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Spotify ha conseguido que 2024 se haya convertido en el primer año que cierra con beneficios desde la fundación de la plataforma en 2006. 477 millones de euros en ganancias operativas y un beneficio bruto récord del 32,2%. Esto ha sido posible no solo por los cambios en su política de regalías, sino todavía por su diversificación en nuevos formatos de contenido.
Y lo ha acabado dejando de ser una mera plataforma de música: su ecosistema ahora incluye 6,5 millones de pódcasts, 330.000 videopódcasts y 350.000 audiolibros. Más de 270 millones de usuarios consumen contenido en video interiormente de la plataforma, reduciendo la dependencia de la empresa en el plazo de regalías musicales.
Adicionalmente, los cambios en su táctica de monetización han resultado esencia para su rentabilidad... pero todavía llevan meses generando polémicas, y no parece que vayan a extinguirse a corto plazo.


Aunque para valorar dicha táctica, hay que tener en cuenta que se compone de tres modelos completamente distintos, según el tipo de contenido...
27 TRUCOS de SPOTIFY - ¡Controla toda tu MÚSICA como nadie!
En el campo de la música, Spotify opera bajo una combinación de suscripción y publicidad. Los usuarios pueden optar por una suscripción mensual que les permite lograr a un servicio sin anuncios y con longevo calidad de audio. De estos ingresos, Spotify distribuye un porcentaje a los titulares de derecho.
En el caso de los usuarios que no pagan la suscripción, Spotify todavía financia la reproducción de música mediante anuncios: cada vez que se reproduce una canción, se genera un pequeño ingreso por publicidad, que todavía se reparte entre los titulares de los derechos. Sin secuestro, este porcentaje es pequeño en comparación con el procedente de los usuarios premium.
En un movimiento sin precedentes, Spotify implementa desde el 1 de abril de 2024 un nuevo maniquí de monetización en el que la plataforma exige que una canción luces al menos 1.000 reproducciones anuales para crear regalías, un cambio que ha generado un intenso debate entre artistas, sellos discográficos y expertos del sector.
Spotify justificó esta atrevimiento argumentando que pesquisa redistribuir mejor los ingresos generados por el streaming y combatir prácticas fraudulentas. Según la empresa, más de 40 millones de dólares anuales se perdían en microtransacciones de pocos céntimos, que ni siquiera llegaban a los artistas conveniente a los mínimos de retiro establecidos por las distribuidoras y las tarifas bancarias.
Sin secuestro, esta medida ha sido criticada por artistas independientes y pequeños creadores que argumentan que se les está privando de ingresos que, aunque mínimos, podrían representar una fuente de motivación y examen.

Denis Ladegaillerie, CEO de Believe (empresa matriz de TuneCore), cuestionó la atrevimiento:
"¿Qué mensaje enviamos a los nuevos artistas si no reciben ninguna compensación hasta aventajar un inicio de reproducciones?".
El gran interrogante es si esta política se mantendrá en 1.000 reproducciones o si en el futuro optará incluso por elevar ese inicio, como especulan algunos críticos. De ser así, el entrada a ingresos por streaming podría volverse aún más restrictivo.
Otra de las razones tras este cambio es la lucha contra el fraude en el streaming. Spotify ha detectado que muchos "actores maliciosos" suben enormes cantidades de pistas de ruido blanco, existencias de sonido o audios cortos con el único objetivo de acumular millones de pequeñas reproducciones y crear ingresos sin aportar valía bello positivo. Con el nuevo inicio de reproducciones y la atrevimiento de valorar los streams de ruido a una fracción del valía de las canciones, Spotify pesquisa frenar estas prácticas.
Adicionalmente, la plataforma ahora impone una duración mínima de dos minutos para las pistas de ruido, reduciendo así las oportunidades de explotar el sistema con audios breves reproducidos en tirabuzón. Según explican desde Spotify,
"El objetivo es asegurar que los ingresos se dirijan a artistas que positivamente dependen del streaming para su sustento".
El negocio de los pódcast en Spotify tiene una estructura distinta. En primer motivo, la plataforma no comparte con los creadores de pódcast una parte de los ingresos provenientes de suscriptores premium, lo que genera críticas interiormente de la industria: muchos podcasters consideran que deberían tomar una fracción de estos ingresos, al igual que los músicos.
Spotify ha roto el maniquí campechano tradicional del ecosistema pódcast para promover otro más cerrado, pagando por otra parte millones a grandes podcasters para perdurar su exclusividad
Adicionalmente, los usuarios premium, que pagan para evitar anuncios en la música, se sorprenden al encontrar publicidad en los pódcast. Esto se debe a que, en muchos casos, estos anuncios son insertados directamente por los creadores en los archivos de audio, ya sea como menciones nativas o como anuncios dinámicos que se agregan en el momento de servir el contenido. Spotify no controla ni obtiene ingresos de estos anuncios, lo que genera confusión entre los usuarios.
Otro aspecto que complica la relación entre Spotify y los creadores de pódcast es la modo en que la plataforma aloja los episodios. Tradicionalmente, los pódcast se distribuyen a través de feeds RSS, lo que permite a los creadores encajar sus archivos en sus propios servidores y desempolvar anuncios de modo dinámica.
Sin secuestro, Spotify descarga y aloja el contenido en sus propios servidores, lo que impide a los podcasters modificar los anuncios o personalizar la experiencia según la ubicación del espectador. Esto supone una desventaja con respecto a otras plataformas de pódcast tradicionales, donde cada reproducción puede incluir anuncios geolocalizados o específicos para cada audiencia.

Spotify monetiza los audiolibros principalmente a través de su servicio de suscripción Premium. En ciertos planes Premium, como Individual, Accesible (solo para el titular del plan) y Duo (solo para el titular del plan), se incluyen horas mensuales de reproducción de audiolibros sin costo adicional. Si los usuarios agotan este tiempo, tienen la opción de comprar horas adicionales o comprar audiolibros de forma individual.
Luego, Spotify compensa a los autores y propietarios de audiolibros en función de los acuerdos de osadía establecidos con las editoriales. Generalmente, la remuneración es proporcional a la cantidad de tiempo que los usuarios dedican a escuchar cada título, pero en otros casos, los autores reciben la regalía completa solo si los usuarios terminan el volumen.
Pero cada acuerdo es un mundo: en el establecido con la editorial Macmillan, se acumula el tiempo de audición de varios usuarios hasta completar la duración total del volumen, momento en el cual se realiza el plazo completo al autor.
Este maniquí de compensación ha generado preocupaciones entre los autores y organizaciones como la Sociedad de Autores del Reino Unido, que argumentan que la errata de claridad dificulta evaluar el impacto positivo en los ingresos de los autores y se preguntan si este maniquí podría ceñir sus ganancias en comparación con las ventas tradicionales de audiolibros.
Mientras tanto, Spotify sigue apostando por un maniquí más amplio y diversificado, buscando consolidarse como un ecosistema de creadores de contenido, al estilo de YouTube. Con una competencia feroz de plataformas como TikTok, Apple Music y YouTube en el contorno del audio, la empresa sueca parece ocurrir enfrentado una vía para sostener su crecimiento sin servir exclusivamente de la música.
Imagen | Marcos Merino mediante IA
En Genbeta | Spotify tiene un problema: hay miles de álbumes falsos cada mes, y los artistas reales no pueden eliminarlos de sus perfiles
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