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En los últimos abriles, Corea del Sur se ha posicionado no sólo como una de las sociedades más tecnológicamente avanzadas del mundo, sino como un laboratorio vivo de innovación digital, que incluso ha apostado por la acogida de asistentes automatizados para el cuidado de sus personas mayores.
Pero su última y ambiciosa reto —la de integrar la IA en sus libros de texto escolares— ha terminado en un costoso fracaso, que revela los riesgos de aplicar la tecnología sin suficiente preparación.
El esquema, impulsado originalmente por el expresidente Yoon Suk Yeol (destituido hace menos de un año por protagonizar un 'autogolpe'), prometía elaborar la guisa de memorizar en las escuelas: las autoridades aseguraron que los libros digitales con IA ofrecerían enseñanza personalizada, ayudarían a precaver el descuido escolar y reducirían la carga sindical de los docentes.
Más de una docena de editoriales fueron aprobadas para desarrollar los materiales, con un presupuesto estatal de 1,2 billones de wones (unos 850 millones de dólares) y una inversión privada adicional cercana a los 800.000 millones de wones.
En marzo de 2025, los nuevos libros de texto —para matemáticas, inglés e informática— se distribuyeron en las escuelas de todo el país. Sin secuestro, la sinceridad fue muy distinta a la visión ilusionado de sus promotores.
Desde el primer día de clases, estudiantes y profesores se enfrentaron a una cascada de fallos técnicos, errores de contenido y confusión sobre cómo utilizar las nuevas plataformas, según desvela News of the World. Ko Ho-dam, un estudiante de secundaria en la isla de Jeju, relató que todas sus clases se retrasaron por problemas técnicos:
"No sabía correctamente cómo usarlos. Trabajando solo en mi ordenador me costaba concentrarme. Los libros no estaban efectivamente adaptados a mi nivel".
Encima de las frustraciones derivadas de su yerro de usabilidad, surgieron debates relativos a la privacidad de datos, al aumento del tiempo frente a pantallas y a la sobrecarga sindical tanto para alumnos como para docentes.
Las críticas coincidieron en un punto esencial: el software fue demasiado apresurado. Mientras los libros tradicionales requieren cerca de 18 meses de progreso y rigurosas revisiones, los de IA se completaron en menos de un año.
Los propios docentes confirmaron que la calidad era desigual, y calificaron el resultado como "claramente improvisado". Es cierto que otros docentes, sin secuestro, sí les encontraron algunas ventajas: herramientas de gamificación, personalización y apoyo para alumnos con dificultades.
El esquema no solo tropezó en lo técnico: además se convirtió en un foco de controversia política y social. La Coalición de Maestros y Trabajadores de la Educación y diversos grupos cívicos denunciaron que el software había sido impuesto de forma autoritaria, sin suficiente consulta con profesores y padres.
Incluso demandaron al ministro de Educación por "alcaldada de autoridad". Al final, la valoración ha sido clara: el gobierno ignoró los riesgos y apresuró un intento con consecuencias potencialmente negativas para los niños.
De hecho, tras la destitución (y detención) del presidente Yoon, su sucesor, Lee Jae Myung, ya había prometido durante la campaña revertir la política de los libros de IA, y en agosto de 2025 el Parlamento oficializó la revocación del software.
Tras pocos meses de uso, el gobierno decidió retirar su status oficial como 'libros de texto', degradándolos a simples materiales complementarios de uso opcional.
Ahora, la Comisión de Incremento de Textos, que agrupa a las empresas editoriales, planea demandar al gobierno por las pérdidas sufridas tras la abrupta derogación del esquema.
El caso surcoreano ofrece una advertencia útil para otros países que buscan integrar la IA (en sinceridad, cualquier tecnología nueva) en la educación. Según Lee Bohm, investigador de la Universidad de Cambridge, la esencia está en introducir la IA gradualmente, primero en tareas de praxis o apoyo, antiguamente de incorporarla al clase.
"Sólo una integración cuidadosa en el currículo puede hacer que la educación basada en IA sea verdaderamente efectiva".
Mientras tanto gobiernos como las grandes tecnológicas prometen "revoluciones" educativas con IA, este episodio demuestra que sin preparación pedagógica, formación docente y consenso social, la tecnología no baste para mejorar el educación.
Como resumió un profesor surcoreano:
“El software no fracasó por la IA, sino por las prisas. Debimos probar, memorizar y luego resquilar. No al revés".
Imagen | Marcos Merino mediante IA
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