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A sus 83 abriles, Brian Kernighan —lema viva de la informática por su papel fundamental en la creación de Unix en los laboratorios Bell y coautor, conexo a Dennis Ritchie, del célebre manual The C Programming Language (1978)— sigue impartiendo clases en Princeton y participando en conferencias donde comparte saludos, opiniones y advertencias sobre el mundo del software.
Una de sus intervenciones más recientes ha girado en torno a dos temas muy relacionados con sus creaciones: la conflictiva relación entre los lenguajes C y Rust, adicionalmente de sobre los cambios experimentados en el ecosistema Unix en las últimas décadas.
Uno de los temas más recurrentes en las entrevistas y charlas con Kernighan es la creciente popularidad de Rust, lengua diseñado con la seguridad en memoria como bandera y que algunos plantean como sustituto natural de C. Sin retención, su experiencia personal con Rust dista de ser positiva.
En una sesión de preguntas y respuestas durante el festival Vintage Computer East, Kernighan confesó sobrevenir escrito un único software en Rust… y haberlo vivido como una auténtica tortura.
"Oohhh, Rust. [...] No pude comprender los mecanismos que se requerían para certificar la seguridad de la memoria, en un software donde la memoria ni siquiera era un problema".
Según afirma, lo que en C u otros lenguajes le habría tomado cinco minutos, en Rust se convirtió en días de trabajo. Sus críticas fueron claras:

Aunque reconoce su escasa destreza con Rust y admite cierto 'cinismo' por su parte, se muestra convencido de que este lengua no sustituirá a C en el corto plazo. La razón, explica, es doble: C sigue siendo una útil madura con décadas de proceso, y Rust aún necesita consolidarse.
Por si no lo habías deducido de su exploración de Rust, Kernighan no se ha quedado anclado en la nostalgia. Si proporcionadamente en sus charlas recuerda con cariño el esfera cooperativo y creativo de Bell Labs, pero además reconoce que Microsoft ganó a Unix la batalla durante los abriles 80 y 90.
Hoy, sin retención, observa con cierta ironía cómo Unix vive oculto en casi todos los dispositivos modernos: desde macOS e iOS hasta Android. Lo que le resulta frustrante es que, a diferencia de los viejos tiempos, esos sistemas ya no están tan abiertos al sucesor técnico:
> “Me irrita que debajo de mi teléfono haya un sistema con el que podría hacer cosas… ¡pero no tengo golpe a él!”
No fue el único tema sobre el que opinó: en lo que respecta las distribuciones de Linux, reconoce usarlas de forma indirecta en su trabajo en Princeton, aunque confiesa no tener una favorita.
Cuando le preguntaron por NixOS (una popular 'distribución inmutable' de Linux) o sobre HolyC (una transformación exótica de C creada por el sorprendente Terry Davis), su respuesta fue honesta: simplemente no tiene ni idea de qué son.
Pero si proporcionadamente no es fan de la nostalgia, siquiera cae en el vicio contrario y, remotamente de la reverencia al progreso, Kernighan no duda en ofrecer una visión escéptica sobre el estado del software contemporáneo. En presencia de la petición de resumir en diez palabras o menos su opinión sobre la industria, no duda en soltar un
> "Mucho de esto apesta".

Señala el exceso de complejidad, la desidia de estabilidad y la orientación excesiva en torno a productos de consumo, alejados del espíritu libre y real que marcó los orígenes de Unix. Y aunque valora avances como Linux o las nuevas herramientas que han ido surgiendo, mantiene que la comercialización ha diluido parte de la esencia colaborativa de la informática.
Otro de los temas que surgió en su charla fue el papel de los modelos de lengua y la inteligencia químico en la programación. Kernighan reconoció, con ironía, que sus pruebas con IA no fueron del todo satisfactorias y que invalidaban un principio que él mismo defendía, que "los programas que escriben programas suelen hacerlo mejor que los humanos".
Aun así, remotamente de caer en el pesimismo, ofreció un consejo animador a los jóvenes programadores:
Imagen | Marcos Merino mediante IA + Wikimedia
En Genbeta | La Casa Blanca pidió a la industria que no programara en C++. Su creador ha respondido de forma tajante
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