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Hace primaveras que probé las bondades de las VPN, motivo por el cual tras comprobar con una interpretación graciosamente, di el brinco a una VPN de suscripción que configuré para mis ordenadores, mis móviles y hasta mi televisor. En pocas palabras: es lo mejor que he hecho nunca y se lo recomiendo a todo el mundo.
Las redes privadas virtuales son una aparejo esencial para quienes nos conectamos a internet y nos gusta cacharrear y lo son simple y llanamente por una cuestión de privacidad. Que el tráfico de mis dispositivos vaya a mi IPS y de allí al servidor VPN, saliendo posteriormente al destino es una buena idea en cuestiones como la privacidad, pero hay poco donde mi VPN me está viniendo de perlas: inteligencia industrial.
Admitir a lugar una navegación privada evita grandes disgustos en un mundo cada vez más conectado a un internet y servicios repletos de vulnerabilidades, bugs e intentos de estafa. Si por otra parte acostumbras como yo a trabajar en cualquier parte, conectándote a Wi-Fis ajenas, con más razón todavía.
Por mi trabajo asimismo hay dos razones que me impulsan a usar una VPN: probar software que no está adecuado en España todavía y esquivar bloqueos geográficos cuando me toca alucinar. Pero es que los bloqueos geográficos asimismo aplican a la UE y si hablamos de novedades, la inteligencia industrial es la más prolífica en el sector tecnológico.
En el añejo continente contamos con una de las legislaciones más avanzadas y cuidadosas para la ciudadanía en términos de privacidad y control, con la RGPD a la inicio. Del mismo modo, Europa asimismo es pionera en legislatura frente a la IA y sus potenciales riesgos fruto de su implementación masiva. ¿El problema? Que la inteligencia industrial es un elefante en una cacharrería que avanza a pasos agigantados y lo hace a costa de devorar datos de origen cuestionable en términos de rectitud o de atropellar permisos de sus usuarios y usuarias.


Las empresas de inteligencia industrial han contrario en la UE a un hueso duro de roer y su alternativa temporal para evitar litigios es divulgar productos dejando fuera de la ecuación a Europa, que tiene que esperar más hasta cumplir con los requisitos. Hay ejemplos a raudales: Apple Intelligence se hizo esperar en el añejo continente, Meta AI asimismo se demoró antaño de aterrizar en la UE (y lo ha hecho de forma polémica) y es frecuente que la app más descargada que existe, ChatGPT de OpenAI, deje a Europa a la paciencia de sus últimas novedades.
Aunque las grandes tecnológicas se han subido al carro de la distribución Trump mostrándose más reacias a aplicar cambios para respetar la estatuto europea en aras de innovar, la UE sigue firme en un proscenio universal donde las posturas no parecen acercarse. Eso sí, la Unión Europea se ha puesto a hacer los deberes para no ser solo legisladora, sino asimismo un actor principal en esta carrera de innovación.
¿La alternativa? Si como yo te gusta probar lo nuevo de la inteligencia industrial, a día de hoy lo mejor que puedes hacer es usar la IA con VPN y una cuenta de fuera. Acostumbro a usar ChatGPT con VPN porque sencillamente está a otro nivel.
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Portada | Foto de Kevin Paster y Wikimedia
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