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El calendario de adviento de OpenAI está demostrando tanto la buena vigor como la apetencia de la empresa creadora de ChatGPT. Puede que algunos sean un poco meh, pero otros evidencian que quiere ser quien marque el ritmo de la IA y que ha llegado para quedarse e inundarlo todo. Porque da la sensación que la inteligencia químico es solo el principio.
Si vas viendo uno por uno todas las sorpresas de esos '12 días de OpenAI', con algunas joyitas como la arribada de ChatGPT a WhatsApp como un contacto más o directamente, a una convocatoria de distancia, lo que se vislumbra es que ChatGPT va a ser una aplicación para todo y para todo el mundo. Una súper app. Quédate con el nombre porque es la obsesión de varias personas influyentes en la industria.
Sin ir más remotamente uno de los pioneros en usar ese término fue Elon Musk, que cuando adquirió Twitter ya dejó claro que una de sus metas era transformarla en una 'súper app' al estilo de la china WeChat, en la que se pudiera hacer de todo: pagos, remitir mensajes, vídeos y llamadas... todo agrupado en un único sitio, la hoy diezmada X. Todavía hemos aurícula musitar de superapp para referirse a WhatsApp, que nació como una simple app de correo pero desde hace tiempo es mucho más.
Puede que al magnate sudafricano su plan le esté saliendo regular, pero la definición nos sirve para delimitar la organización de engastar una tecnología tan profundamente en el día a día de sus usuarios y usuarias que la acaben usando para todo.
OpenAI tiene las herramientas y la auge. Adicionalmente, el nuevo tipo llamado a cambiarlo todo es la inteligencia químico y allí el producto de OpenAI mira por el retrovisor a Grok (la IA de Musk) y Meta AI. Y no solo en resultados, todavía en popularidad: usar ChatGPT en WhatsApp supone un win-win para el maintream, pese a disponer de IA en la popular app de correo desde hace meses.
ChatGPT hasta en la sopa. Pues aceptablemente, OpenAI parece estar haciendo poco parecido con ChatGPT lanzando diferentes herramientas orientadas a diferentes perfiles y micción: hay un buscador en ChatGPT que constituye un contrariedad a la renglón de flotación de Google, un modo de voz progresista para musitar con el chatbot, modalidades de visión, un Canvas para proyectos colaborativos de escritura y programación, un modo de vision para trabajar con imágenes... y subiendo.
Todo en torno a una única cosa: todo es ChatGPT con GPT-4o operando bajo el capó capaz de crear respuestas de texto, audio, voz e imágenes. Y por supuesto, no solo en el ordenador, mediante navegador o app, sino todavía en dispositivos móviles e incluso integrado en el ecosistema del iPhone.
Y tiene sentido: el objetivo final de la hoja de ruta de OpenAI es conseguir la Inteligencia Sintético Común o AGI, reuniendo todas estas herramientas en un único agente que pueda realizar tareas más complejas a quienes la usen. Y están a la envés de la cumbre: 2025, como explicó su CEO Sam Altman. Bloomberg incluso reveló su nombre en código: 'Cirujano' (operator) y su futurible capacidad para picar código, reservar vuelos o despabilarse en internet.
Quedan tareas pendientes. Aunque OpenAI ha demostrado su pericia en copar titulares y soliviantar el hype, no solo es cuestión de arribar el primero: todavía hay que hacerlo aceptablemente. Así, ChatGPT sigue teniendo encima de la mesa problemas de alucinaciones, vulnera la propiedad intelectual, ofrece respuestas de desinformación y difamación. Por otro costado, sigue necesitando una ingente cantidad de datos de calidad para seguir depurándose. Aunque seguro que están trabajando en ello, OpenAI camina firme en torno a su objetivo de hacer de ChatGPT una superapp.
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