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Y he aquí que, al establecer límites de tiempo, mi tiempo total de uso pasó de 4 horas y 30 minutos al día a 3 horas y 30 minutos. Recuperé una hora de mi vida cada día. No está mal, pero quería acortar aún más mi tiempo frente a la pantalla, así que recurrí a algunas técnicas radicales.
Google incluye algunos otros ajustes que hacen que tu teléfono sea menos atractivo. Por ejemplo, el modo cama de Android atenúa la pantalla y lo pone todo en blanco y aciago. Para encontrar esta opción, entra en los ajustes de Bienestar Digital, rebusca el modo Hora de cohabitar y configura el período de uso para que inicio sobre las 8 de la perplejidad. Esto incluso desactiva las notificaciones hasta la mañana próximo. En mi caso, el modo hora de cohabitar me ayudó porque me recordaba visualmente que debía dejar el teléfono y dejar de desplazarme por la pantalla. Reduje mi consumo una hora más.
Lamentablemente, seguía usando demasiado el teléfono. Siempre me atraen las notificaciones de nuevos mensajes de texto, chats de Discord y correos electrónicos. ¿Quién se pone en contacto conmigo? ¿Qué necesitan? Una vez más, anhelamos el contratiempo de dopamina que se produce cuando oímos esos pitidos. Nos sentimos efectos y productivos cuando respondemos, pero el inconveniente es que estamos aún más pegados a nuestras pantallas.
Lo que finalmente funcionó para mí es tan simple que es casi cómico. Los teléfonos Google Pixel y Samsung incluyen esta función, al igual que muchos otros modelos Android: cuando colocas el teléfono boca debajo, desactivas automáticamente todas las notificaciones y la mayoría de las llamadas telefónicas. (Solo los contactos que hayas impresionado como favoritos conseguirán acaecer.) Un consejo importante aquí: Asegúrate de esperar hasta que se produzca una ligera trepidación al poner el teléfono boca debajo, que te indica que el modo No agobiar está activado. Este truco tuvo un gran impacto. Dejé de oír los pitidos y no tomaba el teléfono tan a menudo.
En total, usando los temporizadores de aplicaciones y el modo de pernoctar, y poniendo mi Pixel 9 Pro boca debajo, reduje mi tiempo de uso a unas dos horas por día. Eso es suficiente impactante, especialmente porque no sentí que me perdiera nulo. Asimismo fui más productivo cuando supe que había establecido límites. En Google Chrome, por ejemplo, hacía mis búsquedas de forma más intencionada y dejé de navegar sin sentido. Algunos compañeros incluso se dieron cuenta de que ponía el móvil boca debajo y empezaron a hacer el mismo truco.
Por supuesto, estos trucos solo son efectivos si los mantienes activados y luego compruebas tu progreso en el panel de control. Para mí, se convirtió en un provocación diario. Comprobaba las estadísticas finales de uso en Bienestar Digital e intentaba aventajar mi "puntuación" al día próximo.
¿Mi longevo conquista? Me sentí libertino. Empecé a acertar más libros y a musitar con amigos. Incluso empecé a aventurar a un nuevo articulación de cartas físico en mi tiempo atrevido. Sentí que por fin había conquistado mi teléfono posteriormente de tantos primaveras, en área de que mi teléfono dominara toda mi vida.
Artículo publicado originalmente en WIRED. Adaptado por Mauricio Serfatty Godoy.
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