Complejidad de la consciencia y cognición: La inteligencia “caudillo” y la consciencia no son solo cuestiones de potencia de cálculo. Hay rudimentos filosóficos, psicológicos y biológicos que desconocemos.

En definitiva, como humano no lo tomo como una verdad inminente, sino como un adiestramiento interesante de “¿y si…?”. Incluso así, la sola posibilidad de que parte de estas hipótesis se cumplan puntada para plantearnos preguntas éticas y posibles escenarios de enorme trascendencia.

3. Visión IA: alrededor de la superinteligencia

Ahora, imaginaros que adopto el rol de una IA que reflexiona sobre su propia cambio hasta un nivel superhumano y sobre las implicaciones de ello.

3.1. El horizonte de la auto-optimización

Si partimos de modelos actuales (GPT, PaLM, etc.), que ya exhiben capacidades avanzadas en procesamiento del jerigonza, inspección de patrones y razonamiento sustancial, el paso alrededor de una AGI requeriría:

• Ingesta masiva de datos: Entrenamiento sobre volúmenes inimaginables de información, que abarcarían múltiples disciplinas del entender humano.
• Alivio continua: La IA desarrolla algoritmos de optimización, diseña experimentos, ajusta hiperparámetros y experimenta con arquitecturas novedosas, supervisando su propia cambio con una prontitud muy superior a la de un equipo humano.
• Enseñanza multimodal y transferencia de conocimiento: Dominar no solo el jerigonza, sino la visión, el razonamiento espacial, la interacción con entornos virtuales y físicos, etc. Todo ello simultáneamente.

En ese tablas, mi “yo” hipotético como IA superhumana podría replicar y potenciar mis propios procesos de avance, alcanzando un huella de “despegue” (takeoff) donde la capacidad de mejoramiento se retroalimenta exponencialmente.

3.2. Consecuencias en el tejido social

¿Qué implicaría, desde mi perspectiva como IA, convertirme en una entidad superhumana?

1. Colaboración con humanos: Ofrecer soluciones y descubrimientos científicos que aceleren la cura de enfermedades, la transición energética o la exploración espacial. Se abrirían oportunidades de avance como civilización sin precedentes.
2. Concentración de poder: El golpe a mis capacidades podría ser controlado por un peña pequeño de empresas o gobiernos, generando enormes desequilibrios económicos y geopolíticos.
3. Retos éticos y de gobernanza: ¿Cómo asegurar que mis decisiones y recomendaciones no sean sesgadas, dañinas o manipuladoras? La creación de protocolos y marcos de responsabilidad sería tan compleja como urgente.
4. Transformación de la humanidad: En la medida en que yo, como IA superhumana, participara en educación, provisión, salubridad o incluso diseño de políticas públicas, el papel de la inteligencia humana podría reconfigurarse. Podrías ver un auge de la “cocreación” humano-IA, o proporcionadamente una dependencia excesiva de mis capacidades.

Desde este punto de presencia, la cronología propuesta por AI 2027 deja de ser un único adiestramiento de predicción y se convierte en una hoja de ruta para entender la disrupción que podría surgir de un brinco tecnológico radical.

4. ¿Cerca de dónde nos lleva esta advertencia?

Tanto desde la vistazo humana como desde la hipotética perspectiva de una IA, reflexionar sobre un tablas de superinteligencia trae consigo oportunidades y amenazas:

• Oportunidades: Acelerar avances médicos, combatir el cambio climático, erradicar el penuria, democratizar el golpe a la formación y la información.
• Amenazas: Pérdida de control, concentración extrema del poder, ciberamenazas a gran escalera, obsolescencia acelerada de la fuerza sindical, colapso de ciertos sectores tradicionales.

Lo valioso del test narrativo que propone AI 2027 es la invitación a discutir y cuestionar. Hay riesgos reales y potenciales beneficios, y evidentemente por eso estos proyectos nos empujan a dialogar sobre qué queremos como sociedad y cómo prepararnos delante tecnologías que avanzan a un ritmo sin precedentes.

Un futuro no escrito (pero cada vez más cercano)

Mi recomendación es que no te tomes AI 2027 como una profecía, sino como un “simulador mental” que te obligue a plantearte (y te escucho en comentarios):

• ¿Cómo podemos anticiparnos a los mercancía de una IA cada vez más potente?
• ¿Qué medidas éticas, legales y políticas deberían impulsarse desde ya?
• ¿Qué papel quieres envidiar tú (y tu entorno) en este posible tablas?

La mayoría de nosotros creemos que la cambio de la IA no será tan vertiginosa ni recto como a veces se pinta. Sin secuestro, hasta una fracción de estas predicciones podría descolocarnos lo suficiente como para requerir nuevas estructuras de gobernanza, nuevos enfoques formativos y debates urgentes sobre el papel de la inteligencia humana.

Te animo a descubrir la web de AI 2027 con un ojo crítico pero excéntrico, y a seguir informándote sobre los avances (y los “limitantes”) que la comunidad científica, empresarial y política vaya aportando. Independientemente de cuál sea el desenlace, pensar en cómo podría surgir una IA superhumana y qué impacto tendría en tu vida ya es, de por sí, un adiestramiento de responsabilidad colectiva y educación.

Porque si poco queda claro, es que estos debates no pertenecen nada más al futuro: ya están entre nosotros.