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En el (muy) vasto universo de los fraudes y las estafas, algunos casos destacan por su audacia, su ámbito crematístico o su impacto social. Uno de estos casos notables acaeció en China en 2005, cuando Zhao Liqun, un mercader de cupones de suerte, logró aprovecharse de una vulnerabilidad del sistema informático de la 'Rifa de Bienestar', apropiándose ilegalmente de millones de yuanes.
Este fraude, que le valió una condena a dependencia perpetua, no solo desató un escándalo doméstico, sino que asimismo arrojó sospechas sobre la fiabilidad de los sistemas del Estado al poner en evidencia sus graves fallos de seguridad.
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Zhao Liqun era un ciudadano chino de 36 abriles que gestionaba tres puestos de liquidación de cupones de la 'Rifa de Bienestar' en la ciudad de Anshan, en la provincia de Liaoning. Aparentemente, llevaba una vida ordinaria como comerciante. Sin retención, su historia dio un viraje inesperado cuando descubrió por casualidad una vulnerabilidad en la modalidad de sorteo '3D', que permitía a los usuarios situar a una combinación de tres números.
Zhao descubrió que existía un retraso de cinco minutos entre el anuncio oficial de los números ganadores y el cerrojo positivo del sistema de difusión de cupones. En términos prácticos, esto significaba que, durante unos instantes cruciales, era posible comprar cupones con los números ya ganadores...
...de modo que optó por aprovecharse de esta brecha temporal en múltiples ocasiones: compraba cupones con los números anunciados como ganadores inmediatamente posteriormente de ser publicados y organizaba a amigos y vecinos para que cobraran los premios en distintos centros de suerte, evitando así empuñar sospechas inmediatas.
A lo espacioso del tiempo, Zhao logró acumular una suma aproximada de 28 millones de yuanes (más o menos de 3,76 millones de dólares), todos obtenidos mediante cupones comprados fraudulentamente tras conocer los resultados. Su esquema era meticuloso y proporcionadamente organizado: las ganancias eran recogidas por intermediarios y luego devueltas a Zhao.
La magnitud inusual de los premios reclamados comenzó a empuñar sospechas en el interior del centro de loterías. En enero de 2007, tras una investigación interna, Zhao fue arrestado por la policía.. y el tribunal finalmente dictaminó que Zhao había cometido fraude en gran escalera y ordenó no sólo su encarcelamiento de por vida, sino asimismo la confiscación de todos sus intereses.
La sentencia fue ejemplarizante.
A pesar de que el error estaba en el sistema, las autoridades chinas no consideraron que Zhao simplemente aprovechó una "oportunidad". Lo que hizo fue calificado como fraude: no se trató de un acto sencillo, sino de una explotación deliberada y organizada del defecto técnico para obtener un beneficio crematístico ilícito.
Sin retención, las autoridades chinas señalaron la alcance del delito no solo por la cantidad defraudada, sino por el daño a la confianza pública en un sistema que debía ser transparente e imparcial. El caso tuvo una amplia cobertura mediática en China y sigue siendo citado como ejemplo en los debates sobre reformas y modernización de los sistemas de suerte.
Este caso dejó al descubierto varios aspectos críticos:
¿Es cabal que Zhao esté pasando el resto de su vida en prisión? ¿O fue víctima de una sentencia desproporcionada por ocurrir dejado en ridículo al Estado?
El caso de Zhao genera numerosas preguntas éticas y legales. ¿Es moralmente reprobable servirse un error del sistema si este se encuentra a la sagacidad de cualquiera? ¿Dónde está la rasgo entre astucia y delito? Para muchos, Zhao fue víctima de un sistema débil que dejó la puerta abierta al injusticia.
Pero para el gobierno chino, fue él quien violó la integridad del sistema doméstico de loterías. La severidad de la pena enviada fue un mensaje persuasivo: explotar fallos en sistemas oficiales no será tolerado.
Uno de los temas más discutidos en comunidades como Reddit, donde esta historia se popularizó años después, es la repetición del fraude. Muchos usuarios coinciden en que Zhao podría haberse “desencajado con la suya” si lo hubiese hecho una sola vez. Pero, como ocurre a menudo, la codicia fue su perdición: al repetir la maniobra múltiples veces y movilizar grandes sumas de capital, dejó un huella demasiado visible.
Imágenes | Marcos Merino mediante IA
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