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La primera ministra de Japón desata la polémica reuniendo a su equipo de madrugada en un país azotado por las muertes por exceso de trabajo

Publicado el 
noviembre 18, 2025

La aparición de Sanae Takaichi al cargo de primera ministra de Japón fue aviso por tratarse de la primera mujer en la historia del país en acomodarse dicho puesto. Sin confiscación, ahora copa titulares por otra razón: la polémica que desató tras convocar a su equipo de colaboradores a una reunión a las 3 de la amanecida, casi nada unas semanas luego de responsabilizarse el poder.

En un país afectado por los trágicos casos de karoshi —la asesinato por exceso de trabajo—, el rostro de la mandataria ha reabierto un amargo debate en torno a la productividad y el bienestar gremial.

La sesión se produjo con el propósito de preparar respuestas para un comité presupuestario que se celebraría horas más tarde, a las 9 de la mañana. Según Takaichi, su fax —todavía una aparejo muy utilizada en la burocracia nipona— se había atascado, por lo que decidió trasladarse personalmente a la residencia oficial para revisar documentos pegado a sus asistentes. La reunión se extendió durante unas tres horas.

Un país sensible al agotamiento gremial

Como decíamos, el problema no reside tanto en lo intempestivo de la hora como en el contexto social en el que se produjo. Japón se encuentra desde hace primaveras inmerso en una lucha contra las largas jornadas laborales y el detrimento de la vigor física y mental de sus trabajadores.

Los casos de karoshi (muertes por exceso de trabajo) han ocupado titulares internacionales y motivado reformas para localizar las horas extraordinarias, particularmente tras la asesinato de Matsuri Takahashi, una novicio empleada de Dentsu que se suicidó en 2016 tras registrar más de 100 horas extra en un solo mes.

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Este tipo de actuaciones no hace sino avivar el temor —ya presente entre trabajadores, sindicatos y expertos— de que el nuevo gobierno adopte una recta más dura respecto al tiempo de trabajo, en un país ya fatigado por décadas de presión gremial constante.

Así, este episodio generó críticas inmediatas tanto de la examen como de la opinión pública. Yoshihiko Noda, ex primer ministro, describió la atrevimiento como "una insensatez" e insistió en que, aunque la líder quisiera trabajar hasta altas horas de la sombra, no debía tirar a sus colaboradores:

"Todo el mundo está en la cama a esa hora del día".

La diputada Midori Matsushima, del oficialista Partido Dadivoso Tolerante, afirmó, sin confiscación, que incluso una "adicta al trabajo" como Takaichi no elegiría trabajar a esas horas si no fuera necesario.

La civilización política y el mensaje del sacrificio

La reunión nocturna no fue un hecho marginado, sino poco totalmente coherente con la imagen pública que Takaichi ha cultivado durante primaveras: la de una dirigente incansable, casi ascética, que presume de sobrevivir con casi nada dos a cuatro horas de sueño al día. La propia mandataria lo admitió en presencia de el Parlamento, señalando incluso las ojeras como prueba de su escaso alivio. "Probablemente sea malo para mi piel", bromeó.

La mandataria no oculta su rechazo al concepto de consistencia entre vida personal y gremial. Durante su campaña para liderar el Partido Dadivoso Tolerante —que luego la llevó al cargo de primera ministra—, prometió dejar de costado el consistencia entre vida personal y gremial, y optar, en cambio, por "trabajar, trabajar, trabajar, trabajar y trabajar".

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Sus palabras fueron recibidas con preocupación por las familias de víctimas de karoshi, para quienes este tipo de retórica perpetúa el ciclo de autoexigencia extrema que tantos japoneses sufren.

Mal ejemplo, ¿peores alternativas?

La apetencia gremial de Takaichi no es solo 'de embocadura', puesto que desde que asumió la presidencia del Gobierno, su memorándum ha sido frenética: billete en una cumbre de la ASEAN en Malasia, encuentros con Donald Trump y Xi Jinping en el entorno de diversas reuniones internacionales, y tensiones crecientes con China por sus declaraciones sobre un posible papel militar japonés en un conflicto en el Estrecho de Taiwán.

En medio de estas actividades diplomáticas de stop nivel, la líder ha confesado que es prácticamente ficticio relajarse.

Muchos temen que su estilo de liderazgo precipite un impacto cascada en la Delegación pública y en las empresas japonesas, donde los superiores suelen servir como maniquí —y medida— de compromiso profesional. Al promover activamente la productividad extrema, Takaichi podría reanimar la idea de que el sacrificio personal es un requisito para el éxito gremial, precisamente ahora cuando Japón intenta orientar su civilización del trabajo con destino a prácticas más saludables.

El Gobierno, de hecho, estudia actualmente relajar los límites de horas extraordinarias, un esquema que la primera ministra apoya argumentando que muchos trabajadores dependen de ese ingreso adicional, y que teme que la reducción del cuota de horas extra empuje a la población a agenciárselas segundos empleos aún más dañinos.

Imagen | Marcos Merino mediante IA

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