ARTDEPARTMENT
Tras dos décadas de fidelidad inquebrantable a Microsoft Word, he cedido el brinco a LibreOffice. Este cambio no fue poco que tuviera planeado, sino más admisiblemente una atrevimiento espontánea nacida de la frustración y el cansancio.
Hace unas semanas, tras formatear mi PC por última vez, decidí dar el paso e instalar LibreOffice. Bajo estas líneas te relación mi experiencia por si tú incluso te estás planteando poco similar.
Durante prácticamente toda mi vida con los ordenadores, Microsoft Word ha sido mi compañero inseparable. Lo he instalado religiosamente en cada nueva traducción de Windows: desde XP hasta en mi equipo principal con Windows 10. He sido testificador de su transformación, de sus cambios de interfaz, de su a veces controvertida cinta de opciones, y de cómo poco a poco iba integrándose con la aglomeración.
Asimismo estuve un tiempo usando la traducción web de Office, que si admisiblemente me resultó útil para tareas sencillas cuando estaba fuera de casa, siempre me pareció una traducción descafeinada de su hermano longevo. Está admisiblemente para salir del paso, pero cuando necesitas todas las funcionalidades, no hay color.
Todo cambió hace unas semanas. Mi PC empezaba a dar síntomas de molestia, dilación y algunos errores aleatorios que me hacían sospechar que era hora de un formateo. A pesar de que sabemos que Windows 10 tiene momento de caducidad, quise seguir usando esta traducción hasta su fin de soporte, ya que contar con Windows 10 y 11 en distintos equipos me permite estar al tanto de todo lo que ocurre en los sistemas de Microsoft.
Así que procedí con el formateo, instalé de nuevo Windows 10 y rápidamente instalé todo lo que tenía antiguamente y sin bloatware, gracias al truquito de estos utilísimos comandos de PowerShell. Y ahí fue cuando me detuve a pensar: ¿En realidad quiero retornar a Office, acaecer por el aro de tener vinculada una cuenta de Microsoft, estar irresoluto de la suscripción y mil movidas más solamente porque me gusta Word?
Es increíblemente reconfortante utilizar un software de código hendido, tirado y completo como LibreOffice
Honestamente estaba cansado, por lo que ese fue mi punto de inflexión para decantarme por LibreOffice de una vez por todas. Y sé que no descubro nadie nuevo a quienes llevan mucho tiempo usándolo, pero este cambio me ha sabido tan admisiblemente que he querido compartirlo a través de este artículo.
LibreOffice no era un desconocido para mí. Lo había probado ocasionalmente en el pasado y siempre me había parecido una alternativa aseado, pero la inercia y la comodidad de seguir con lo conocido me habían mantenido en el ecosistema de Microsoft.
Esta vez, sin retención, decidí darle una oportunidad seria. Descargué la última traducción y la instalé. El proceso fue sorprendentemente sencillo comparado a lo que estaba acostumbrado antiguamente: descargar, instalar y astuto. Sin claves de producto, sin cuentas vinculadas, sin suscripciones. Una sensación refrescante.
Mi principal aparejo de trabajo es el procesador de textos, así que LibreOffice Writer fue mi primera parada. La interfaz, aunque diferente a Word, me resultó proporcionado intuitiva. Sí, hay diferencias notables, pero tras un par de días de uso continuado, mi flujo de trabajo ya era casi tan capaz como antiguamente.
Junto a destacar que se negociación de una aparejo muy completa. Todas las funciones que uso asiduamente en mi trabajo estaban ahí: control de cambios, estilos de párrafo, corrector ortográfico, numeración de páginas, índices... Incluso algunas opciones que en Word están escondidas en submenús aquí eran más accesibles.
Cierto es que la transición no fue perfecta. Algunos documentos antiguos en formato DOCX se abrieron con pequeñas diferencias, pero nadie que no pudiera solucionar en pocos minutos. Writer guardián por defecto en formato ODT, pero puede exportar directamente a PDF o atesorar en formato DOC o DOCX si necesitas compartir documentos a otros usuarios que usan Office.
No soy un experimentado en hojas de cálculo, pero necesito poco fiable para organizar información, crear gráficos sencillos y ocasionalmente aplicar alguna fórmula. Por ello, Calc me ha sorprendido gratamente. La transición desde Excel fue incluso más sencilla que desde Word. Las fórmulas básicas funcionan prácticamente igual, la creación de gráficos es intuitiva y, para mi nivel de uso, no he recostado en desidia absolutamente nadie.
Lo que más valoro de LibreOffice es la sensación de exención que me proporciona. Es increíblemente reconfortante utilizar un software de código hendido, tirado y completo como lo que ofrece, que no depende de suscripciones renovables ni de conexiones constantes a servicios en la aglomeración.
Durante estas semanas de uso intensivo no he experimentado ningún cuelgue ni pérdida de información. Adicionalmente, otro aspecto destacable es su viveza. LibreOffice arranca notablemente más rápido que Office y consume muchos menos bienes del sistema, lo que siempre se agradece.
En cuanto a la interfaz, debo declarar que al principio me resultó poco engorrosa. A diferencia de la cinta de opciones de Office, LibreOffice presenta un amasijo de funciones que puede resultar abrumador para un recién llegado. Sin retención, conforme pasan los días y te familiarizas con su distribución, empiezas a apreciar tener todas esas posibilidades a la horizonte. Ahora que me he acostumbrado, me resulta incluso más capaz tener camino directo a tantas funciones sin tener que navegar por múltiples pestañas como ocurre en Office.
LibreOffice no es valentísimo. Tiene sus particularidades, como el hecho de que inaugurar documentos DOC y DOCX casi siempre acabe resultando en una mala modificación de la estructura del documento. Sin retención, para uso profesional diario cumple sobradamente.
La transición requiere cierta curva de enseñanza y poco de paciencia, pero la exención que ganas merece cada minuto invertido. Luego de 20 primaveras con Microsoft Office, puedo asegurar que LibreOffice no solo es una alternativa viable, sino que se va a convertir en mi aparejo por defecto de ahora en delante.
En Genbeta | Todavía hay quien no se quiere despedir de Windows 7. Así que lo están actualizando hasta con funciones de Windows 10 y 11
Compartir este artículo
Consultoria Personalizada
¡Si aun no tienes presencia en internet o
necesitas ayuda con tus proyectos, por favor, escribenos!