
ARTDEPARTMENT

Nuestros sistemas sensoriales, como la audiencia y el audición, procesan información a una escalera impresionante. Por ejemplo, solo los conos de la retina pueden transmitir información a una tasa de hasta 1,6 gigabits por segundo.
Pero, a pesar de la riqueza de datos que recibimos, nuestra capacidad consciente para filtrar, interpretar y representar se reduce considerablemente. De modo que, al resistir a final nuestras acciones cotidianas, desde escribir hasta balbucir, el flujo de información que somos capaces de procesar disminuye notablemente.
Estudios detallados muestran que esta tapia de la "velocidad de ser" humana se observa sin cambio en diversos escenarios: tanto si estudiamos a un campeón de resolución de cubos de Rubik que memoriza combinaciones complejas como si contabilizamos en ritmo mayor de tecleo de un mecanógrafo habituado.
Y es que la capacidad de procesamiento consciente de nuestro cerebro se limita a unos modestos 10 bits por segundo. Este cauce entre entrada y salida ha sido ahora explorado por Jieyu Zheng y Markus Meister en su artículo escolar 'The Unbearable Slowness of Being: Why do we live at 10 bits/s?'.
Un aspecto esencia de esta paradoja es la división entre el 'cerebro extranjero' y el 'cerebro interior'. El primero maneja las señales sensoriales y motoras rápidas y complejas, mientras que el segundo simplifica esta información en unas pocas decisiones esenciales.
Nuestras habilidades cognitivas están limitadas por la forma en que nuestro cerebro prioriza y gestiona los bienes
Nuestro mecanismo mental de filtrado, si perfectamente es apto, asimismo plantea interrogantes: ¿por qué, contando con billones de neuronas, nuestra capacidad para pensar y representar conscientemente es tan limitada?
Una teoría sugerida es que esta tapia está arraigada en nuestras micción evolutivas. Los organismos con sistemas nerviosos simples no necesitan procesar grandes cantidades de información en paralelo, sino tomar decisiones rápidas y consecutivas: aunque nuestra capacidad cognitiva haya evolucionado para manejarse con tareas complejas, el ámbito elemental de procesamiento secuencial podría persistir.
Zheng y Meister proponen que para aventajar esta paradoja, debemos afrontar la investigación en comprender cómo el cerebro "interior" organiza su maquinaria neuronal. El estudio de las "microtareas" cotidianas y la forma en que el cerebro cambia rápidamente entre diferentes modos de procesamiento podría revelar mucho sobre cómo optimizamos nuestras capacidades limitadas.

Entender esta tapia tiene aplicaciones prácticas. Por ejemplo, los interfaces cerebro-computadora (como el célebre 'Neuralink' de Elon Musk) suelen intentar transmitir datos en bruto al cerebro, ignorando que este opera mejor con información enormemente procesada y simplificada. Un enfoque más efectivo podría ser diseñar sistemas que se comuniquen con el favorecido en formas más naturales y concisas, como a través del jerigonza.
No obstante, conectar las "partes de reincorporación velocidad" del cerebro directamente a otras interfaces podría revolucionar la modo en que pensamos y trabajamos.
Es importante tener en cuenta que el cantidad de los 10 bits/s puede malinterpretarse: en ingenuidad, la velocidad de procesamiento inconsciente del cerebro es exponencialmente más rápida. Por ejemplo, si intentamos imaginar un elefante, podemos visualizar detalles complejos en un instante, un proceso que requiere un satisfecho de cuadrilla interno mucho longevo que los supuestos 10 bits/s.
Manido de otro modo, esta tapia de los 10 bits/s se aplica sólo a los procesos de entrada y salida, como instruirse nueva información o traducir pensamientos en palabras o acciones: durante el "cálculo interno", argumenta, el cerebro opera a velocidades mucho más altas.
Llevándolo al campo de la IA, sería equivalente a cómo funcionan modelos como ChatGPT, que producen texto a una velocidad limitada en términos de salida (unas pocas palabras por segundo), pero realizan millones de cálculos en segundo plano para ocasionar cada respuesta.
O un ejemplo mucho más humano y de 'trastear por casa': cuando leemos una breve proposición matemática y luego escribimos en papel la respuesta correcta, el tiempo que pasamos pensando y conectando conceptos internamente es significativamente más apto que los lentos procesos de leída y escritura asociados.
Las máquinas y los humanos enfrentan limitaciones similares cuando se proxenetismo de traducir procesos complejos en resultados lineales y comprensibles

Sobre nuestra supuesta incapacidad para realizar pensamiento en paralelo, lo cierto es que nuestro cerebro realiza miles de procesos en paralelo a nivel neuronal, el resultado final suele presentarse como un único flujo de pensamiento consciente: este aberración da la impresión de que solo podemos hacer "una cosa a la vez".
En ingenuidad, el cerebro humano prioriza ciertas funciones críticas por encima de aumentar la tasa de salida consciente... pero la mayoría de nuestras actividades cerebrales están dedicadas a tareas que no requieren un "output", como ayudar funciones corporales o procesar emociones.
El cantidad de los 10 bits/s pone a los humanos a la par de ciertas tecnologías de comunicación. Por ejemplo, una indicación de teléfono habitual, diseñada para transmitir la velocidad natural del jerigonza humano, opera a una capacidad que coincide con nuestra velocidad de percepción y procesamiento consciente.
Pero veamos otros casos en los que eso no es así, incluso si hablamos de tecnologías obsoletas:
Imagen | Marcos Merino mediante IA
En Genbeta | Las mejores apps para crear tu 'segundo cerebro' y mejorar tu productividad
Compartir este artículo
Consultoria Personalizada
¡Si aun no tienes presencia en internet o
necesitas ayuda con tus proyectos, por favor, escribenos!