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Joe Grand, más conocido por su apodo hacker "Kingpin", lleva ya un tiempo siendo una figura venerada en la comunidad de la ciberseguridad. Desde su legendaria décimo en L0pht Heavy Industries —el colectivo de hackers que advirtió al Senado de EE.UU. que podían "derribar Internet en 30 minutos"— hasta sus innovaciones como el primer 'badge' electrónico de la conferencia de hacking DEFCON, su carrera ha estado marcada por la curiosidad y el deseo de compartir conocimiento.
Sin retención, todo cambió en 2022 cuando recuperó el equivalente a dos millones de dólares de un monedero de criptomonedas que se creía inaccesible.
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La historia comenzó con un correo electrónico: un hombre llamado Dan escribía a Joe con una petición desesperada. Había perdido el llegada a su cartera encriptada Trezor tras olvidar la contraseña de la misma. Hexaedro el valencia monetario de su contenido, la pérdida era terrible...
....pero la cosa pintaba mal: las carteras Trezor están diseñadas con sistemas de seguridad que, en caso de múltiples intentos fallidos, borran automáticamente su contenido.

Para Joe, sin retención, esto representaba un desafío encantador: aprendió técnicas avanzadas de inyección de fallos —una forma de alterar eléctricamente el comportamiento de un chip— y, posteriormente de meses de trabajo meticuloso, logró aceptar a los datos de la cartera. Documentó el proceso en un vídeo publicado en YouTube, que rápidamente se volvió vírico.
En pocos días, millones de personas vieron cómo este hacker de hardware hacía lo inalcanzable. Para la mayoría, fue una historia inspiradora. Pero para Joe, fue el inicio de una bucle inesperada de problemas.
El vídeo trajo consigo una avalancha de atención indeseada. En cuestión de días, empezaron a aparecer cuentas falsas de Joe en Instagram, Twitter, Telegram y otras plataformas: individuos inescrupulosos comenzaron a hacerse ocurrir por él, prometiendo a otras personas recuperar criptomonedas perdidas… a cambio de plata.
"Me escribió un tipo diciendo que ya me había pagado por ayudarlo con su cartera, pero yo no tenía idea de qué hablaba", recuerda Joe en una entrevista. Uno de sus propios hijos lo ayudó a encontrar la cuenta falsa que había estafado al hombre. Era solo una de muchas.

Desde entonces, Joe se ha convertido en el protagonista involuntario de una red de estafas que usan su nombre e imagen para engañar a víctimas desesperadas. Los estafadores suelen contestar a vídeos o publicaciones relacionadas con criptomonedas, animando a los usuarios a contactar a "Joe Grand" —pero usando direcciones tan sospechosas como '[email protected]'—, y prometiéndoles soluciones milagrosas.

"No soy demasiado activo en las redes sociales, pero aquí están mis cuentas oficiales. Esperemos que esto reduzca el número de suplantadores de Joe Grand que están tratando de estafar a la familia".
El problema de estas estafas no giraba sólo en torno al daño crematístico que causaba a terceros, sino asimismo al desgaste personal de propio Joe: él, que nunca fue concubina de las redes sociales, se vio forzado a establecer presencia oficial en todas las plataformas posibles. Tuvo que habilitar mensajes directos, repasar cuentas, crear canales de comunicación seguros e incluso difundir su propio Discord, alentado por su hijo adolescente.
Y aun así, no es suficiente. Por cada cuenta falsa que logra cerrar, surgen varias más. Para alguno que no posee ni un satoshi —no invierte en criptomonedas y no planea hacerlo—, la experiencia le ha dejado un sabor amargo. "Hay cosas interesantes en la tecnología blockchain, pero el ecosistema está plagado de estafas, shitcoins y promesas vacías".
Imagen | Jason Scott (vía Wikimedia) + Marcos Merino mediante IA
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