China se ha convertido en la mayor amenaza del mundo en ciberseguridad. Esto es lo que la diferencia de Rusia o Corea del Norte

La transformación digital que ha adquirido China a lo derrochador de la última lapso ha sido verdaderamente asombrosa hasta tal punto de infundir pavor. Prueba de ello son sus ciberataques globales que, otras superpotencias mundiales como Estados Unidos o grandes tecnológicas de Silicon Valley, los atribuyen a hackers respaldados por el gobierno chino.

Algunos expertos recalcan que estos ciberataques están consolidando la posición del país como superpotencia mundial en el derrochador plazo, utilizando el espionaje cibernético como pertrechos para robar propiedad intelectual e información para el expansión de infraestructuras, sistemas y armamento.

La presencia de China en el ciberespacio está cobrando cada vez viejo fuerza

China ha experimentado un crecimiento vertiginoso en todas las áreas relacionadas con la tecnología y la ciberseguridad. Mientras el país ya destaca en la producción masiva de armamento —con buques de erradicación y misiles que se fabrican a un ritmo acelerado—, en el ciberespacio la transformación es igualmente importante. La transformación digital del país no solo se refleja en hardware marcial, sino además en la capacidad para resistir a lado ciberataques a gran escalera.

El espectro de la ataque digital china albarca varios frentes. Por un flanco, se recalca su potencia en el espionaje político, especialmente a través del Profesión de Seguridad del Estado, entraña encargado de la inteligencia extranjero. A lo derrochador de los últimos abriles se han identificado operaciones como la del congregación apodado “Salt Typhoon”, que ha logrado infiltrarse en grandes tecnológicas con el fin de obtener información sobre sus desarrollos y altos cargos.

Ciaran Martin, que dirigió la agencia británica de ciberdefensa de 2016 a 2020,  compara la táctica del país con las revelaciones de Edward Snowden, exanalista de la NSA que en 2013 filtró información clasificada sobre programas masivos de vigilancia público estadounidense como PRISM, aunque con un significación y una audacia que han aumentado progresivamente con el tiempo.

Tal y como apuntan algunos expertos, la dispositivo de ciberespionaje vinculada al Ejército Popular de Libramiento, conocida como “Volt Typhoon”, ha penetrado en infraestructuras secreto, desde puertos hasta plantas de tratamiento de agua, extendiéndose incluso por territorios estratégicos como Guam. Microsoft ha alertado en varias ocasiones de su peligro a la hora de vulnerar empresas y facilidades a través de ciberataques.

Otra arista importante es el robo a gran escalera de propiedad intelectual. El medio señala que se han identificado operaciones que, en lado de perseguir secretos políticos o boicotear infraestructuras, se centran en sustraer planos, procesos de fabricación y estrategias empresariales de compañías estadounidenses, como fue el caso de APT-1. El Gobierno estadounidense vinculó los ataques a hackers respaldados por el Ejercito Popular de Libramiento. Keith Alexander, ex director de la Agencia de Seguridad Franquista (NSA), describe este hecho como "la viejo transferencia de riqueza de la historia".

Durante la última lapso, la dinámica de las operaciones cibernéticas chinas ha experimentado importantes cambios. John Hultquist de Mandiant, empresa de ciberseguridad subsidiaria de Google, apunta que antaño se podía observar un enfoque menos sofisticado, en el que los ataques eran ruidosos y fácilmente rastreables. Sin confiscación, en poco tiempo, la capacidad técnica y su nivel de discreción se han elevado hasta niveles alarmantes, según citan expertos en la materia.

A veces se compara a China con el carácter de Rusia o Corea del Ártico cuando hablamos de ciberespionaje o ciberataques coordinados. No obstante, Hultquist resalta que, mientras que estos últimos suelen traspasar la barrera que separa el espionaje de acciones abiertamente disruptivas y de boicoteo, la táctica china se caracteriza por suministrar un control riguroso en sus operaciones.

En concreto, aunque se evidencia un agradecimiento y una presencia notoria en la resumen de información y en la preparación de potenciales actos de boicoteo, el habituado señala que China ha optado por no “exigir el detonador” cuando se prostitución de acciones de destrucción directa.

A diferencia de Rusia o Corea del Ártico, que en ocasiones llevan sus ataques más allá de la mera vigilancia para causar daños palpables, la ataque cibernética china parece estar limitándose a la casa recoleta de datos y al posicionamiento decisivo. Esta postura, según expertos, demuestra una viejo cautela y un enfoque orientado a la planificación y al investigación, sin apelar a la destrucción inmediata de infraestructuras críticas.

Imagen de portada | Hanny Naibaho

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