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cobrar por tus descargas de Netflix y otras plataformas

Publicado el 
octubre 24, 2025

Ver una serie en el avión o escuchar una lista de Spotify sin conexión es lo frecuente cuando no nos convencen los sistemas de entretenimiento de los operadores del transporte. Sin incautación, Francia quiere convertirlo en una fuente de ingresos. El Gobierno defiende que cuando un becario descarga temporalmente un episodio o un portafolio para verlo sin conexión, está haciendo una "copia privada". Y, por consiguiente, debería sufragar una tasa. 

Exactamente el mismo argumento que se usaba para explicar el canon digital en España: se argumentaba que hexaedro que podía servir para copiar propiedad intelectual, había que sufragar por ello. Sí, incluso acabáramos grabando en el soporte fotos familiares. Y no desapareció, evolucionó.

Un vetusto conocido. El canon existe en Francia desde hace décadas, con el nombre “redevance pour copie privée”. Nació en 1985, en la era de los CD y los VHS, y hoy se aplica a móviles, tablets, discos duros o pendrives. Cada vez que compras uno de esos dispositivos, una parte del precio va a compensar a autores y productores. Solo en 2024 recaudó 246 millones de euros. 

El maniquí se resquebraja. En la era del streaming, ya no se copia, se reproduce. En principio, es amoldonado lo que tenía que ayudar a la industria.  Y claro, ingresos por esta vía van cayendo. Ahí entra la nueva idea: gravitar el modo offline de las plataformas. Si descargar temporalmente un capítulo implica hacer una copia, razonan desde París, entonces debería pagarse además por ello. Las empresas afectadas (Netflix, Prime Video, Disney+ o Spotify) temen que esa carga se traslade a los usuarios, que ya han pagado la tasa en el dispositivo donde guardan esos archivos. Sería, textualmente, sufragar dos veces por lo mismo.

El intento francés se coló en una disputa contencioso entre HP y Dell en los Países Bajos, sobre si un ordenador usado para streaming debía sufragar esa tasa. El caso llegó al Tribunal de Imparcialidad de la UE, y Francia fue el único país que intervino para defender su interpretación: que incluso las descargas temporales deberían tributar. Ningún otro Estado miembro la apoyó.

En Luxemburgo no lo pondrán comprensible. El pasado 2 de octubre, el abogado militar de la UE, Maciej Szpunar, frenó la maniobra. Su razonamiento es claro: las descargas offline no son copias privadas porque el becario no tiene control ni propiedad sobre los archivos. Son las plataformas quienes gestionan ese contenido, protegido por DRM y borrado en cuanto se cancela la suscripción. No hay copia en "posesión", solo acercamiento temporal.

Por ahora, la “taxe streaming” parece descartada, pero el pulso no ha terminado. Francia sigue sola en su cruzada para adaptar la copia privada al mundo del streaming, y los lobbies que la respaldan seguirán buscando fórmulas para recuperar esos ingresos. La próxima batalla podría no ir de series o canciones, sino de cualquier servicio que permita acumular datos, aunque sea por unos minutos. Recordemos que sufragar canon por usar Dropbox o WeTransfer ya se planteó en el seno de la Unión Europea.

Imagen | Chris Karidis y Giordano Rossoni en Unsplash

En Genbeta | Esta campaña criminalizó las descargas para toda una procreación. Sus creadores no pagaron ni su música ni la tipografía

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