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El mundo gremial está viviendo una de las mayores revoluciones desde la aparición de Internet. La irrupción de la IA generativa, la automatización y la digitalización de procesos ha acelerado un cambio que no solo afecta a los sectores tecnológicos, sino a prácticamente todas las profesiones.
De acuerdo con el Foro Crematístico Mundial, el 44 % de las habilidades actuales de los trabajadores se verán alteradas de aquí a 2026. Dicho de otra modo: lo que hoy sabemos hacer dejará pronto de ser suficiente.
Frente a este panorama, dos conceptos se vuelven esenciales: reskilling y upskilling. Los dos describen la requisito urgente de formarse de nuevo o mejorar lo aprendido, pero aunque suelen estilarse indistintamente, no significan lo mismo y sus implicaciones para empresas y trabajadores son muy diferentes.
El reskilling —traducido asiduamente como recualificación o reaprendizaje— consiste en formar a una persona para que adquiera competencias completamente nuevas, que le permitan desempeñar un rol desigual al presente.
Vamos, que no se negociación solo de poner al día conocimientos, sino de reorientar la carrera profesional con destino a áreas donde la demanda de talento es longevo. Por ejemplo, un operario de planta que aprende mantenimiento de robots colaborativos (cobots) y asciende a técnico de automatización.
El reskilling es la respuesta a la automatización y la obsolescencia de ciertos oficios. En circunscripción de despedir y contratar nuevo personal, las organizaciones invierten en reconvertir a los trabajadores existentes, preservando su experiencia y su civilización organizativa.
De hecho, informes como el Future of Jobs Report estiman que más del 60 % de los trabajadores necesitará algún tipo de reskilling antaño de 2027, especialmente en sectores administrativos, industriales y de servicios.
El upskilling, o progreso de competencias, se centra en profundizar en las habilidades que una persona ya posee, ampliando su capacidad de aportar valencia interiormente de su propio rol o sector. Es una proceso, no una reinvención.
Piensa, por ejemplo, en un analista financiero que aprende programación en Python para automatizar informes, o un docente que incorpora herramientas de estudios adaptativo y capital de IA para personalizar sus clases.

Y, como explica el informe de Pearson, las habilidades como comunicación, pensamiento analítico o diligencia emocional están ganando peso frente a las puramente técnicas, lo que obliga a una puesta al día constante incluso en profesiones no tecnológicas.
Según el Mensaje Habilidades del Futuro 2025 de Lado Santander, los dos procesos comparten una saco global: la adaptabilidad, definida como la tiento para "formarse, desaprender y retornar a formarse de modo continua".
En España, el SEPE y Fundae advierten que más de la fracción de los trabajadores necesitará poner al día sus competencias digitales para nutrir su empleabilidad, por lo que están impulsando precisamente este doble enfoque: programas de recualificación digital para colectivos en aventura de automatización (reskilling) y formación continua en competencias digitales y blandas para profesionales en activo (upskilling).
En otras palabras, el upskilling ayuda a estar al día, y el reskilling a cambiar de rumbo
El desafío no es pequeño. España presenta una de las mayores brechas entre formación y deposición reales del mercado en la UE, y esto implica que muchos profesionales tienen títulos, pero carecen de las competencias prácticas que demandan las empresas.
No pespunte con que el trabajador quiera formarse; la empresa debe facilitarlo. Modelos de relato como los de Microsoft, Iberdrola o Telefónica han mostrado que trastornar en programas de upskilling no solo progreso la productividad, sino que reduce la rotación de personal.
Los expertos ya aconsejan a las organizaciones españolas diseñar itinerarios personalizados de formación interna y vincularlos a la proceso profesional. En definitiva, el reskilling se convierte en una inversión estratégica, no en un consumición formativo.
Las universidades y centros de formación además están adaptándose. Según el Mensaje de Prospección Formativa 2025 del SEPE, las microcredenciales digitales y los cursos cortos especializados serán el formato dominante para la formación profesional continua.
En paralelo, las plataformas globales como Coursera o edX ya ofrecen itinerarios certificados de 3 a 6 meses en áreas como IA aplicada, ciberseguridad o disección de datos. El mensaje es claro: formarse rápido, de modo flexible y orientada a la destreza.
El Foro Crematístico Mundial la sitúa como la competencia número uno para 2026. En un entorno donde las máquinas procesan datos a una velocidad inhumana, el valencia diferencial estará en asimilar interpretar, cuestionar y osar. Estudios españoles confirman que el pensamiento crítico predice mejor la empleabilidad que la memorización o la productividad pura.
Trabajar en remoto o en equipos híbridos exige una comunicación clara, empática y adaptada a entornos virtuales. El Pearson Skills Outlook lo califica de power skill esencial, contiguo con la inteligencia emocional.
El upskilling digital será el denominador global de todas las profesiones. No se negociación solo de asimilar usar herramientas, sino de entender cómo la IA y la automatización influyen en los procesos. La fracción de las empresas europeas experimenta retrasos en proyectos por equivocación de personal con competencias en datos, automatización o IA aplicada.
El trabajo del futuro además será ecológico y ético. El Foro Crematístico Mundial destaca la sostenibilidad y la gobernanza (ESG) como nuevas prioridades formativas, y cada vez más compañías buscan profesionales capaces de alinear tecnología y sostenibilidad, especialmente en sectores energéticos, industriales y logísticos.
La formación deja de ser una etapa y se convierte en una disposición permanente. El 72 % de las empresas europeas ya considera la 'capacidad de formarse rápido' como la tiento más importante al contratar.
Imagen | Marcos Merino mediante IA
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