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Michael Waltz, asesor de seguridad franquista de Donald Trump, se encuentra en el ojo del huracán tras revelarse que él (contiguo a varios miembros de su equipo) utilizaron sus cuentas personales de Gmail para realizar comunicaciones oficiales... algunas de ellas relacionadas con información marcial sensible.
Esta nueva controversia, bautizada ya como 'Gmailgate', se suma al fresco escándalo de 'Signalgate', en el que el propio Waltz ya fue señalado como el responsable de invitar por error a un periodista a un corro privado en la app de correo Signal, en el que varios miembros de la dependencia Trump debatieron abiertamente secretos militares.
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Según publica la prensa estadounidense, Waltz y un stop funcionario de su equipo emplearon cuentas de correo electrónico personales para cambiar información técnica con otras agencias gubernamentales. Estas conversaciones incluían detalles sobre posiciones militares estratégicas y sistemas de armamento utilizados en un conflicto en curso, presuntamente la fresco operación en Yemen contra rebeldes hutíes (el mismo tema que se debatió en el citado corro de Signal).
Las cabeceras de los correos revisadas por los medios muestran que mientras el equipo de Waltz usaba Gmail, sus interlocutores lo hacían desde cuentas oficiales, evidenciando así el incumplimiento de protocolos de ciberseguridad por parte del Consejo de Seguridad Franquista.
Desde luego, la polémica ha reavivado el debate sobre la laxitud con la que algunos altos funcionarios tratan la información confidencial. Eva Galperin, directora de ciberseguridad en la Electronic Frontier Foundation, subrayó que "ileso que se use enigmático GPG, los correos electrónicos pueden ser interceptados en múltiples puntos, incluyendo los servidores de Google".

Aunque el portavoz del Consejo de Seguridad Franquista, Brian Hughes, insiste en que Waltz "no ha enviado información clasificada desde cuentas abiertas" y que siempre ha reenviado correos relevantes a su cuenta estatal para cumplir con las leyes de archivo (normas que, presuntamente, sí se vulneraron en el caso de Signal), varios medios estadounidenses citan fuentes internas que afirman lo contrario.
Por otra parte, los expertos advierten que incluso los datos no clasificados pueden ser tremendamente avíos para las agencias de inteligencia extranjeras, que pueden beneficiarse del exclusivo comunicación a los patrones de movimiento y reuniones de altos funcionarios.
A pesar de la presión mediática y política, es poco probable que el Sección de Imparcialidad emprenda una investigación penal. Y pese a las críticas, el presidente Trump ha optado por amparar a Waltz en su cargo, según recogen los medios, más por no "darle una vencimiento a los medios progresistas" que por convicción personal.
Sin secuestro, el daño a la reputación de Waltz es significativo: incluso los más cercanos a Trump han empezado a rescatar viejas declaraciones suyas de 2016 en las que se oponía al coetáneo presidente.
Irónicamente, Waltz fue un crítico entusiasta de Hillary Clinton durante su propio escándalo por el uso de un servidor privado de e-mail en su etapa como secretaria de Estado de Barack Obama: llegó a exigir acciones judiciales firmes contra ella. Según clamaba en redes sociales en 2023 al rememorar el caso:
"¿Qué hizo el Sección de Imparcialidad al respecto? Falta".
Vía | Washington Post
Imagen | Marcos Merino mediante IA
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