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Elon Musk es tan brillante como gilipollas. "Parece que el pack completo es así"

Publicado el 
mayo 31, 2025

Tras semanas de rumores e insinuaciones, hace un casi nada un par de días que Elon Musk ha confirmado que deja la política haciéndose a un costado del gobierno de Trump como motor del DOGE, un auténtico azote para el funcionariado y la Filial de Estados Unidos. Y lo hace para retornar a dedicarse a tope a sus empresas, que no son pocas ni pequeñas: X, Tesla, SpaceX, entre otras.

A Elon Musk le gusta controlarlo todo al milímetro, poco que ha intentado implantar en el Área de Eficiencia Estatal con mano dura. Así, entre su historial de acciones se encuentran despidos de funcionariado,  los emails ultimátum o tratar de implantar la etapa gremial de 120 horas semanales, una hoja de ruta que sin ir más acullá ya vimos cuando compró Twitter.

Que trabajar con el multimillonario no es manejable es poco que puede vislumbrarse tirando de hemeroteca con su historial de desencuentros y formas, pero eso sí: todavía es de conciencia registrar su pretensión desmedida y que ha tenido su éxito. ¿Vale la pena? Una antigua mano derecha lo explica en la historia de Walter Isaakson del patrón.

¿Merece la pena remunerar el precio?

En 2007 Elon Musk habló con Michael Marks, inversor de Tesla, para que este se convirtiera en director universal de la empresa de coches eléctricos. Con una experiencia exitosa en el mismo puesto en Flextronics, (había convertido a esta industria de servicios para la industria electrónica en líder) tirando de integración erguido, parecía el candidato ideal para el puesto.

Al principio todo iba perfectamente, tan perfectamente que como explica Marks "Bebíamos morapio y acentóbamos de tonterías", pero como cuenta en el obra de Walter Isaacson, un día se le ocurrió la idea de proporcionar orientación en la dirección de empresa en punto de remitirse a materializar los deseos de Elon Musk. Dirigir, al fin y al lado.

Fue entonces cuando comenzaron los enfrentamientos. El primero se produjo por los calendarios imposibles de Elon Musk, demasiado optimistas para los tiempos reales de producción, lo que provocaba que las arcas de Tesla se vaciaran. Así que los canceló. Igualmente comenzó a funcionar como suavizante de los modos de Musk frente a la plantilla.

Según Michael Marks, "Elon, directamente, ni es una persona muy respetuosa ni prostitución perfectamente a la muchedumbre", poco que por otra parte de ser una cuestión de modales, todavía afectaba a la empresa. Más concretamente, a la hora de detectar problemas: "Le dije que la muchedumbre no le contaba la verdad porque se sentían intimidados. Musk podía ser colosal, un tropelíán". Por su parte, Musk dice de Marks que nunca quería despedir a nadie.

Finalmente, mientras que el sudafricano quería macroempresas donde entrara la materia prima y salieran los coches, su entonces director universal apostaba por asociaciones con fabricantes experimentados. La relación profesional entre Marks y Musk acabó pronto con el primero abandonando la empresa.

El tiempo le dio la razón a Musk en su idea de controlar todos los aspectos de la fabricación, pero en otras cuestiones no está tan claro. Preguntado sobre la posibilidad de que la "configuración de su cerebro" del sudafricano (es Trastorno de Espectro Autista) pueda explicar o excusar su comportamiento, Marks es tajante:

He perfecto metiéndolo en la misma categoría que Steve Jobs, esto es, personas que, simplemente, son gilipollas, pero logran soportar a lado tal nivel de cosas que lo único que puedo hacer es contemplarlos y afirmar: “Parece que el paquete completo es así”

¿Renta la existencia de estos genios "gilipollas"? La respuesta corta de Michael Marks es que sí. Así, explica que 'si el precio que el mundo paga por este tipo de logros es que haya un auténtico gilipollas detrás de ellos..., bueno, quizá, a lo mejor merece la pena remunerar el precio. Al menos así es como he perfecto pensándolo yo'. Eso sí, a él no le gustaría ser así.

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Portada | Flickr (Gage Skidmore), Unsplash (Dmitry Novikov)

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