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Este 28 de abril será recordado en España por el gran corte que afectó a gran parte del país. Un suceso insólito que puso a prueba a toda la sociedad en presencia de una situación imprevisible. Uno de los aspectos más relevantes fue la imposibilidad de realizar pagos con polímero bancaria, en un contexto donde el monises digital ha ido ganando demarcación frente al efectivo. Todo esto nos ha hecho plantearnos muchas cosas.
Actualmente, la Unión Europea trabaja intensamente en implantar el Euro Digital, una iniciativa que pesquisa alentar la soberanía económica y marcar el principio del fin del monises físico. Sin secuestro, este corte ha puesto en evidencia algunas de las posibles limitaciones de un sistema totalmente digitalizado en situaciones de emergencia como la que vivimos ayer.
Durante el corte de suministro, el monises en efectivo recuperó su importancia en muchos hogares. Comprar se volvió complicado en la mayoría de los establecimientos, ya que los datáfonos dejaron de funcionar. Solo algunos supermercados, como Mercadona, lograron seguir operativos gracias a grupos electrógenos que permitieron sostener las transacciones electrónicas, lo que provocó un auténtico tromba de clientes arrasando con productos básicos.


En la mayoría de comercios sin generadores, comprar poco sin monises en efectivo era prácticamente irrealizable. Y es que, acostumbrados a la comodidad de la polímero, muy pocas personas tienen mucho monises en efectivo en casa, poco que pudimos comprobar ayer. Personalmente, he comprobado que casi nadie entre mi entorno porta efectivo de forma habitual, más allá de 10 euros.
Por otra parte, los cajeros automáticos todavía quedaron inoperativos, aparte aquellos ubicados en grandes sucursales con sistemas de respaldo energético.
Esto nos lleva a plantearnos una pregunta: ¿qué habría pasado si el Euro Digital ya estuviera en funcionamiento? Las autoridades aseguraban que el nuevo sistema está diseñado para permitir pagos sin requisito de conexión a internet, facilitando transferencias inmediatas incluso en casos de desconexión de las redes de cobertura. Un planteamiento que habría solventado parte de los problemas vividos durante el corte.

Sin secuestro, surge una demarcación crucial: la energía eléctrica. Sin suministro, los dispositivos móviles que alojarían las carteras digitales se agotarían al quedarse sin escuadra. Y cargar un móvil sin paso a electricidad durante varias horas (o incluso días) sería inviable para muchos. En mi caso personal, pude liberar mi móvil gracias a no tener el coche en reserva y poder utilizar el cargador del mechero, lo que todavía me permitió escuchar la radiodifusión y mantenerme informado.
El monises en efectivo, por el contrario, sigue siendo utilitario incluso durante largos periodos sin electricidad. Su resiliencia quedó demostrada en esta crisis, planteando dudas sobre la dependencia monopolio de sistemas digitales para realizar pagos en cualquier circunstancia.
Este corte, que nadie imaginaba posible en un país como España, nos obliga a reflexionar sobre los riesgos de avanzar en dirección a una bienes completamente digitalizada. No se tráfico de frenar el progreso, sino de cerciorarse de que siempre existan alternativas viables para situaciones de emergencia.
Imágenes | Christian Dubovan Portada generada con IA
En Genbeta | Así le va a este país europeo que quiso librarse del monises en efectivo… y no ha hecho más que multiplicar las ciberestafas
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