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El 17 de noviembre de 2023, OpenAI —que ya en ese momento era, como ahora, líder del sector de la IA— sacudió al mundo tecnológico al anunciar el despido de su CEO, Sam Altman. En cuestión de horas, la notificación estaba en boca de todo el mundo: lo que parecía una audacia impensable pronto derivó en una crisis interna sin precedentes.
La mayoría de los empleados amenazaron con renunciar, la asamblea de la compañía recibió fuertes presiones hasta que aceptó rectificar, y Altman regresó triunfalmente a su cargo pocos días a posteriori (y no sin que antaño Microsoft se hubiera ofrecido a ficharle a él y a todo su equipo).
Hasta ahora, las razones oficiales de su destitución habían permanecido vagas y rodeada de rumores: en su momento, la asamblea exclusivamente alegó que Altman "no había sido consistentemente sincero".
Sin confiscación, un reportaje publicado por el Wall Street Journal por la periodista Keach Hagey, en torno a su nuevo compendio centrado en la figura de Sam Altman, 'The Optimist', revela una trama mucho más compleja, llena de desconfianza, decisiones unilaterales, tensiones éticas y luchas de poder.
Desde sus orígenes, OpenAI fue concebida como una estructura atípica: una empresa tecnológica sin fines de provecho, con estructura híbrida y una asamblea cuyo deber no era en torno a los accionistas, sino en torno a 'la Humanidad'. Mientras, de cara al conocido, Altman se convertía en el rostro visible de la revolución de la IA... pero detrás de todo su carisma, la asamblea comenzó a detectar una serie de patrones preocupantes.
Una de las principales controversias surgió en torno al dispersión de ChatGPT a finales de 2022. Altman no informó a la asamblea ni del ampliación ni de los planes de dispersión de la utensilio, lo cual fue interpretado como una oneroso omisión. De hecho, según una de los miembros del organismo, se enteraron por Twitter de que el principal producto de OpenAI existía.

A esto se sumaron posteriores incidentes relacionados con la seguridad del maniquí GPT-4: Altman afirmó que tres nuevas funcionalidades habían sido aprobadas por un comité de seguridad creado en conjunto con Microsoft... pero luego se descubrió que tan sólo se había permitido verdaderamente una de esas tres.
Encima, Altman permitió a Microsoft realizar pruebas del maniquí en la India sin la previa autorización formal de la asamblea ni del comité de seguridad.
Una revelación particularmente controvertida fue el hechi de que Altman controlaba personalmente el 'OpenAI Startup Fund', un fondo de inversión anunciado como ventilado por la compañía. Aunque Altman aseguró que no recibía beneficios económicos y que la estructura era temporal y por razones fiscales, el hecho de que no informara a la asamblea (sus miembros se enteraron por rumores oídos durante una cena) ya encendió las alarmas.
Murati y Sutskever acusaban a Altman de fomentar un ámbito tóxico y divisivo
Las tensiones no se limitaban a cuestiones estructurales o financieras. A mediados de 2023, varios altos ejecutivos, entre ellos Mira Murati (CTO, la que se convertiría en CEO provisional durante los pocos días que Altman estuvo fuera de OpenAI) e Ilya Sutskever (irrefutable cabecilla de la compañía), comenzaron a expresar desacuerdos con el estilo de liderazgo de Altman. Murati describe un ámbito donde era prácticamente difícil ejercitar autoridad correcto a la cercanía entre Altman y Greg Brockman, presidente de OpenAI y incluso miembro del consejo.
La historia desvelada ahora hace que nos planteemos una duda: ¿puede una empresa con tanto impacto integral permitirse liderazgos unilaterales sin rendición de cuentas?
Sutskever, quien había perdido confianza en Altman por razones similares, fue quien articuló finalmente la moción para su destitución. En secreto, él y Murati recopilaron evidencia y elaboraron dos informes: uno detallando las supuestas mentiras de Altman (incluso relativas a la aprobación de productos por parte del área permitido), respaldadas por capturas de Slack y correos; y otro sobre el comportamiento de Brockman, imputado de acoso gremial.
El jueves 16 de noviembre de 2023, la asamblea —sin Altman ni Brockman— se reunió en secreto. Cuatro de ellos, incluido Sutskever, votaron a beneficio de despedir a Altman. Todavía decidieron expulsar del entraña al citado Brockman del consejo, donado que Murati no pensaba aceptar el liderazgo temporal de la compañía si debía contestar en presencia de él.

Mientras todo esto ocurría, Microsoft (principal socio decisivo de OpenAI) observaba con preocupación
Sin confiscación, cometieron un error de cálculo: no comunicaron los motivos del despido ni a los empleados ni a Microsoft, principal socio de OpenAI. La desliz de transparencia provocó una revuelta interna. En pocas horas casi toda la plantilla terminó firmando una carta en la que amenazaban con renunciar si Altman no era reinstalado. Incluso Sutskever (impulsor del despido) y Murati (la sustituta) terminaron firmando la carta.
En medio del caos, algunos aliados de Altman en teoría difundieron la idea de que todo había sido un 'rebelión interno' motivado por rencillas personales y resentimientos. Se apuntó a Sutskever, enfadoso por una audacia sobre el liderazgo de las investigaciones, y a Helen Toner, a quien Altman había intentado echar de la asamblea tras deber publicado un artículo crítico.
Delante la amenaza de un colapso total de la empresa, y con la presión de empleados, inversores y aliados estratégicos, la asamblea se echó a espaldas en su audacia. Sam Altman volvió a ser CEO de OpenAI en menos de cinco días, esta vez con aún más respaldo interno.
La pregunta que plantea ahora el nuevo compendio de Hagey es clara: ¿y si la asamblea hubiera contado todo esto en su momento, y revelado las razones éticas, estructurales y personales detrás de su audacia? Por el contrario, el secretismo y la desliz de un relato propio de sus críticos fueron lo que permitió que Altman recuperara el poder sin desavenir un definitivo cómputo.
Y, desde entonces, todos los que rodeaban entonces a Altman han desidioso la compañía.
Imagen | Marcos Merino mediante IA
En Genbeta | Empleados de OpenAI denuncian en una carta que la compañía silencia las críticas internas en su "carrera imprudente" por liderar la IA
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