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Durante décadas, la entrevista de trabajo fue un ritual casi universal: dos personas frente a frente, una evaluando las habilidades y/o el potencial de la otra. Hoy, ese maniquí está en crisis. En su sitio, proliferan los sistemas de vídeoentrevistas asíncronas, donde el candidato argumenta preguntas grabadas sin dialogar con nadie.
Un legatario del foro r/recruitinghell lo describía así:
"Ya no se manejo solo de registrar un video de presentación. Ahora hay que registrar una respuesta para cada pregunta del ‘entrevista’. No hay nadie al otro flanco. Y si no te sale aceptablemente, tienes que repetir, comprimir, retornar a subir… y cuando te das cuenta, ya llevas una hora para poco que se suponía que iba a llevarte un cuarto de hora".
Su queja refleja un cambio más amplio: la deshumanización progresiva del reemplazo. Lo que antaño era una conversación (por encorsetada que fuese) se ha convertido en una secuencia de pasos diseñados para filtrar sin que los humanos de la empresa contratante 'pierdan su tiempo' contigo.
En este maniquí, el candidato graba sus respuestas a preguntas preestablecidas usando su cámara o teléfono, normalmente con un tiempo escaso para cada respuesta.
No hay interacción en tiempo auténtico: el reclutador grabó sus preguntas antaño o una web se las muestra al candidato en formato texto. Luego, el sistema recopila los videos y permite a los evaluadores revisarlos cuando les convenga (y no necesariamente en persona).
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Toggl Hire, una de las plataformas líderes en esta tecnología, no comparte (claro está) las críticas a esta metodología: las entrevistas asincrónicas "aportan al proceso de contratación lo mismo que el educación online aportó a la educación: una alternativa viable, más eficaz y escalable".
El objetivo, según la propia Toggl Hire, es acelerar el proceso de selección, permitiendo que un reclutador “evalúe a 30 candidatos en el tiempo que antaño tardaba en dialogar con cinco”.
En el mismo hilo de Reddit, otro legatario sintetizaba la sensación de desconfianza que esto genera: que el proceso, más que descubrir talento, parece diseñado para descartar masivamente. Las empresas, enfrentadas a un exceso de postulaciones, usan estos filtros como una primera criba automatizada.

Y, en muchos casos, ni siquiera un ser humano ve los videos: algoritmos de prospección facial y de voz pueden determinar si una respuesta suena "entusiasta", si el tono es "seguro" o si el verbo corporal "inspira confianza".
Los defensores de la contratación asincrónica, como Toggl Hire, sostienen que esta modalidad "reduce el sesgo del entrevistador" al ofrecer a todos los candidatos las mismas preguntas y condiciones. En teoría, esto crea un entorno "más preciso y estructurado".
Sin secuestro, investigaciones recientes apuntan a lo contrario: los sistemas de IA aplicados al reemplazo pueden amplificar los prejuicios existentes. Un flamante estudio australiano advertía que las entrevistas por IA tienden a discriminar a personas con acentos, discapacidades del acento o expresiones faciales atípicas. Adicionalmente, la homogeneización del proceso poso cualquier rastrillo de espontaneidad.


Adicionalmente, las entrevistas asíncronas igualmente crean barreras invisibles: no todos los candidatos cuentan con cámaras de buena calidad, conexiones estables o espacios tranquilos para registrar. Siquiera todos se sienten cómodos frente a una cámara.
De hecho, los propios manuales de reemplazo reconocen que este formato favorece a personas extrovertidas o con experiencia en comunicación audiovisual. En otras palabras, la entrevista ya no mide sólo tu idoneidad profesional.
Más allá de la eficiencia o la equidad, el impacto emocional de estas prácticas es profundo. El candidato del hilo de Reddit lo explicaba con crudeza:
"Llevo dos meses en esto y ya siento la depresión aparecer a aparecer. No quiero imaginar cómo se sienten quienes llevan un año o más".
La repetición de formularios, pruebas y entrevistas grabadas genera agotamiento y sensación de inutilidad. La partida de respuesta —el distinguido 'ghosting' corporativo— agrava la frustración, sobre todo cuando ya no se puede intuir, por la respuesta del entrevistador, 'qué tal ha ido' la entrevista. Así, el proceso se vuelve una sucesión de tareas sin interacción humana ni sentido de progreso.
Adicionalmente, las razones detrás de esta tendencia quizá sean comprensibles desde el punto de presencia empresarial, pero en la praxis, esto traslada la carga del proceso a los candidatos, que invierten horas produciendo materiales que muchas veces nadie revisa.
Imágenes | Marcos Merino mediante IA
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