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En la última período, el discurso sobre la "civilización corporativa" se ha convertido en un mantra omnipresente en las empresas. Normalmente, se invoca como homólogo de compañerismo, motivación y cohesión de equipo, pero con frecuencia encubre dinámicas muy distintas.
Y es que, bajo esa apariencia de entusiasmo colectivo, muchas empresas impulsan actividades que se anuncian como voluntarias, aunque en verdad son impuestas y sin compensación económica. Lo que se presenta como una oportunidad para acorazar vínculos laborales acaba transformándose, en muchos casos, en una extensión fraude de la recorrido de trabajo.
Un ejemplo reciente surgido en la comunidad r/antiwork de Reddit expone claramente esta clase de situaciones: un empleado denuncia que fue convocado a un evento de 'team building' (construcción de equipo) "divertido y obligatorio"... un sábado —el único día que puede advenir completo con su hijo— y que, al negarse, fue procesado por su presidente de no estar "comprometido con la civilización de la empresa".
Este caso, más allá de lo curioso, permite rajar un debate más amplio sobre los límites entre la vida sindical y personal, y los abusos normalizados en el entorno corporativo.
La advertencia del empleado fue sólido: "La civilización de empresa no debería significar martirizar el tiempo con mi comunidad para fingir que somos mejores amigos en una boliche".
"Trabajo duro. No falto al trabajo. Hago todo lo que en realidad se requiere de mí. Pero, ¿ahora esperan que los empleados tengan que renunciar con inclinación a su vida personal por una 'recorrido de diversión' a la que ni siquiera se inscribieron… ¿eso es civilización? No, eso es control".
La publicación de su caso en Reddit ha generado miles de reacciones y abrió un torrente de testimonios similares: empleados presionados para asistir a eventos fuera del horario sindical, o para trabajar en "voluntariados" forzados.
En muchos países, la ley establece que si una actividad es obligatoria, debe considerarse tiempo de trabajo y ser remunerada. Sin secuestro, como señalaban varios usuarios del hilo, la verdad lícito no siempre se traduce en honradez ejercicio: aun si el trabajador pudiera obtener una petición en presencia de la autoridad sindical, enfrentaría casi con certeza represalias: despido, acoso o marginación interna.
En América Latina y Europa, aunque los marcos legales suelen ser más protectores que en los EE.UU. (donde ocurrieron los hechos narrados), la civilización del 'compromiso total' incluso ha ido consolidando... adjunto con la moda de las 'convivencias de empresa' y las 'dinámicas de grupo'.
En verdad, ya hace tiempo que expertos como el sociólogo francés Vincent de Gaulejac ('La sociedad enferma de mandato', 'El coste de la excelencia') venían advirtiendo que la mandato moderna utiliza el discurso del entusiasmo y la billete como formas sutiles de control emocional.
Así, en circunstancia de imponer órdenes directas, las organizaciones apelan a la honradez afectiva:
"Sé parte de la comunidad".
"Piensa como nosotros".
"Ama lo que haces [lo que te mandamos hacer]".
Este tipo de civilización corporativa traslada la responsabilidad del bienestar al individuo: si no encajas, si te sientes rendido o no disfrutas las actividades, el problema no es la dinámica sindical, sino tu "desliz de talante".
De este modo, el sistema no solo exige productividad, sino incluso adhesión emocional —una colonización del tiempo y de la identidad personal.
Imagen | Marcos Merino mediante IA
En Genbeta | Tu empresa parece una secta
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