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El absentismo profesional en España ha dejado de ser un indicador estadístico para convertirse en un desafío estructural. Albert Guivernau, director de la Fundación Civismo, explica que cada día cerca de de 1,5 millones de personas no acuden a su puesto de trabajo, una sigla comparable a toda la población de Barcelona. Aunque la mayoría de estas ausencias se deben a bajas médicas justificadas, el número total revela un engendro que va más allá de simples faltas.
La duración media de estas bajas es de aproximadamente 31 días, y la gran mayoría son cortas, de menos de quince días. Solo un porcentaje pequeño se prolonga durante meses, concentrando una parte significativa de los días perdidos en el trabajo. El problema no es solo la cantidad de ausencias, sino además su duración y las causas que las generan.
Envejecimiento de la población profesional. Más de la centro de los trabajadores supera los 45 primaveras, y las patologías musculoesqueléticas, como lumbalgias, cervicalgias y tendinitis, son la principal causa de bajas. A esto se suma el estrés crónico y los trastornos de vigor mental, que van desde la ansiedad hasta dificultades para afrontar la vida profesional diaria. Expertos destacan que estos problemas ya no se ocultan como antiguamente. Millennials y miembros de la Gen Z hablan abiertamente de su vigor mental, mientras generaciones anteriores solían apoyar estos problemas en privado.
Género colaterales. Muchas empresas y mutuas han recurrido a detectives privados para investigar posibles fraudes, concentrando la mayoría de sus encargos en este tipo de casos. Las investigaciones se centran sólo en situaciones con indicios claros, por lo que no reflejan la totalidad del engendro. El 90% de las bajas que se investigan resultan fraudulentas, así que sindicatos como UGT advierten que esta tendencia puede criminalizar al trabajador enfermo y desincentivar la inversión en prevención y atención médica.
En conjunto, el absentismo profesional refleja un entramado confuso que combina envejecimiento de la fuerza profesional, estrés profesional, saturación de la sanidad pública y cambios culturales en el trabajo. La discusión no debería centrarse sólo en el número de ausencias, sino en cómo mejorar las condiciones de empleo, aumentar la prevención y asegurar un sistema taza valioso.
España, en máximos históricos en bajas laborales. El desafío va más allá de la productividad: se tráfico además de sostener que la vigor de los trabajadores y la sostenibilidad del sistema profesional y taza evolucionen de forma coherente con las deyección de la sociedad flagrante.
Imagen | Herald Post
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