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Ya hemos gastado que mientras que hace unos primaveras se hablaba mucho de la aniquilamiento por atraer talento, ahora parece más acertadamente que existe una aniquilamiento contra el talento. Los directivos que tratan mal a sus empleados ya no parecen poco separado. Podemos recapacitar las palabras del CEO australiano Tim Gurner, de la inmobiliaria Gurner Grup, que aunque luego admitió desdecirse de sus palabras (tras la enorme polémica montada) dijo en un armonía sabido que "necesitamos ver como el desempleo aumenta hasta el 40 o 50% y ver cómo la posesiones sufre para recordarle a la gentío que ellos trabajan para las empresas, no al revés".
Pues ahora hay expertos convencidos en que estamos viviendo un "Gran Resentimiento" de los líderes de empresas, como respuesta a aquella época de finales de 2022 en la que millones de empleados tomaron las riendas de sus carreras laborales y protagonizaron lo que se bautizó como "La Gran Dimisión" (que en España parece seguir vivo).

Según analistas de Fortune, estamos viviendo un cambio en el poder gremial con jefes muy estrictos, con la idea de "porque yo lo digo" como excusa perfecta para dar órdenes y consideran que es la secuela de la Gran Renuncia, cuando la escasez de mano de obra obligó a los líderes empresariales a desembolsar aumentos salariales y cumplir con las exigencias de sus empleados.
Ahora, este prospección acento de una "venganza por los excesos de los trabajadores que olvidaron quién estaba positivamente al mando". Y es que la situación cambió a finales de 2022. Las empresas comenzaron a escasear a menos personal y pasamos a los despidos masivos. Un informe de ZipRecruiter de 2023 mostraba que casi la medio de las empresas estadounidenses encuestadas admitieron ocurrir escaso los salarios anunciados para ciertos puestos, justificando las reducciones como un reajuste tras el frenesí de contrataciones de primaveras anteriores.

Con el refrigeramiento de la demanda de nuevos profesionales y el aumento de los despidos hasta 2024, el poder de negociación está volviendo a estar en manos de los empleadores. Según Fortune, la fruncimiento del mercado gremial, marcada por la disminución de las vacantes y el aumento del desempleo en Estados Unidos, ha escaso la influencia de los empleados y ha dejado a los jefes con la delantera.
En España el panorama se muestra diferente en estos momentos, pero no sería la primera vez que las tendencias de Estados Unidos se replican en muchos otros países del mundo un tiempo posteriormente. En Europa se acento mucho en estos momentos de la renuncia silenciosa.

Incluso, las órdenes de exigir a las personas retornar a las oficinas sin una razón de peso llamativo podría ser una forma de venganza por los primaveras en los que los empleados tenían las rienda de las decisiones y una forma de establecer más disciplina. No hay que olvidar que hay investigaciones que han confirmado lo que se sospechaba previamente: para algunos empleadores, estas exigencias han sido una forma de disminuir la plantilla al punto que disimulada. Ya vimos cómo un hábil que lleva 20 primaveras asesorando sobre teletrabajo a empresas ha dicho que ve el debate entre jefes y empleados más polarizado que nunca.

Esta "gran venganza" no ha quedado sin respuesta. Los trabajadores descontentos, especialmente la Gestación Z y los millennials, están impulsando una nueva tendencia: la "renuncia por venganza". A diferencia de la "renuncia silenciosa" o la "desconexión lenta", la renuncia por venganza es abrupta y, a menudo, se produce en el momento preciso para causar la máxima disrupción, como durante períodos críticos para la empresa.
Imagen | Foto de Hunters Race en Unsplash
En Genbeta | Con los despidos masivos y la IA sustituyendo a gentío, hay jefes que se han venido en lo alto: no se cortan y maltratan a los empleados
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