Las grandes de la IA están llevando a la práctica su alternativa a la jornada laboral de 4 días: 100 horas por semana

Las grandes de la inteligencia sintético viven en una carrera contrarreloj. Los desarrolladores y científicos de IA de empresas como Anthropic, Google DeepMind, Microsoft, Meta y OpenAI están trabajando jornadas de entre 80 y 100 horas semanales para no quedarse antes en el expansión (como le pasó a Meta con Llama 4), según un reportaje del Wall Street Journal.

Son prácticas parecidas lo que Elon Musk lleva abriles defendiendo en Tesla o SpaceX. El propio Musk ha presumido de trabajar más de 100 horas por semana y ha llegado a pernoctar en la taller de Tesla. Cuando compró X, llegó a ocurrir clan durmiendo en la sede de Twitter, sólo porque el magnate había puesto plazos imposibles de cumplir (y sin nulo que arreglar con prisa para cumplir con inversores, por ejemplo)

Ahora, esa misma mentalidad se ha filtrado en los laboratorios de IA: una mezcla de obsesión, necesidad y competencia feroz que convierte la carrera por dominar la IA en poco extremo. Algunos investigadores lo justifican como una referéndum personal o una etapa histórica, pero detrás hay una presión evidente: quien no acelere, se queda fuera.

Y, en cierto modo, tiene razonamiento interna en el interior del sistema: las compañías están quemando (sí, quemando, aseverar cambiar quizá se queda corto) cantidades ingentes de patrimonio. En el caso de Meta, por ejemplo, quizá en la trayecto de lo que ya estaban invirtiendo en en metaverso, pero ahora con el añadido de que para formar un equipo de superinteligencia han llegado a ofrecer compensaciones de 1.000 millones de dólares por fichar por el equipo.

Lo mismo ocurre en OpenAI, donde están depositadas todas las esperanzas para alcanzar la inteligencia sintético militar (AGI) pronto. De no ocurrir en un plazo que expertos sitúan en 10 abriles, el castillo de naipes peligra. Anthropic, con enormes cantidades de inversión externa, sigue un camino parecido.

Se buscaba trabajar menos, pero se impone lo contrario

Lo paradójico es que este maniquí contrasta frontalmente con los experimentos laborales que han ido demostrando que para conquistar mejoras de productividad, viene acertadamente trabajar menos. En 2019, Microsoft Japón redujo su semana profesional, obligando a 1.300 empleados a trabajar cuatro días sin desmontar sueldos y registró un aumento del 40% en productividad. Iniciativas similares en Islandia, Reino Unido o España han mostrado que menos horas no significan pequeño rendimiento, sino trabajadores más concentrados, menos agotados y con longevo creatividad. El maniquí funciona hasta en policía y talleres.

En cambio, el ecosistema de la IA parece moverse en la dirección opuesta, hacia el prohibido modelo 996 de China. La promesa de construir sistemas superinteligentes antaño que la competencia ha generado una especie de fiebre científica en la que los límites personales se desdibujan. “No hay punto de parada natural”, confesaba una investigadora de DeepMind. Muchos de estos profesionales ya son millonarios, pero afirman que no tienen tiempo para ajar su patrimonio, ver a sus familias o incluso descansar.

Lo paradójico es que la IA puede conservarse a ser una útil que, acabe o no con millones de puestos de trabajo, puede ocasionar tiempo vacante y liberar cargas. Intentando construir el futuro, Silicon Valley está en el pasado. En los 80, el equipo que creó el Mac llamativo hablaba de lo mismo: jornadas de entre 90 y 100 horas, dormían en la oficina, comían pizza y se duchaban en el pabellón de Apple. Hubo varios casos de divorcios, y lo mismo se repitió en los 2000 en el equipo del iPhone, en ese Club de la Lucha extremo.

Imagen | Amanz y Vitaly Gariev en Unsplash
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