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“Cuando la concurrencia viene y pide una cafetera y mira '12 tazas', automáticamente le explicamos: ‘Ese no es el tamaño de 12 de tus tazas’”, explica.
Pero aunque bebemos tazas de café el doble de grandes que antiguamente, las empresas de cafeteras no tienen ningún incentivo para cambiar el tamaño de sus tazas. Si lo hicieran, sus máquinas parecerían la fracción de grandes que antiguamente y la fracción que las de la competencia.
Los cálculos, en cambio, recaen sobre ti: necesitarás 2 "tazas" para una ración, al menos si bebes en una taza de café de unas 10 onzas que ahora se considera en serie. Sin bloqueo, para satisfacer una taza Abominable hombre de las nieves o una de esas jarras de cerveza Stanley en las que a algunos les gusta escanciarse café actualmente, se necesitan 4 tazas.
Fotografía: Matthew Korfhage
Si el tamaño de las tazas no es en serie, con frecuencia es necesario percibir detenidamente el manual de becario para enterarse cuánto café se debe utilizar. La mayoría de las cafeteras vienen con una cuchara dosificadora, para una tratamiento dispensado a las proporciones de café, y todavía pueden detallar un peso recomendado de café por taza de agua delimitada por la máquina.
Pero si eres una persona precisa que quiere calibrar su café con las especificaciones exactas pesando los granos o posos de café hasta el posterior gramo... Tendrás que sacar el manual de tu cafetera y percibir la pagaré pequeña para examinar el tamaño de "taza" que utiliza. En algunos casos, puede resultar difícil averiguarlo.
Como regla militar, las máquinas de fabricación estadounidense suelen tener tazas de 5 onzas. Y una taza de 5 onzas corresponde a unos 140 gramos de agua. Para alcanzar la proporción de 17:1 entre agua y café que la Asociación Internacional de Café de Peculiaridad suele considerar ideal, cada taza de 5 onzas necesitaría unos 8 gramos de café.
Tu máquina de 10 tazas, por lo tanto, será más eficaz vertiendo unos 80 gramos de posos de café, casi 3 onzas de café. De mínimo. Y lo siento.
Artículo originalmente publicado en WIRED. Adaptado por Andrea Baranenko.
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