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En los últimos primaveras, las grandes compañías de Inteligencia Industrial están compartiendo a menudo un discurso alarmista sobre nuestro futuro gremial: la mayoría de los empleos actuales podrán ser sustituidos por la tecnología que ellas mismas están desarrollando.

Ejecutivos de empresas como OpenAI, Google DeepMind, Microsoft o Anthropic han insistido en que la IA será capaz de admitir tareas que hoy requieren la intervención humana.
Varios directivos de primer nivel han afirmado en conferencias públicas que “ciertos roles dejarán de precisar personas”, que habrá IA que será "10.000 veces más inteligente que los humanos" o que "los humanos no serán necesarios" en muchos casos.

A todo esto, cerca de asegurar, numerosos expertos han comenzado a poner el foco en otra recital posible: este tipo de mensajes, aseguran, asimismo sirven para vislumbrar la atención de los accionistas, aumentar las expectativas de crecimiento y elevar las valoraciones bursátiles.
Lo que vamos a ver aquí es que, mientras echan por tierra las habilidades humanas frente a la IA, hasta ahora, la empresas del sector necesitan mucho del talento humano, tanto que muchas empresas del sector exigen largas jornadas laborales e incluso que todo el trabajo sea presencial.
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Mientras estos gigantes tecnológicos proclaman públicamente que la IA podrá desempeñar labores humanas de forma casi autónoma, puertas adentro mantienen una filosofía gremial diametralmente opuesta. Las compañías que más insisten en que el futuro será automatizado son, precisamente, las que más horas reclaman a sus trabajadores para acelerar el incremento de esa misma tecnología.

Y asimismo las más empeñadas en la colaboración humana y la privación de asistir a una oficina. Esto genera una paradoja evidente y es que si la tecnología es capaz de sustituir a los humanos, por qué las empresas tecnológicas no confían en ella para sustituir reuniones presenciales o la colaboración a distancia.
Sergey Brin, cofundador de Google, ha defendido públicamente que los equipos de IA deben trabajar con una intensidad extrema para no quedarse antes en la carrera tecnológica. Aunque no ha necesario oficialmente jornadas de 60 horas, sí ha hablado de la privación de “ritmos de trabajo acelerados” para apoyar a Google en la vanguardia de la IA generativa. La empresa se ha empeñado asimismo en la reverso a las oficinas.

Varias startups de Silicon Valley están adoptando modelos cercanos al conocido 996 (9 de la mañana a 9 de la oscuridad, seis días a la semana), un sistema que incluso China ha tratado de amojonar por sus impactos en la salubridad gremial y por cómo afecta socialmente (con menos tiempo atrevido la masa consume menos o no es capaz de tener hijos e hijas y la nacimientos ha caído). En startups desde Londres la tendencia es similar e incluso critican las reducciones de etapa.
Mustafa Suleyman, CEO de Microsoft AI, ha impuestos estrictas políticas de trabajo presencial a su equipo. Por un flanco, exige un reducido de cuatro días en la oficina, superando la reglamento genérico de Microsoft de tres días. Por otra parte, ha implementado espacios de oficina abiertos para fomentar la colaboración.
Suleyman comentó a Business Insider que no es partidario de las oficinas tradicionales con puertas que los empleados pueden apoyar cerradas. En una de sus oficinas, ha creado "áreas" con entre 20 y 30 escritorios abiertos, relativamente cerca unos de otros, según comentó.
El pasado año, el CEO de OpenAI afirmaba que “el teletrabajo se ha perfecto” porque los mejores productos se crean en una oficina.
Imagen | Foto de Ari Kusprawanto en Unsplash
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