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Internet, al que solíamos ver como útil de comunicación completo y autónomo, hace ya tiempo que en China se convirtió en una maquinaria de control político y social sin precedentes. Allá de ser el agente democratizador que muchos habían vaticinado, la Red ha sido adaptada en el gigantesco oriental para fortalecer el control estatal y deslindar la influencia de ideologías externas.
En el centro de esta táctica se encuentra el "Gran Cortafuegos", un complicado sistema de censura y vigilancia digital que regula la información accesible para los ciudadanos chinos y mantiene al país incidental del resto del mundo en el campo de lo digital.
Desde finales de los primaveras 90, el gobierno chino comenzó a construir un sistema de control de internet con dos pilares fundamentales: el Gran Cortafuegos, diseñado para rodear el camino a contenido extranjero no calificado, y el Escudo Dorado, un software de vigilancia doméstica implementado por el Empleo de Seguridad Pública. Una vez implementados, uno y otro sistemas han cedido emplazamiento a una industria entera dedicada a la censura y la vigilancia digital.
Con el tiempo, la tecnología utilizada en este sistema ha evolucionado considerablemente, desde simples bloqueos de direcciones web hasta sofisticados mecanismos de inspección de paquetes de datos, que permiten filtrar información específica adentro de plataformas extranjeras sin carestia de prohibirlas completamente.

El Gran Cortafuegos opera en varios niveles:
Así es. Según un estudio de 2016 de la Universidad de Harvard, el gobierno chino fabricaba ya entonces cerca de 450 millones de publicaciones en redes sociales al año, con el objetivo de crear la apariencia de brotes 'virales' de actividad en la web. Estas publicaciones buscan distraer de temas potencialmente incómodos, y la mayoría son elogios al gobierno, artículos sobre la historia revolucionaria, fiestas nacionales y otros temas patrióticos.
El estudio afirmaba que, en contra de la creencia popular, estas publicaciones no son realizadas por personas pagadas por publicación, sino por empleados gubernamentales como parte de sus deberes oficiales. No consta que, por ahora, hayan delegado esta tarea en bots basados en IA.
A pesar de todas estas restricciones, el ecosistema digital chino es uno de los más avanzados del mundo. En emplazamiento de Google, los chinos usan Baidu en vez de Google y Weibo en vez de X; WeChat domina la comunicación (a modo de app de correo y red social con esteroides); y Alibaba reemplaza a Amazon. Estos gigantes tecnológicos han prosperado en un entorno protegido del hacienda extranjero, asegurando que el control del gobierno sobre la información y la bienes digital permanezca virginal.

El crecimiento de estas empresas igualmente ha sido impulsado por la política de "proteccionismo digital" del Partido Comunista. Empresas extranjeras que han intentado ingresar al mercado chino, como Google y eBay, han fracasado adecuado a las estrictas regulaciones y la competencia desleal de empresas locales.
Las aplicaciones VPN son una de las herramientas más utilizadas para escamotear el Gran Cortafuegos, pero su efectividad es limitada, adecuado a las estrictas medidas de detección y aislamiento implementadas por el gobierno chino.
La mayoría de las VPN gratuitas y comerciales son detectadas y bloqueadas rápidamente; la mejor forma de que no las detecten es usar aquellas que recurren a técnicas avanzadas de ocultación (como Obfsproxy, Shadowsocks o WireGuard) para disfrazar el tráfico y evitar la detección.
Eso sí, si tienes que alucinar a China no esperes a estar allí para instalarte el VPN, porque esta clase de aplicaciones están prohibidas en las versiones chinas de las tiendas de aplicaciones.
Herramientas como Tor pueden ofrecer cierto valor de anonimato online, aunque su uso es condicionado adecuado a la vigilancia y las restricciones técnicas. Así, China bloquea activamente los nodos de entrada conocidos de esta red, lo que impide que la mayoría de los usuarios accedan de modo convencional.
Y aunque algunos usuarios pueden conectarse a Tor recurriendo a 'bridges' (nodos no listados públicamente), muchos de estos igualmente son bloqueados cuando las autoridades los detectan.

Pero, en la mayoría de los casos, los usuarios chinos necesitan complementar su camino Tor con una VPN. Finalmente, algunos usuarios usan alternativas I2P o Freenet, aunque estas redes no son tan populares ni tan fáciles de usar como Tor.
Adentro de China, el impacto de este control es una población que, en su mayoría, desconoce los debates que ocurren fuera de sus fronteras. La censura ha conseguido que eventos políticamente sensibles (como la holocausto de Tiananmén) sean al punto que conocidos por la lozanía china.
El maniquí chino de censura digital tiene influencia más allá de sus fronteras. Varios países autoritarios, como Rusia, Irán y Vietnam, han prohijado tecnologías y estrategias similares para monitorizar y restringir el camino a la información. Incluso democracias occidentales ya ponen sobre la mesa como poco natural la carestia de regular con viejo dureza la difusión de opiniones en Internet.
Imagen | Marcos Merino mediante IA
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