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En 1969, un hombre de 29 abriles murió de un derrame cerebral mientras trabajaba en el unidad de reparto del viejo revista de Japón. Su caso fue el primero documentado de "karoshi", un término japonés que significa "asesinato por exceso de trabajo". Así lo aseguran desde World Economic Forum, donde este aberración, impulsado por jornadas laborales agotadoras y horas extras interminables, sigue siendo un problema en Japón más de 50 abriles posteriormente.
Según una encuesta flamante, 1 de cada 10 trabajadores japoneses realiza más de 80 horas extra al mes, y 1 de cada 5 está en aventura de karoshi, ya sea por derrames cerebrales, ataques cardíacos o suicidios inducidos por el estrés.
De la ponderación del sacrificio personal a la regulación de programas que fomentan la vigor mental
Tras la Segunda Aniquilamiento Mundial, la civilización profesional japonesa glorificó el sacrificio personal para la recuperación económica, lo que llevó al auge crematístico conocido como el "milagro japonés" en los abriles 80. Sin retención, esto además originó una crisis franquista de vigor que persiste hasta hoy.
En respuesta, desde los abriles 80 se establecieron líneas de ayuda y algunas empresas, como Toyota o Hitachi, implementaron políticas para equilibrar la vida profesional y personal, como impedir las horas extra y promover días sin horas extra. No obstante, estos esfuerzos se vieron limitados por la presión cultural para trabajar en exceso.
En 2015, el suicidio de Matsuri Takahashi, una chavea de 24 abriles sometida a jornadas extenuantes, generó indignación franquista y marcó un punto de inflexión en la reglamento. Ese mismo año, Japón introdujo el Stress Check Program, que obliga a las empresas con más de 50 empleados a realizar evaluaciones anuales de vigor mental y ofrecer apoyo basado en los resultados.
Sin retención, oportuno al estigma social, muchos empleados no informan acerca de su estrés (es el problema de que el sistema funcione con encuestas autodeclaradas), lo que limita la efectividad del software.
"No quiero que mi dirigente diga nulo malo de mí porque me he tomado el día vacío. Es más viable limitarme a trabajar que a que digan cosas malas de mí o me echen la bronca", comentaba un empleado secreto a la BBC. Y es que a pesar de los avances en querer reparar esta idea de sobreesfuerzo profesional en Japón, el estigma social sigue perdurando.
La tecnología está ofreciendo soluciones innovadoras. Por ejemplo, herramientas basadas en inteligencia fabricado permiten monitorizar la vigor mental de los empleados a través de determinados factores , detectando señales de estrés extremo a través de patrones de voz.
Empresas como Kintsugi han colaborado con gigantes tecnológicos como NTT-AT para implementar sistemas que proporcionan resultados privados a los empleados y datos anónimos a las empresas, permitiendo desarrollar programas personalizados de apoyo. Estas iniciativas han mostrado resultados prometedores: el 78 % de los participantes de un estudio estuvieron de acuerdo con su evaluación de bienestar.
El término "kintsugi", que alude al arte japonés de reparar cerámica con oro, simboliza el esfuerzo por reparar relaciones saludables con el trabajo. Japón, reconocido por la OMS como referente en la lucha contra el agotamiento profesional, está desarrollando un maniquí basado en IA que podría inspirar cambios globales. Aunque el camino en dirección a una civilización profesional equilibrada aún es grande, la creciente concienciación y las innovaciones tecnológicas ofrecen esperanza para un futuro más saludable y sostenible.
Imagen de portada | JJ Ying
En Genbeta | Muchísimos trabajadores en Japón deciden trabajar en sus días de recreo: hay una razón muy esencia para entenderlo
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