
ARTDEPARTMENT

En una industria donde los números astronómicos son ya nuestro (su) pan de cada día, de vez en cuando Silicon Valley nos sorprende con algunas noticiero relativas a salarios. Así, la ofrecimiento realizada por Mark Zuckerberg a Andrew Tulloch de un paquete que podría acontecer apurado los 1.500 millones de dólares ha causado conmoción... tanto por lo abultado de la misma como por su rechazo.
En medio de una carrera frenética por ir en cabeza a la competencia y obtener la supremacía en el campo de la IA, en las últimas semanas Meta ha 'tirado de billetera' (de una billetera colosal, cerca de asegurar) para 'fichar' a los mejores talentos del sector, hasta el punto de acontecer hecho saltar las alarmas en Google y en OpenAI.
La compañía de Zuckerberg todavía está interesada en comprar startups punteras del sector, y cuando el intento de mercar Thinking Machines Lab (la startup fundada por Mira Murati, exdirectora de tecnología de OpenAI) fue rechazado, lanzó una ataque para fichar a sus empleados, incluyendo un paquete de hasta 1.500 millones de dólares para atraer a uno de ellos en particular: Andrew Tulloch.
Lo sorprendente no fue solo el rechazo de Tulloch, sino que ningún de sus otros colegas aceptó siquiera la ofrecimiento.
Thinking Machines nació en febrero de este mismo año con una tarea ambiciosa, pero deliberadamente difusa: hacer que los sistemas de IA sean más comprensibles, personalizables y capaces.
En estos meses, ha cultivado una civilización interna basada en las jerarquías planas, la minimización de egos y una musculoso cohesión intelectual. Además mantiene un perfil bajo, ocupando una sede discreta en el distrito de Mission, en San Francisco, no allí de la sede de OpenAI.

Más de 20 antiguos miembros de OpenAI siguieron a Murati al fundar la startup, incluido John Schulman, uno de los arquitectos de ChatGPT. Este éxodo no se dio en investigación de mejores sueldos, sino por la perspectiva de poder desarrollar poco significativo desde cero.
En palabras de Murati, la startup está desarrollando "IA multimodal que funciona como tú interactúas lógicamente con el mundo", y se paciencia que lancen su primer producto en los próximos meses. Mientras tanto, la empresa ha recaudado 2.000 millones de dólares en financiación, lo que representa una de las rondas semilla más grandes de la historia del sector tecnológico.


Tulloch no es un ingeniero cualquiera. Originario de Australia y con el promedio de notas más suspensión en ciencias de la Universidad de Sídney, ha sido calificado de "talento". Tras trabajar en Facebook y luego en su división de investigación en IA, alcanzó el prestigioso rango de "ingeniero distinguido" (no se alcahuetería simplemente de un elogio: es una categoría profesional que suele estar por encima de otras como 'Senior Engineer' o 'Principal Engineer').
Su trayectoria ya lo había hecho destacar tanto que en 2016 OpenAI intentó contratarlo, todavía infructuosamente... no lo lograrían hasta un segundo intento, siete primaveras más tarde.
Ahora, su negativa a retornar a Meta, donde había trabajado durante 11 primaveras, ha sido presencia por muchos como una testimonio de principios: Tulloch probablemente está convencido que sus acciones como cofundador de Thinking Machines valdrán más que cualquier paquete multimillonario —y está apostando a liberal plazo por el valía del propósito y la autonomía.
En Silicon Valley, donde los paquetes de compensación de nueve cifras solían ser irresistibles, estamos presenciando una inflexión cultural: si acertadamente algunos ingenieros siguen moviéndose en investigación de más poder o salarios, otros priorizan la cohesión ética, la confianza en sus líderes y la posibilidad de marcar la diferencia. O, cuanto menos, buscan todavía más poder y salarios, pero arriesgándose a colocar a liberal plazo.
Vía | Wall Street Journal
Imagen | Marcos Merino mediante IA
Compartir este artículo
Consultoria Personalizada
¡Si aun no tienes presencia en internet o
necesitas ayuda con tus proyectos, por favor, escribenos!