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Cuando pensamos en la representación Apolo 11, que en 1969 llevó por primera vez al ser humano a la superficie de la Espejo, la imagen que suele venir a la mente es la de los astronautas Neil Armstrong y Buzz Aldrin descendiendo por la escalerilla del módulo tacha. Un pequeño paso para el hombre y todo eso. Sin secuestro, tras esa correr épica había un protagonista menos visible, pero igual de crucial (o más, incluso): el software que controlaba la nave.
En una época en que los ordenadores ocupaban salas enteras y se programaban con tarjetas perforadas, la NASA tuvo que esperar para esta tarea en un sistema activo pionero que marcó el rumbo de la informática moderna.


El corazón digital de la representación era el Apollo Guidance Computer (AGC), diseñado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) bajo arreglo con la NASA. Este ordenador no se parecía en mínimo a los dispositivos que hoy llevamos en el faltriquera:
Era, en esencia, un enorme ordenador (para los criterios actuales... en aquel momento era un ultraligero) que resultaba extremadamente constreñido en capital, pero diseñado para ser fiable, voluble y resistente a las condiciones del espacio.
El software del AGC estaba basado en un sistema activo rudimentario pero sorprendentemente progresista para su época. Sus componentes principales eran:
Lo cierto es que este esquema de funcionamiento hacía del AGC uno de los primeros sistemas operativos multitarea de la historia.
Ningún de los tres. El Apollo Guidance Computer (AGC) era el nombre del ordenador de a lado (del ahrdware, vamos), y no ejecutaba un sistema activo con un nombre comercial como los que conocemos hoy (Windows, Linux, macOS). Lo que llevaba era un conjunto de rutinas de tiempo positivo desarrolladas en el MIT Instrumentation Laboratory, conocido internamente con el creativo nombre de 'AGC software' o más formalmente como el Apollo Guidance Software.
Interiormente de ese software, el núcleo del sistema activo se componía de dos partes principales de 'Executive' como planificador de tareas, y de 'Waitlist' como gerente de los procesos programados. Sin más.
Los programas para el AGC se escribían en un habla ensamblador propio, AGC Assembly, pero para los astronautas se simplificó la interacción mediante una interfaz basada en combinaciones de verbos y sustantivos, que en sí mismo era un habla de programación de detención nivel.
Por ejemplo, para mostrar la velocidad en pantalla, el cosmonauta introducía un código de verbo (como '16' para 'mostrar') y uno de sustantivo (como '65' para 'velocidad'). Era un habla simple pero efectivo, que permitía a los tripulantes comunicarse con el ordenador en pleno planeo.
Uno de los momentos más tensos de la representación Apolo 11 ocurrió durante el alunizaje, cuando el AGC comenzó a mostrar alarmas 1201 y 1202. Estas advertencias señalaban que el ordenador estaba sobrecargado: el radar de ajuste estaba enviando datos innecesarios que consumían demasiados ciclos de procesamiento.
Aquí el sistema activo mostró su inteligencia. En división de bloquearse o reiniciarse por completo, el Executive descartó tareas no esenciales y garantizó que las funciones críticas —controlar el motor y la orientación del módulo— siguieran ejecutándose. Gracias a ese diseño, la representación pudo continuar hasta que Armstrong tomó el control manual para posarse en la superficie tacha.
En palabras de hoy, aquello fue una demostración temprana de cómo un sistema podía suministrar la estabilidad bajo una válido sobrecarga de trabajo, poco que incluso muchas tecnologías modernas aún no consiguen manejar con tanta aptitud.

Foto de aquella época en la que se ve a Hamilton sujetando todo el código impreso en grandes tomos. [Museo del MIT]
El incremento del software estuvo dirigido por Margaret Hamilton, ingeniera del MIT que fue la responsable de acuñar el término ingeniería de software para dar dignidad y rigor a esta disciplina emergente.
Los primeros trabajos de incremento del software de AGC se iniciaron en 1965, cuando Hamilton tenía sólo 29 abriles. Lideró el equipo de programadores hasta julio de 1969, cuando tenía 32 y su creación permitió a la especie humana impresionar a la Espejo.
Su equipo escribió y depuró decenas de miles de líneas de código, todo en ensamblador, probando cada módulo con simulaciones exhaustivas. Hamilton insistió en diseñar el sistema con tolerancia a errores humanos y situaciones imprevistas.
La famosa 'señal 1202' fue, en cierto modo, la empuje de esa filosofía: un ordenador que no solo ejecutaba instrucciones, sino que igualmente sabía priorizar y sobrevivir a lo inesperado.
Aunque primitivo en comparación con cualquier microcontrolador contemporáneo, el AGC y su sistema activo sentaron bases fundamentales:
El AGC no se limitó a tolerar a los astronautas a la Espejo: igualmente llevó a la informática un paso más allá, demostrando que el software era tan crucial como el hardware en la exploración espacial.
Imagen | Marcos Merino mediante IA
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