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En el mundo de la tecnología, no faltan los experimentos curiosos basados en mezclar creatividad y conocimientos técnicos, pero el que os traemos hoy es uno de los más llamativos que hemos conocido en los últimos tiempos (contiguo al de ejecutar videojuegos en el interior de un PDF): consiste en usar poco tan insospechado como un vaper desechable para encajar una página web.
Sí, un dispositivo pensado para 'consumir (vapor) y tirar' acaba convertido en un diminuto servidor consultable desde Internet. ¿Cómo te quedas?
Durante primaveras, los 'vapers' desechables han sido vistos como un problema ambiental: contienen baterías recargables y componentes electrónicos que rara vez se reciclan. El autor del esquema decidió coleccionar algunos de estos aparatos, al principio solo para beneficiarse las baterías.
Sin bloqueo, pronto descubrió que los modelos más recientes ya incluyen microcontroladores (chips diminutos capaces de ejecutar software, como Arduino) dotados de una cierta 'potencia'.
En puesto de ajustarse a extraer piezas, pensó: ¿qué pasaría si se intentara ejecutar un servidor web en uno de estos dispositivos? La idea, que suena absurda a primera tino, se convirtió en un desafío técnico para nuestro protagonista, Bogdan Ionescu.
El protagonista del examen (Imagen de Bogdan Ionescu)
Al aclarar varios modelos, el autor encontró un chip identificado como PUYA C642F15. En pocas palabras, se comercio de un microcontrolador ARM Cortex-M0+ con especificaciones muy modestas: procesador de 24 MHz (mil veces más paulatino que tu móvil), 24 KB de memoria flash y 3 KB de RAM.
Comparado con un ordenador o incluso con un teléfono de hace 20 primaveras, esto es casi ridículo. Sin bloqueo, estas limitaciones son precisamente lo que hace atractivo el examen: ¿se puede convertir un hardware tan simple en un servidor utilitario?
Obviamente, el vaper no tiene Wi-Fi ni cable de red. Así que, para ganar el liza, el primer paso fue disimular una conexión: Ionescu decidió usar un protocolo viejísimo llamado SLIP (Serial Line Internet Protocol), que permitía mandar datos de Internet por un puerto serie, como los módems de los 90.
Con unas cuantas herramientas de software, consiguió que el microchip del dispositivo fuera capaz de "charlar con Internet". Luego añadió un mini servidor HTTP (integrado en la aplicación uIP) que podía contestar a peticiones desde un navegador.
Al principio, el servidor era tan desesperantemente paulatino que hasta hacía maña: los pings tardaban 1,5 segundos y cargar una página podía admitir más de 20 segundos. Básicamente, era como retornar al Internet por teléfono de los primaveras 90.
Pero el problema estaba en la forma en que se procesaban los datos: byte a byte. En cuanto eso se optimizó, el servidor pasó a contestar en 20 milisegundos y podía cargar una página completa en escasamente 160 milisegundos. Todo esto, con menos de la centro de la RAM ocupada y solo un 20% de la memoria flash utilizada.
No vas a aparearse Netflix en un vaper, obviamente: no tiene la potencia para ejecutar aplicaciones pesadas ni para soportar mucho tráfico. Pero sí puede:
En otras palabras, un vaper desechable puede convertirse en una pequeña y sorprendente ventana a Internet.
Aunque el esquema tenga un gracia humorístico —"mi blog funciona en un vaper"— asimismo plantea cuestiones de fondo:
Vía | GitHub
Imagen | Foto de Romain B en Unsplash
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