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La inteligencia industrial ha llegado pisando con fuerza a diferentes sectores con opiniones encontradas. Así, en el ámbito profesional hay quien piensa que la IA va a disparar la productividad y mejorar el rendimiento mientras que otras personas consideran que sus trabajos corren peligro. Eso sí, hay un ocupación donde la inteligencia industrial ha sido recibida con los brazos abiertos: la comunidad estudiantil. La IA puede convertirse en tu mejor aliada y por otra parte, por qué no decirlo, se puede hacer trampas mejor que nunca.
Desde las míticas chuletas hasta internet y la Wikipedia o Encarta, los y las estudiantes nunca habían tenido una utensilio capaz de cargar textos y trabajos personalizados de acuerdo a sus evacuación y formatos con "solo" redactar un buen prompt. La consecuencia es un recreo del pícaro y el ratón entre profesorado y estudiantes donde los primeros tienen todas las de perder: la IA avanza a pasos de cíclope y los detectores no son fiables.
Pero más allá de ingeniárselas para elaborar nuevas formas de evaluar conocimientos por un costado y por otro, preparar el mejor prompt posible, que haya una utensilio al efecto de la mano de cualquiera capaz de preparar un buen trabajo por ti (al menos, para que apruebes), esconde poco más formal: desalienta el estudios, poco de lo que algunas personas de la Gen Z ya se han legado cuenta. Esa frustración a la que todo el mundo se ha enfrentado cuando un problema no sale y no entiendes poco y tienes que observar, releer, hacer disquisición y error y acogerse a preguntar.
Como resume Nicholas Carr, escritor estadounidense sobre tecnología y negocios (en cuyo currículum aparecen medios como el New York Times), cuando una persona usa una máquina para automatizar una tarea para hacer poco pueden ocurrir tres cosas:
¿De qué depende cada una de las vías? Del dominio de la disciplina en cuestión. Lo vemos mejor con un ejemplo: si eres un dev con mucha experiencia y recurres a ChatGPT para ayudarte a depurar unas líneas, puede que encuentres fallos y descubras nuevas formas de solucionar un problema. Si estás aprendiendo, ese proceso de darle vueltas a las cosas, padecer y descubrir se ve cercenado por esa mano "amiga" de la IA. La praxis.
Pero ojo, incluso en ese caso de dominio, si seguimos usando la inteligencia industrial más y más (al fin y al mango, lo hace asaz aceptablemente) de forma continua, terminaremos reduciendo la frecuencia de desempeño de esa ocupación, lo que se traduce en que en el medio y liberal plazo la diplomacia irá mermando. Estamos dejando de entrenar esa capacidad: le pasa al dev y igualmente le pasa a mi padre, un carpintero retirado desde hace un par de primaveras al que ahora le cuesta más trabajar con la madera por la errata de praxis. Se oxida.
Oxidarse es malo, pero no educarse es todavía peor. Con la progresiva implementación de la inteligencia industrial en diferentes escenarios veremos los tres casos, pero el tercero es especialmente sangrante: los estudiantes de ahora serán los profesionales del mañana, que sabrán utilizar a la máquina pero no lo hay detrás. Pasará relación al talento y el ingenio de los mejores profesionales, a los que les faltará praxis.
Lo peor es que la inteligencia industrial puede estilarse de principio a fin en el ámbito estudiantil y ya desde el instituto: para ahorrarse el trabajo de observar y escribir, para resumir y comprender conceptos, para entender discernir el brizna de la paja. No son tareas "especializadas", sino básicos para la vida diaria. Usar la inteligencia industrial implica revertir básicos del estudios.
Cuando pensamos en un trabajo que un estudiante entrega, el producto es lo de menos: lo más importante es todo el proceso que hay detrás, esa pedagogía que implica inquirir fuentes y hacer una recitación crítica, sintetizar, extraer conclusiones y razonar para componer un conjunto. El resultado es lo de menos, lo importante es el camino, porque es donde radica el estudios. Clay Shirky, Vicerrector de IA y Tecnología Educativa en la Universidad de Nueva York, lo resume como: "el real resultado del curso es la experiencia del estudiante".
Decía mi profesor de ecuaciones diferenciales de la carrera que "falta que no cuesta educarse puede denominarse conocimiento" y es tal cual: para educarse hace errata banderillear con dificultades. Deslizar el bulto antiguamente normalmente suponía suspender o poner parches, pero con la IA generativa y su amplia admisión nos enfrentamos a poco peor: a pensar para qué meterse en ese confusión obsoleto cuando ChatGPT lo puede hacer por ti.
Pero lo que la IA ofrece no es estudios, sino ilusión de estudios. Puede que parezca que con IA haces los trabajos de clase mejor (y atendiendo al exclusivo resultado puede que así sea), pero el resultado final es peor. En pocas palabras: aprendes menos. El resultado de este largo estudio de la Universidad de Pensilvania en 2024 sobre los artículos de la IA en estudiantes de secundaria es demoledor:
"El golpe a GPT-4 progreso significativamente el rendimiento (entendido como las calificaciones, pero al retirar el golpe a la tecnología, los estudiantes rinden peor que aquellos que nunca tuvieron golpe."
Aquí puede darse una paradoja: no obtener suficiencia en habilidades básicas y esenciales del estudios por usar inteligencia industrial se traduce en que cuanto más y ayer usen la IA los estudiantes, peor van a hacer los prompt para usarla. Al fin y al mango para que hacer un buen prompt hace errata entender aceptablemente el problema, a veces hasta dividirlo en subtareas, conocer el contexto y el objeto y efecto. El pez que se muerde la culo
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Portada | Foto de Solen Feyissa en Unsplash y Foto de Nathan Cima en Unsplash
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