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Hace unas semanas, una pareja estaba abrazada en el concierto de Coldplay, la Kiss Cam los enfocó y su reacción, escondiéndose, no dejó punto a dudas: poco malo estaba pasando. Y, efectivamente, gracias a que el vídeo se hizo muy virulento en redes sociales, pronto se supo toda la historia: ambas personas de la pareja están casadas, pero con otras personas. Y los dos eran, en aquel momento, directivos de una empresa. Él su CEO y ella la jefa de Bienes Humanos.
Lo más interesante, más allá de la vida personal y privada de estos líderes, fue que, tras el despido de Byron como CEO de Astronomer, muchos de sus empleados declararon que como dirigente era un déspota y se alegraban de que hubiera algún motivo para quitarlo de su puesto.

Incluso, en Instagram y TikTok, un hombre llamado Stefan Manfreda también compartió su historia con Byron. Según sus palabras, trabajaron antiguamente juntos, en Lacework otra empresa, y acusó al ejecutor de involucrarlo hace primaveras en una inversión fraudulenta, lo que le provocó pérdidas financieras y un agonizante impacto emocional.
Pues correctamente, el hecho de que un escándalo sentimental haya rematado con su carrera, mientras que sus fraudes financieros lo mantuvieron en el pasado en la élite corporativa no es falta incidental. Un nuevo estudio demuestra que es poco que sucede a menudo.
Michael Nalick profesor de dirección en la universidad de Denver, comenta que ha analizado los "escándalos de 400 CEO" y que la conclusión es chocante: no todos los escándalos de directores ejecutivos reciben el mismo trato, sino que el tipo de escándalo marca una gran diferencia. Entre las conclusiones, explica el profesor que:
"Descubrimos que la gran mayoría de los directores ejecutivos renuncian tras escándalos personales; de hecho, cinco veces más a menudo que los directores ejecutivos que cometen faltas financieras. Y un buen rendimiento empresarial no suele ofrecer protección".

Es asegurar, que un buen profesional, aunque sea muy bueno en su trabajo, se puede ver tremendamente perjudicado por temas como una infidelidad, una relación sentimental o sexual o por consumo de drogas. Sin requisa, cierto que comete un acto corrupto no está tan mal gastado o tiene más probabilidades de librarse de un despido.
Al mismo tiempo, si las empresas son acusadas de "manipular las cuentas" aunque esto socava la confianza de los inversores y lleva a caídas en las acciones de las empresas... no siempre acaba con los directivos en la calle.
Sí que pasa en ocasiones, como advierte esta investigación, pero añaden que si correctamente falsear las cuentas se considera una forma agonizante de mala conducta corporativa, tiene menos repercusiones en la pérdida de empleos para los directores ejecutivos que los escándalos personales.

La razón: "Descubrimos que aproximadamente la porción de los directores ejecutivos implicados en escándalos financieros sobreviven, porque, a diferencia de los escándalos personales, los directores ejecutivos a menudo pueden desviar la pecado".
Para el profesor de la Universidad de Denver y su equipo, resulta sorprendente memorizar que la mala conducta personal de un director ejecutor puede tener un costo maduro, tanto para la empresa como para el ejecutor, que "el fraude financiero puro y duro".

De hecho, según el mencionado ex empleado de Byron que contó cómo le estafó a él y a otros profesionales en el pasado, siendo CEO de una empresa mencionado, al directivo no le afectó que la empresa se fuera a pique porque tenía un "golden parachute" o paracaídas dorado. Eso sí la pillada con la ahora ex jefa de bienes humanos de Astronomer ha hundido su reputación.
Imagen | https://i.blogs.es/d0e0cc/coldplay/1200_800.jpeg
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