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El primer procesador completamente propio de Xiaomi para smartphones ya es oficial. Conocido como XRing O1, representa no solo el primer esfuerzo serio de la compañía china por competir con Qualcomm y Apple en el contorno de los semiconductores, sino que incluso marca un nuevo episodio en las tensiones tecnológicas entre China y Estados Unidos.
Este componente integra un SoC (sistema en chip) fabricado con tecnología de 3 nanómetros (nm) y ha aprehendido más de 3 millones de puntos en AnTuTu Benchmark, que evalúa el desempeño de la CPU, GPU, memoria RAM y otros rudimentos secreto del dispositivo. Según diversos medios especializados, este puntaje no tiene precedentes en el ecosistema Android. Sin retención, su capacidad de procesamiento podría permanecer restringida a unos pocos modelos, correcto a una fresco directriz emitida por el Área de Comercio de Estados Unidos.
El mes pasado, la sucursal de Donald Trump ordenó a los proveedores de sistemas de automatización de diseño electrónico (EDA) cesar el suministro de estas herramientas a empresas chinas. Este software es esencial para diseñar, modelar, afectar, efectuar y depurar circuitos antiguamente de su fabricación en masa. Con esta restricción, Xiaomi enfrentará serias limitaciones a futuro para desempolvar su nuevo y codicioso chip.
El XRing O1 fue desarrollado utilizando la tecnología de 3 nm del fabricante taiwanés TSMC, por lo que su proceso de manufactura depende de licencias y herramientas EDA de origen estadounidense, como las provistas por Synopsys o Cadence, ahora sujetas a veto. Esto sugiere que una futura aggiornamento podría estar frustrada.
Hasta el momento, se desconocen los detalles exactos de la prohibición, aunque se prevé que las licencias actuales seguirán siendo válidas. No obstante, analistas anticipan que las empresas chinas no podrán penetrar a futuras actualizaciones de soporte técnico, esenciales para permanecer la producción en Taiwán con tecnología proveniente de Estados Unidos.
Delante este círculo, Xiaomi y otras firmas chinas afectadas podrían estar forzadas a portar en torno a soluciones desarrolladas localmente. En China existen compañías como Empyrean Technology, capaces de diseñar plataformas de software similares a las occidentales. Sin retención, estos sistemas aún presentan rezagos significativos frente a sus equivalentes estadounidenses.
En el caso particular de Xiaomi, adoptar soluciones EDA nacionales implicaría reemplazar a TSMC en su cautiverio de suministro y despabilarse nuevos aliados en el interior del condado chino. De tomar esta valor, la compañía se colocaría en una situación comparable a la de Huawei, que tras carear severas sanciones por parte de Washington, ha incrementado sus inversiones y asociaciones con proveedores locales.
La disputa tecnológica entre Estados Unidos y China ha escalado hasta convertirse en un enfrentamiento táctico a gran escalera. Ambas potencias buscan consolidarse como líderes económicos globales, y la competencia se manifiesta en una dinámica de inversión intensiva, restricciones mutuas y políticas industriales dirigidas a contener el crecimiento del rival.
Numerosas empresas de entreambos países se han trillado atrapadas en medio de este pulso geopolítico, viéndose obligadas a mudar sus modelos de negocio correcto a la interdependencia que mantuvieron durante décadas.
China representa un pilar central en la posesiones digital mundial por su enorme saco de usuarios y su capacidad manufacturera. Por su parte, Estados Unidos figura como el tercer país con veterano inversión en investigación y crecimiento tecnológico, solo superado por Suiza y Suecia, según datos de la Ordenamiento Mundial de la Propiedad Intelectual.
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