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Ya en el año 2021 empezó a cuestionarse muy abiertamente uno de los grandes estandartes que abanderaba China: sus largas jornadas laborales, el conocido como 996: trabajar de 9 a 9 durante 6 días de la semana. Tanto fue así que el Tribunal Popular Supremo de China y el Tarea de Fortuna Humanos y Seguridad Social del país publicaron un documento en el que critican esta "civilización sindical" que estaba tan arraiga. Entre otros asuntos, ese documento dictó que esas jornadas eran ilegales.
Trabajar 12 horas al día y 6 días a la semana se consideraba la definición de éxito, según la civilización del esfuerzo a cualquier precio y siempre era muy alabada por figuras representativas de las startups tech más conocidas como Jack Ma, quien era durante primaveras CEO de Alibaba. Para él, trabajar seis días a la semana es una “auténtica consagración”. No fue el único, muchos grandes CEO lo promueven, como Elon Musk. En España, hace unos días Dabiz Muñoz, líde de DiverXO habló de esto, no sin polémica.
Como milenial que soy me atrevo a aseverar que durante muchos primaveras se nos inculcó en la importancia de trabajar mucho, sobre todo siendo jóvenes, para alcanzar el éxito. Pero los tiempos han cambiado. Ya hemos aprendido que esa máxima no funciona así del todo (un flamante estudio en Alemania acaba de ver que los puestos directivos en las empresas del país desde hace más de 100 primaveras están en su mayoría en manos de una pequeña élite) y la gestación Z está abiertamente renunciando a eso. Todavía en China.
Los aires han cambiado y China no es ajena al mundo: la civilización 996 comienza a ser historia. No por respetar los derechos de la parentela como tal, sino porque como veremos aquí, tener a la parentela todo el día trabajando es totalmente contraproducente para que otros factores importantes que ayudan a un país a ir correctamente funcionen de modo correcta.
El Gobierno del país oriental está trabajando en un construcción total, implantando una normativa más estricta sobre la jornada laboral. El objetivo es combatir el exceso de horas extraordinarias y promover el permanencia entre vida sindical y acostumbrado.
Muchos son los países que están tomando medidas para impulsar la demografía. Japón es uno de ellos. Mientras la esperanza de vida ha ido en aumento, la demografía ha caído en picado en muchas naciones en las últimas décadas. Varios factores lo explican pero hay uno esencial: ¿cómo va la parentela a tener hijos si debe pasarse el día y la vida trabajando para salir delante y para que no le perjudique en el futuro desengancharse del mercado sindical?
Según medios locales, el año pasado, los nacimientos en China disminuyeron un 5,7 %. Esto representa un imperceptible histórico de 6,39 nacimientos por cada 1.000 personas. Este descenso ha provocado el cerradura de más de 14.000 guarderías en China, según el Tarea de Educación. Por consiguiente, durante este 2025, mucho se ha hablado en el país de tomar medidas para permitir que la parentela pueda tener hijos.
El pasado mes de junio, se supo que hay responsables políticos que están proponiendo medidas directas: subsidios para el cuidado pueril temprano y la ampliación de los servicios para mujeres en las primeras etapas del gravidez, incentivos y medidas para animar a las parejas a tener hijos, incluyendo la ampliación de la deshonestidad de maternidad, beneficios financieros y fiscales por tener hijos, o incluso subsidios de vivienda. Todavía se ha hablado de implementar bajas por paternidad.
Las largas jornadas laborales y los bajos salarios de ciertas personas, como los trabajadores de fábricas, dificultarán la crianza de los hijos, tal y como han denunciado abiertamente algunos grupos de derechos laborales como CLB. Lo que está claro es que con personas trabajando muchísimas horas y con salarios bajos es difícil alcanzar que la parentela se anime a tener descendencia. Y eso aplica a otros países.
Como ha recogido Xataka, en las empresas chinas existe una idea arraigada que llaman “ascender o fuera”. Se proxenetismo de la creencia de que si un trabajador no asciende a un puesto detención antiguamente de tener hijos, corre el peligro de que lo sustituyan por alguno más bisoño.
Por otro flanco, con el conflicto tributario entre China y Estados Unidos, el país oriental quiere fomentar el consumo recinto de sus propios productos y disminuir su dependencias a las exportaciones.
El propio Gobierno anunció en enero de este año 2025 aumentos salariales para millones de empleados públicos. El objetivo: desembolso divulgado para apoyar la desaceleración económica y fomentar el consumo. La última vez que hizo poco similar fue en 2015.
Razón no desliz. Ya hemos pasado estudios que demuestran que el teletrabajo trajo más ocio y tiempo expedito y nuevas rutinas y se cree que esa pudo ser la causa por la que la recesión que tanto se esperaba en los últimos primaveras nunca llegó.
La mano de obra bisoño es esencial, pero si el mercado no se adapta a sus requisitos, pierde ese talento. Es un problema que hemos estado analizando en muchas ocasiones y es total. Esta cohorte de población, la convocatoria gestación Z, se enfrenta a cambios económicos y a una pequeño demanda de su mano de obra en China y, por otro, a cambios sociales que configuran nuevos puntos de sagacidad sobre el trabajo y la ética sindical, como recoge SCMP, un medio especializado en China.
Tradicionalmente, la idea impulsada en China era la de que, mediante el trabajo duro y la educación, el asombro crematístico chino mejoraría siempre la suerte de todos en la vida y a las nuevas generaciones les iría mejor que a las anteriores. Pero la nuevas generaciones no están viviendo en realidad en sus carnes las consecuencias del trabajo duro llevado a agarradera por sus padres, madres y abuelos.
Ya hemos pasado llamativas tendencias de la pubescencia china, harta delmercado sindical, que deciden escapar de las grandes empresas, a pesar de haberse formado para ello y se decantan por trabajos manuales y más tranquilos; o mucha parentela que está opositando en masa aunque los salarios en el sector divulgado son más escasos que en el privado, pero quieren estabilidad; e incluso están quienes han decidido quedarse de brazos caídos y presumen en redes sociales de no hacer ausencia todo el día.
Cerca de aseverar aquí, en este desencanto que muchas personas sienten en dirección a el mercado sindical de su país y que los desmotiva, que hay una tendencia que se volvió virulento hace cuatro primaveras, cuando muchos jóvenes en China rechazaron lo que allí llaman "carrera de ratas". Como explicaba hace unos años la BBC, en China, la "carrera de ratas" comienza casi en el momento en que naces, por toda la competitividad de la vida y la sociedad del país: desde entrar en una buena escuela hasta conseguir un prestigioso trabajo.
Hace unos primaveras que la parentela comenzó a charlar abiertamente de que quieren liberarse de este ciclo, usando esas palabras, "carrera de ratas", que según el medio, arrojan luz sobre la frustración que siente la gestación más bisoño.
Un estudio publicado hace un par de primaveras analizó a un grupo de gente de China durante 26 años con el objetivo de investigar la asociación entre las largas jornadas laborales y la mortalidad por cualquier causa en una amplia cohorte poblacional en China. Entre otros asuntos, las jornadas laborales prolongadas se asociaron con un peligro significativamente viejo de mortalidad por cualquier causa.
Tener a una población enferma no es caritativo en ningún caso. Explicaban los investigadores que en China, muchos sectores han experimentado un rápido explicación en los últimos primaveras, lo que ha llevado a una prolongación sucesivo de la caminata sindical. Por ejemplo, en el sector de internet, de las tecnológicas, se ha implementado el horario sindical "996".
Similar al karoshi japonés, el término chino guolaosi ha atraído gran atención en la sociedad china en los últimos primaveras. Por ejemplo, las largas jornadas laborales se han vinculado con un viejo peligro de enfermedades cardiovasculares.
Imagen | Foto de Matt Popovich en Unsplash
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