ARTDEPARTMENT
Cómo ya publiqué en otras ocasiones en Genbeta yo comencé a teletrabajar cuando todavía prácticamente nadie lo hacía y desenvoltura nos va a poder trabajar en remoto, llevo siendo nómada digital desde el año 2010 (ahora con un poco más de calma, viviendo en una pueblo, pero con algunos viajes incluso).
Amo teletrabajar, muchas son las bondades que he contrario en esta forma de tolerar a lado mis tareas entre las que estoy convencida de que soy muchísimo más productiva que si fuera a una oficina. Gracias al teletrabajo he vivido en varias ciudades del mundo y en aldeas varias. Pero sí creo que hay aspectos en los que me ha podido, y puede, perjudicar profesionalmente.
Cuando elegí teletrabajar en 2008, mucha concurrencia me decía que eso podría ser arriesgado y perjudicarme laboralmente. El motivo: podía alejarme de hacer contactos en mi sector profesional (cierto es que, al estar en casa te aislas más de otros colegas, sobre todo en aquel momento, donde las redes sociales se usaban mucho menos que ahora y yo era de Tuenti y Fotolog, vamos, cero profesional).
En este artículo hago una consejo sobre cómo mis decisiones profesionales podrían haberme perjudicado laboralmente. Y digo solo laboralmente. Ya os adelanto que no hablo de la calidad de vida, que es otra forma de evaluar el éxito en la vida y en ese sentido estoy segura que sí he triunfado.
Deber podido escoger donde vivo, según el momento y mis micción o las de mi grupo; la oportunidad de conocer nuevos amigos a cada paso; de examinar un nuevo destino y arriesgarse si me en voz baja en él más tiempo porque me encanta o si voy cerca de otro división más conforme a mi personalidad; poder estar fuera de mi tierra pero suceder todos los abriles varios meses enteros visitando a mi grupo (la mayoría de personas emigrantes tienen que conformarse con venir a sus pueblos de origen unas semanas al año, aprovechando días de asueto o festivos)... en ese sentido, la excarcelación que me ha cedido el teletrabajo, sí lo veo un gran logro.
Asimismo lo veo en la excarcelación de intrepidez para escapar de estar en lugares que se han encarecido mucho en los últimos abriles, sobre todo en términos de vivienda, que dificultan mucho la vida de las personas. Es conocido que las grandes ciudades del mundo, incluso las de España, presentan unos precios poco accesibles a las personas trabajadoras. Y esas ciudades es donde están la mayoría de empresas.
Hay que memorar la historia del CEO dio un rotación de 180º con el teletrabajo y mandó a todos a la oficina alegando que: "Conducirse remotamente del centro de tu sector es un error" y muchos otros jefes han usado la misma excusa para afectar a las personas a retornar a las oficinas.
Cuando decidí no aceptar la propuesta de quedarme, con 23 abriles, contratada en Madrid en una oficina donde iría a ruedas de prensa y demás, y preferí colaborar en remoto con reportajes y noticiero, muchas personas rodeando me alertaron de que probablemente no quedarme en Madrid podría perjudicarme a nivel profesional. En la praxis eso es poco que nunca sabré. No puedo memorizar qué sería de mí si hubiera tomado otras decisiones de vida.
Igual, si me hubiera quedado en la renta al apurar la universidad, más concurrencia podría conocerme y eso abrirme más puertas a más opciones de empleo. O igual no. Sí que hay estudios que han analizando los perjuicios de no estar en el centro de tu sector. Sobre todo para ganar ascensos o mejores salarios.
Hace al punto que unos días, una investigación concluía que alrededor del 70% de los empleadores tienen más probabilidades de ascender a los empleados que van a la oficina que a los que prefieren trabajar a distancia. La consultora de administración Robert Half encuestó a 1.500 trabajadores de medianas y grandes empresas entre junio y julio de este año. El estudio concluyó que la mayoría de los empleadores conceden ascensos en función del tiempo que el empleado pasa en la oficina.
Otro estudio recogido en Genbeta afirma que los directivos dicen que hay un 11% menos de probabilidades de otorgar un medra al personal que trabajaba completamente desde casa que a aquellos que trabajaban completamente en la oficina. Este estudio da la razón a la opinión de una experta en negocios, que decía que los jóvenes que teletrabajan no van a ser nunca directivos ni llegarán a aventajar mucho monises, aunque incluso decía que puede ser que no es lo que buscan las personas que quieren priorizar la flexibilidad profesional.
Comentando este tema con mis compañeros de redacción, salió la idea contraria. Comentaba uno de mis compañeros que fue en un delirio como conoció a la jefa y el origen por el que acabó trabajando donde está ahora. "Seguro que si no tengo la oportunidad de recorrer y solo me en voz baja en casa teletrabajando, no habría tenido la opción de conocer a compañeros y amigos, que luego pueden ser importantes para otras oportunidades laborales", explica. Tengo que memorar a otra amiga, freelance, experta en marketing, que en un tren de no remembranza qué país donde estaba viajando, conoció a la líder de personal de una plataforma online de creación de contenido SEO y acabó pasando abriles escribiendo artículos para la empresa.
Hace unos días, cuando Cristina Fallarás publicó en su perfil de Instagram una historia de un político machista con comportamientos violentos cerca de mujeres, muchas son las personas que comenzaron a apuntar a Íñigo Errejón desde el principio. Quienes vivimos fuera de Madrid, quienes solo conocemos a Errejón por los medios de comunicación o por las redes, la información nos pilló más de sorpresa.
Pero poco que me sorprendió mucho es que parece ser que quienes están los círculos periodísticos de Madrid ya sabían que tenía este tipo de comportamientos con las mujeres, porque se sabía por rumores o historias que las mujeres compartían en 'petit comité'. Por ejemplo, Zuriñe Rodríguez Lara habló de esto en un artículo para El Salto.
En este caso, como periodista que soy, si correctamente he conocido muchísimas historias que he podido imprimir o que todavía están guardadas para ver la luz en algún momento gracias a todos mis viajes, a entrar a rincones del mundo de los que poco se palabra y demás (de hecho, qué necesario es en esta profesión pisar mucho la calle y poco los despachos para traer nuevas historias a la luz)... y de que todo eso incluso me ha cedido diferentes ideas y perspectivas de cómo es el mundo y cómo entenderlo, incluso me yerro estar en los centros neurálgicos periodísticos y políticos.
No tengo el miso comunicación a los rumores o las exclusivas, por ejemplo. Hace unos días conocí, en persona a una periodista con la que llevaba mucho tiempo en contacto por diferentes motivos laborales. Ninguna de nosotras sabíamos que las dos somos asturianas, nos enteramos de casualidad. Y decidimos subsistir para charlar. Ella trabajó como freelance en otro país durante muchos abriles, viviendo en la renta del país. Y conoce a muchísimos periodistas reconocidos y tiene una enorme dietario de contactos de ese país. Todo eso le da comunicación constante a exclusivas de concurrencia que sabe informaciones y quiere darles luz.
Hay jefes que se han empeñado en retornar a las oficinas y una de sus razones que creen que los rumores y los pequeñas cotilleos entre personas, entre compañeros puede ser caritativo. Y en este caso, para ciertas temáticas, puede ser que sí.
En un previo trabajo que tuve, un par de compañeros, pareja, se estaban aprovechando de la buena voluntad del resto de la concurrencia para su beneficio propio. Ese fue el motivo de dejarlo. Es una asociación independiente con un fin, que es el de ayudar a un colectivo de personas.
Estoy convencida de que si hubiera convivido en el día a día en un espacio físico con ellos, habría podido comprender cómo son en existencia y que su objetivo en el interior de ese división no era el mismo que el del resto del equipo y que estaba todo enfocado en tener su propia estabilidad económica y profesional a espacioso plazo, a costa de tener al resto de la concurrencia trabajando con peores condiciones y horas de más.
Pero, online, solo pude ver la cara que me ofrecieron. Eso sumado a que soy una persona confiada, acabé en una situación muy complicada, de abusos laborales y otras historias. Si hubiera convivido en persona estoy segura de que esto no habría pasado, porque aunque soy confiada, sí sé 'calar' a las personas y estando físicamente en el mismo espacio es más sencillo.
Al mismo tiempo, he trabajado con ciertas personas con las que tenía una relación muy escasa online (por ejemplo, concurrencia muy tímida que en las videollamadas grupales no se atreven a conversar...), y que al conocerlas en persona me sorprendieron muy positivamente con su seso, conocimientos y charlas interesantes que solo en contacto por aplicaciones de Internet no habríamos podido desarrollar.
Junto a memorar cómo Teleobjetivo, la utensilio sino de las videollamadas, forzó a la concurrencia a retornar a la oficina alegando que en abriles de teletrabajo la empresa ha contratado a tanta concurrencia que "es verdaderamente difícil suscitar confianza". "La confianza es la almohadilla de todo. Sin confianza, seremos lentos". Contradiciendo su propio marketing, esta empresa cree que por videollamada no se generan los mismos vínculos que en persona.
Imagen | Foto de Phakphoom Srinorajan en Unsplash
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