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En un sorprendente libranza de los acontecimientos, OpenAI ha anunciado que su estructura empresarial no se transformará finalmente en una corporación con fines de interés. La ordenamiento, cofundada por Elon Musk y actualmente dirigida por Sam Altman, ha decidido perdurar su estructura híbrida (con su rama sin fines de interés manteniendo el control de la misma), un movimiento que supone una inesperada trofeo estratégica para Musk, acoplado cuando parecía que su batalla permitido contra su ex-compañía estaba condenada al fracaso.
Y es que esta intrepidez llega casi nada unas semanas luego de que un tribunal federal de California rechazara la solicitud de Musk para frenar legalmente el proceso de conversión de OpenAI, lo que en su momento fue interpretado como una derrota significativa para el magnate de origen sudafricano.
Sin confiscación, la flamante marcha detrás por parte de la grupo directiva de OpenAI ha cambiado radicalmente el panorama. ¿Qué ha sucedido verdaderamente y qué significa esto para el futuro de la inteligencia químico?
Uno de los medios esencia que explica la presión interna para convertir OpenAI en una empresa con fines de interés era una multimillonaria inversión que estaba en repertorio: según informaba la CNBC, la compañía tenía asegurados 10.000 millones de dólares inmediatos: 7.500 millones provenientes del conglomerado japonés SoftBank y otros 2.500 millones de un sindicato de inversores privados.
Pero eso era solo el eclosión. OpenAI aspiraba a una ronda total de financiación de 40.000 millones de dólares, condicionada a una transformación completa alrededor de una estructura 100% con humor de interés. Los 30.000 millones restantes estaban comprometidos para finales de 2025, siempre y cuando la conversión empresarial se completara con éxito. De no lograrlo, la compañía perdería al menos una cuarta parte de esa inversión, lo que ahora supone un shock financiero considerable.

OpenAI nació en 2015 como una ordenamiento sin fines de interés con una empresa ambiciosa: desarrollar inteligencia químico militar (AGI) "en beneficio de toda la Humanidad". Entre sus fundadores se encontraba Elon Musk, que aportó financiación y visibilidad al plan.
Sin confiscación, con el tiempo, la ordenamiento comenzó a explorar estructuras híbridas que le permitieran atraer inversiones multimillonarias, como su transformación en 2019 a un modelo de "lucro limitado".
Ese maniquí permitió la entrada de gigantes como Microsoft, que invirtió miles de millones en la empresa y se convirtió en un actor esencia en el incremento de ChatGPT y sus aplicaciones. Sus planes recientes para convertirse completamente en una empresa con fines de interés despertaron las alarmas de Musk, quien se sintió traicionado por lo que considera una desviación de los principios fundacionales.
En marzo de 2024, Elon Musk presentó una demanda contra OpenAI, acusando a Sam Altman y a su equipo de elaborar una entidad sin fines de interés en una empresa lucrativa para su propio beneficio, utilizando fondos benéficos —como los que él mismo había aportado— con fines privados.
Además denunció prácticas anticompetitivas al referir a la presión ejercida sobre inversores para no apoyar iniciativas rivales como su nueva compañía, xAI.
La demanda buscaba medidas cautelares para detener el proceso de reestructuración. Sin confiscación, un tribunal desestimó la petición, al considerar que Musk no había aportado pruebas suficientes para evidenciar una intervención procesal de ese calibre. En ese momento, la situación pintaba mal para el fundador de Tesla y SpaceX.
Sin confiscación, ahora, y en un movimiento totalmente inesperado, OpenAI anunció públicamente que revertirá su rumbo: su extremidad sin fines de interés mantendrá el control total sobre su estructura empresarial, que pasará a ser una "corporación de beneficio divulgado" (Public Benefit Corporation, o PBC), pero bajo la supervisión directa del consejo sin humor de interés.
Según Bret Taylor, presidente del consejo de OpenAI, esta intrepidez se tomó tras "escuchar a líderes cívicos y perdurar un diálogo constructivo con las oficinas del fiscal militar de Delaware y California". En palabras del propio Taylor:
"OpenAI fue fundada como una ordenamiento sin fines de interés y seguirá siendo supervisada y controlada por esa ordenamiento".
Por otra parte, se enfatizó que cualquier ingreso generado por la nueva estructura PBC se reinvertirá en iniciativas benéficas como educación, salubridad y ciencia, lo que marca un retorno a las raíces éticas de la ordenamiento.

Esta intrepidez tiene repercusiones profundas: refuerza la idea de que las empresas de IA deben trabajar con un nivel de responsabilidad social superior al de otras industrias tecnológicas.
El resultado, más allá del ámbito procesal, representa una clara trofeo para Elon Musk. Aunque los tribunales no le dieron la razón formalmente, la presión pública y el potencial desgaste institucional parecen tener influido en la intrepidez final de OpenAI. En la ejercicio, Sam Altman y su equipo han cedido en el punto más polémico de la disputa: la conversión total a empresa con fines de lucro.
Además hay que recapacitar que Musk había ofrecido casi 100.000 millones de dólares para conseguir OpenAI, propuesta que fue rechazada de forma acorde por su grupo. El propio Altman acusó entonces a Musk de interpretar por despecho, temiendo el medra de OpenAI frente a su recién fundada xAI.
Pero ahora, con la reversión del proceso, Musk ha rematado el objetivo esencial de su ataque: impedir que OpenAI se transforme en un coloso comercial al beneficio de su empresa llamativo.
Por otra parte, la batalla procesal no ha terminado. Musk podría aún perseguir un querella acelerado para esclarecer si se produjo una desviación ilegal de fondos benéficos.
Imagen | Marcos Merino mediante IA
En Genbeta | "Si no podemos detener la IA, al menos que Google no sean los primeros": Este mail a Elon Musk fue el primer paso para fundar OpenAI
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