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El gobierno Biden está a punto de dejar el poder, pero ha decidido no hacerlo sin antaño poner sobre la mesa un ámbito regulatorio que limita la exportación de chips avanzados (entre los que se incluyen aquellos utilizados en el crecimiento de inteligencia químico). Esta osadía, si aceptablemente intenta preservar la preeminencia tecnológica de Estados Unidos frente a competidores como China, ya está generando controversia entre las grandes empresas y los expertos del sector.
Este ámbito constitucional pretende restringir el camino a chips avanzados en hasta un total 120 países, planteando excepciones solamente para aliados esencia como Australia, Japón y la mayoría de los países europeos.
Así, dichos aliados no se enfrentarán a restricciones significativas, pero a otros países se les aplicará límites en la cantidad de chips que podrán importar, con un sistema de licencias para casos específicos, como universidades e instituciones médicas.
La Casa Blanca justifica la osadía argumentando que la rápida proceso de la IA podría representar riesgos significativos para la seguridad franquista estadounidense si las tecnologías más avanzadas caen en manos de países rivales.

Según Gina Raimondo, secretaria de Comercio, la medida es necesaria para preservar el liderazgo estadounidense en el campo de la IA (y con ello, en sectores que van desde la investigación científica hasta la automatización industrial).
Jake Sullivan, asesor de seguridad franquista de la Casa Blanca, ha enfatizado la importancia de desarrollar las tecnologías más avanzadas en distrito estadounidense (y el de sus países aliados), evitando que estas se deslocalicen.
Empresas líderes, como la taiwanesa Nvidia, han expresado su preocupación por los mercancía adversos de estas restricciones: Nvidia calificó la propuesta como "desacertada" y advirtió que podría frenar la innovación y el crecimiento financiero mundial.
Ned Finkle, vicepresidente de relaciones gubernamentales de Nvidia, señala que la medida impone controles sobre tecnologías ampliamente disponibles, como las utilizadas en PCs de videojuegos y hardware de consumo.
Encima, grupos industriales como el Consejo de la Industria de Tecnología de la Información han alertado sobre el aventura de fragmentar las cadenas de suministro globales, debilitando el liderazgo financiero de Estados Unidos en el sector de IA.
Según Naomi Wilson, vicepresidenta del liga, una implementación apresurada podría perjudicar a las empresas estadounidenses al restringir su camino a mercados esencia.

Aunque las intenciones de la compañía Biden buscan preservar los intereses estratégicos de Estados Unidos, los detractores temen que las restricciones puedan desencadenar mercancía no deseados, como un estancamiento en la innovación y una pérdida de competitividad mundial.
El debate sobre el comprobación entre seguridad y progreso tecnológico escasamente ha comenzado. Y ahora comienza un período de alegaciones de 120 días, lo que deja abierta la posibilidad de que la compañía entrante de Donald Trump reajuste la norma.
Imagen | Marcos Merino mediante IA
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