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Hace un par de días, en un hilo de X, el propagandista y tecnólogo montañés Jaime Gómez-Obregón (de quien ya hemos hablado aquí en ocasiones anteriores) ha puesto en evidencia una serie de fallos en los servicios digitales de la Manufactura Franquista de Moneda y Timbre-Existente Casa de la Moneda. El mensaje, concretamente, iba dirigido al equipo de CERES, el área de la FNMT encargado de los certificados electrónicos.
En su hilo, Gómez-Obregón señalaba que el certificado con el que la FNMT firma el paquete para Mac de su «Configurador FNMT» estaba caducado. Esta situación genera una advertencia de seguridad en el sistema activo, que alerta al heredero de que el software "puede que no sea auténtico".
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El segundo punto denunciado por Gómez-Obregón estaba relacionado con la experiencia de heredero: según muestra en un vídeo, al navegar por la web de CERES con el navegador Safari, se produce un 'bug' al acontecer el cursor sobre determinadas zonas de la interfaz. Aunque poco aparentemente simple, pone de manifiesto una desliz de pruebas de calidad en los entornos de heredero.

Dejando a un costado lo técnico, el hilo incluso entra en el demarcación de la comunicación institucional: Gómez-Obregón destaca inconsistencias ortográficas y estilísticas en los textos del sitio web de la FNMT, entre ellas el uso alternante de tratamiento de tú y usted, el uso vagagundo de mayúsculas y la escritura numérica incorrecta según las recomendaciones de la RAE.


"Si la Suministro no escribe correctamente y hace las cosas correctamente, entonces, ¿quién lo hará?", se pregunta él.
Nosotros nos preguntamos otra cosa: si constantemente los cuerpos de seguridad del Estado mencionan los errores ortográficos como indicador de potenciales ciberestafas, ¿en qué ocasión queda la Suministro cuando cae en esos mismos errores?
Una de las respuestas al hilo sirve de ejemplo de lo que muchos usuarios experimentan cada vez que la Suministro mete la pata en cuestiones digitales: temor frente a advertencias de ciberseguridad que no saben interpretar y que, en el mejor de los casos, les hacen pensar en las múltiples alertas que lanzan las propias instituciones sobre estafas online.
Y es que, si el certificado de una entidad tan reconocida como la FNMT aparece como caducado, el ciudadano medio no puede retener si se alcahuetería de un decisión oficial o de un ataque desconfiado, en un contexto donde proliferan campañas de suplantación de identidad, como de la que advierte en el tuit el enlace a la web del INCIBE.
"Detectada campaña de suplantación a la FNMT y a la AEAT con la intención de infectar tu dispositivo con un ransomware", rezaba este aviso.
El hecho de que una usuaria identificara un aviso oficial del INCIBE sobre campañas de suplantación vinculadas precisamente a la FNMT y la Agencia Tributaria demuestra cómo los criterios para distinguir entre lo cierto y lo fraudulento se desdibujan peligrosamente cuando la Suministro no hace sus deberes.
La crítica de Gómez-Obregón no cayó en saco roto. Raquel Poncela, directora de Servicios Digitales e Innovación en FNMT, respondió dos días después, agradeciendo las observaciones y confirmando que el certificado caducado ya había sido renovado, a la calma de que las cachés de la red Akamai se actualizasen.
Imagen | Marcos Merino mediante IA
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