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En 1996, un verde técnico de TI, al que conocemos nada más por su nombre (Brad), trabajaba para un minorista de alimentos en una gran ciudad de Estados Unidos. Su responsabilidad principal era dirigir los ordenadores de la empresa, una tarea que normalmente implicaba resolver problemas menores y realizar actualizaciones de software. Sin retención, en 1996, se enfrentó a un problema que a punto estuvo de costarle su trabajo.
El minorista estaba en proceso de poner al día su suite de Microsoft Office de la traducción 95/7.0 (que había demostrado ser inestable con hojas de cálculo grandes) a la nueva traducción 97/8.0. Brad, con la responsabilidad de realizar esta aggiornamento en más de cien computadoras, se dedicó a la tarea con diligencia, utilizando los disquetes que Microsoft había proporcionado, pero las cosas no salieron como esperaba.

vía WinWorld
Al completar la instalación, Brad descubrió un error crítico: las hojas de cálculo creadas en un PC con Windows no podían sincerarse correctamente en las computadoras Mac, y al revés. Esta incompatibilidad hacía que los archivos se corrompieran, convirtiéndose en jeroglíficos ilegibles cuando se transferían entre los dos sistemas operativos (y permanecían corrompidas una vez volvían a sincerarse con el sistema diferente).
Esto era un problema catastrófico para Brad.
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Desesperado y frustrado, Brad decidió tomar una medida arriesgada: envió un correo electrónico furioso directamente a Bill Gates, utilizando la dirección [email protected]. En su mensaje, acusó al fundador de Microsoft de utilizar a los usuarios como conejillos de indias para probar su software, describiendo el bug como poco tan evidente que no podía creer que hubiera pasado desapercibido.

Lo que Brad no esperaba era una respuesta, y mucho menos una tan rápida. Al punto que 48 horas luego de destinar su correo, a las 9:00 AM, su teléfono sonó y al otro banda de la recta se encontraba un desarrollador del equipo de Office de Microsoft. Éste pasó una hora charlando con Brad, reconstruyendo el error y analizando cada detalle del problema.
Primaveras más tarde, Brad comentaría que nunca había conocido a algún tan desesperado por entender y solucionar un problema.
Al día sucesivo, un paquete con disquetes de la nueva traducción Microsoft Office 8.01 llegó al escritorio de Brad, adjunto con una carta que aseguraba que el error había sido accidental y corregido en esta nueva traducción. Brad instaló la aggiornamento en los equipos de la empresa y el problema quedó resuelto. Brad había redimido su empleo.
Brad está convencido (aunque nunca pudo confirmarlo) de que su correo llegó a Bill Gates o, al menos, a algún muy cercano a él. El hecho de que una compañía del tamaño de Microsoft respondiera con tanta presteza y eficiencia a un problema reportado por un técnico de soporte de una empresa minorista le sigue sorprendiendo.
Sin retención, Brad incluso lamenta no sobrevenir trabajador la oportunidad para pedir poco más en su segundo correo de agradecimiento. En motivo de ajustarse a expresar su obligación, como terminó haciendo, se arrepiente de no sobrevenir añadido una pregunta que podría sobrevenir cambiado el rumbo de su carrera: "¿Necesitan a algún en su sección de control de calidad?".
Imagen | Marcos Merino mediante IA
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