Hace 30 años, instalar Windows 95 era tan complejo que Microsoft optó por hacer algo que nunca más volvió a repetir

En la hogaño, instalar un sistema activo suele ser una experiencia congruo directa: insertas un medio de instalación (mecanismo USB, disco DVD, etc.), arrancas el equipo y sigues una serie de pasos guiados hasta tener tu entorno inteligente. Pero hace 30 abriles, en 1995, las cosas eran muy distintas.

De hecho, el proceso de instalación de Windows 95 era tan confuso que requirió el uso de tres sistemas operativos distintos, uno detrás de otro... una logística que Microsoft nunca volvió a repetir.

Alguno se hacía una pregunta

Windows 95 marcó un ayer y un posteriormente: fue el primer sistema activo de la empresa basado completamente en una interfaz de ventanas coherente, con la preámbulo del menú de inicio y la mostrador de tareas, nociones que aún perviven en los sistemas modernos.

Pero, hablando de interfaces... un usuario de X lanzó una pregunta: ¿por qué Windows 95 usaba tres interfaces diferentes durante su instalación?

La respuesta la ofreció Raymond Chen, experto ingeniero de software de Microsoft, a través de su blog oficial The Old New Thing. Lo que parecía un exclusivo caso de desidia de coherencia visual (poco de lo que Microsoft adolece incluso en la hogaño) escondía una alternativa pragmática para lo que era, en el fondo, un problema técnico confuso.

Tres sistemas, una instalación

Durante la instalación de Windows 95, el sucesor iba transitando por tres entornos distintos:

1. MS-DOS: El instalador se ejecutaba inicialmente como una aplicación de MS-DOS (en modo texto). Esta grado era necesaria si el sucesor comenzaba la instalación desde un sistema ya instalado sin interfaz gráfica. Desde aquí se iniciaba todo el proceso y se preparaba el demarcación para la próximo etapa.
2. Windows 3.1 (interpretación mínima): La instalación continuaba con una interpretación "en miniatura" de Windows 3.1, escasamente lo suficiente para cargar una aplicación de instalación con interfaz gráfica de 16 bits. Este entorno servía como puente entre el mundo de texto de MS-DOS y la experiencia gráfica que caracterizaría a Windows 95.
3. Windows 95: Finalmente, tras copiar los archivos necesarios y configurar el hardware, el sistema arrancaba por primera vez en el nuevo entorno de 32 bits de Windows 95, donde una última aplicación se encargaba de instalar periféricos como impresoras y finalizar los ajustes.

¿Por qué tanto enredo? (Una alternativa elegante a un problema confuso)

Según Chen, Microsoft tenía que contemplar tres escenarios posibles para el inicio del proceso de instalación:

• Usuarios que partían de MS-DOS.
• Usuarios que ya venían usando el menos popular Windows 3.1.
• Usuarios que querían reinstalar o reparar su instalación de Windows 95.

La alternativa más obvia habría sido desarrollar tres instaladores diferentes, uno para cada caso. Pero esto habría triplicado el trabajo de programación y mantenimiento. En ocupación de eso, los ingenieros optaron por una logística modular: escribir una única cautiverio de programas que pudieran ejecutarse en cualquiera de los entornos, cada uno llevando al sucesor un paso más cerca de completar la instalación.

De este modo, se evitaba duplicar o triplicar código, se mantenía una interfaz gráfica razonablemente atento desde el principio, y se garantizaba compatibilidad con diversas configuraciones de hardware y software existentes.

Pero la osadía de encadenar tres sistemas operativos en el proceso de instalación fue una medida tan ingeniosa como irrepetible: Microsoft nunca volvió a invertir una logística equivalente, pues los avances en software y hardware pronto permitieron instalaciones 'más directas'.

Imagen | Marcos Merino mediante IA

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