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En los últimos primaveras, las herramientas de IA han irrumpido con fuerza en la actos cotidiana de la programación. Modelos como ChatGPT o Copilot prometen acelerar el trabajo de los desarrolladores, difundir código en cuestión de segundos y hasta sugerir patrones de diseño. Pero, más allá de la fascinación original, además han surgido ya voces críticas adentro de la propia comunidad de desarrolladores.
Una de ellas es la de Alex Kondov, ingeniero de software que, en su blog, ha planteado una consejo incisiva: el problema no es usar IA para programar, sino hacerlo sin cuidado ni criterio. El problema, claro, es que tener la IA a mano es poco que muchos se toman como un incentivo para 'sobrevenir' del criterio.
Kondov arranca con una manifiesto que desmonta cualquier falsa polémica: "No quiero conocer cómo llegó el código a tu IDE. Podría acontecer nacido de tus dedos, de un foro, de un LLM o de una simulación con monos infinitos. Lo que me importa es lo que se fusiona en el repositorio".

En otras palabras, la aparejo no es el problema; lo es la descuido de responsabilidad. Cuando un desarrollador aprueba un "pull request", sus preocupaciones deberían centrarse en tres puntos esenciales:
La señal surge cuando aparecen fragmentos que, aunque funcionales y hasta elegantes, delatan su origen involuntario: implementaciones completas de utilidades ya existentes en el plan, configuraciones globales alteradas sin condición o clases en un ecosistema que adoptó explícitamente el molde pragmático. Es opinar, soluciones técnicamente válidas, pero ajenas a las convenciones del equipo.
Para Kondov, el 'vibe coding' se define por ser un estilo de avance en el que todo parece correcto en apariencia, pero chirría en el contexto: y según afirma, esa desconexión no la genera la IA por sí sola, sino la descuido de criterio al aceptarla sin ajustes.
El autor comenta una relato que presenció usándola como metáfora: un camarero novato en una cafetería, intentando preparar cafés con prisa en presencia de una fila de clientes. El resultado: bebidas mal hechas, derrames, caos.
En su opinión, la programación presente vive un momento similar: obsesionada con la ligereza de entrega, sacrificando calidad y principios fundamentales.
Kondov confiesa que esperaba encontrarse con esa clase de tentaciones con el radio de finanzas —los que presionan por disminuir costes—, pero se ha sorprendido al ver que muchos de sus propios colegas programadores son quienes abandonaron estándares cuidadosamente construidos durante décadas, en nombre de la velocidad.

El mensaje central de Kondov no es un rechazo a la IA, sino una exhortación a usarla adecuadamente. Reconoce el mérito técnico de los modelos de verbo y su potencial para mejorar la productividad. Pero enfatiza:
De ahí su recomendación actos: escribir mejores prompts, especificar qué librerías usar, dar ejemplos, trabajar en archivos pequeños y, sobre todo, seguir los principios de siempre. La IA puede ser un partidario, pero no sustituye el querella profesional.
Imagen | Marcos Merino mediante IA
En Genbeta | Sobre el papel la IA es un catalizador violento para disparar la productividad programando. Un estudio ha demostrado lo contrario
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