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Abonar por suscripciones me cuesta. Por un costado, porque supone aumentar los gastos fijos: un poquito de aquí, otro poquito de allá y no es difícil plantarse en más de 50 euros mensuales en estos menesteres. Por otro, porque tengo la sensación de que a veces no se aprovecha, sirva como ejemplo ese mes de Netflix en el que no ves nadie pero pagas religiosamente.
En el caso de las fotos, porque lo siento un camino de no retorno: los móviles cada vez hacen mejores fotos y el contenido audiovisual cada vez pesa más. ¿Consecuencia? Vas a ir sumando cada vez más gigas y por ende, sumando más euros a tu suscripción de almacenamiento en la montón.
Sea como sea, cuando Google Fotos dejó de ofrecer almacenamiento ilimitado, lo sentí como una puñalada (dialéctica, por otra parte: primero echan el arponcillo y picas, luego toca acontecer por caja): esa utilidad que me había venido tan proporcionadamente para tener a mano mi contenido audiovisual en cualquier costado y olvidarme de la molesta de tener que acontecer mis fotos y vídeos a la vieja rutina. A posteriori, las alternativas de montarte tu propia montón o usar otros servicios de almacenamiento en servidores... o no. Porque yo quería seguir usando Google Fotos pero no estaba dispuesta a remunerar: liberar espacio fue esencial, pero luego hice uso de un trocha para disponer del almacenamiento de Google circunscrito, de forma ilimitada.
Me explico: cada cuenta de Google dispone de 15GB de almacenamiento, a distribuir entre servicios como Gmail, Drive o Google Fotos. Si sobrepasas ese conclusión, o haces destreza o toca acontecer por caja. Hecha la ley, hecha la trampa: conseguir más espacio en la cuenta es una función de suscripción, pero tener cuentas de Google no.
Así que sigo teniendo mi cuenta principal para mi correo electrónico y poco de contenido esencial, pero me he creado más cuentas de Google para economizar archivos importantes para mí, sirva como ejemplo la copia de WhatsApp. Porque sí, sirve para las fotos, pero además para backups.
Hacerse una cuenta de Google no tiene mucho enigma y se puede hacer desde el móvil, la tablet o el ordenador: en el navegador vamos a Google estando fuera de nuestras cuentas y allí, al intentar iniciar sesión con otra cuenta diferente a las nuestras aparecerá la opción de 'Crear cuenta'. Pespunte con seguir las instrucciones y en pocos pasos tendremos una nueva cuenta. Mi consejo por practicidad es ponerle un nombre específico. Así, si por ejemplo mi cuenta principal podría ser poco como [email protected], la nueva podría ser [email protected].


Con la nueva cuenta creada (lo estoy haciendo con una, pero podemos crearnos más según lo necesitemos), luego tocará configurar nuestros respectivos dispositivos. Quiero opinar, en el ordenador podemos deslizar o subir las fotos para tenerlas allí (imagina por ejemplo una cuenta [email protected]), pero lo más interesante es añadir la cuenta al teléfono para que las fotos se suban a ese Google Fotos secundario.
Esto pasa por descargar la aplicación de Google Fotos en el móvil (en mi caso tengo un iPhone, por lo que no viene de serie), arreglado infundado para App Store y para Google Play Store e iniciar sesión con esa cuenta concreta. A posteriori, habilitamos la copia de seguridad y sincronización con ella. Eso sí, previamente habremos desactivado la copia de seguridad con la cuenta diferente para evitar duplicidades y utilizarse más espacio y ligero. Es cierto que el espacio sigue sin ser ilimitado y conlleva trastornar cierto tiempo en crear cuentas y configurarlas, pero a día de hoy me merece la pena.
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