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Este mes de septiembre van a decidir figura en la memoria de la industria automovilística durante asaz tiempo: Jaguar Land Rover (JLR), el anciano fabricante de coches del Reino Unido y símbolo de ingeniería británica, ha sido víctima de un ciberataque de gran magnitud que ha detenido en seco su producción total y generado pérdidas astronómicas.
Lo que al principio parecía una mera incidencia técnica ha terminado revelándose un moradura sin precedentes que ha puesto contra las cuerdas a la compañía. Pero el impacto no se limita a JLR: miles de proveedores, concesionarios y pequeñas empresas que dependen del flujo de producción han quedado en vilo...
A comienzos de este mes, la compañía confirmaba lo que ya era un rumor creciente entre los medios británicos: un ataque informático había obligado a detener la actividad en sus principales fábricas. En Reino Unido, las plantas de Halewood, Solihull y Wolverhampton cerraron sus puertas primero, seguidas poco luego por las instalaciones de Eslovaquia, India y China.
En total, más de 1.000 coches diarios dejaron de fabricarse, con un impacto inmediato en el cómputo financiero. Lo cierto es que la signo marea: unos 83 millones de euros en pérdidas directas al día. En menos de dos semanas, el moradura supera ya los 1.000 millones de euros.
La digitalización de la industria automotriz ha traído consigo una eficiencia inédita… pero incluso una fragilidad inesperada. Con los sistemas desconectados, los proveedores no pueden registrar piezas ni los concesionarios matricular vehículos. Las plantas paralizadas significan almacenes saturados, contratos incumplidos, clientes insatisfechos...
El Land Rover Defender, el maniquí más vendido de la marca, lleva más de diez días sin producirse. La incertidumbre aumenta porque, más allá de la suspensión temporal, no está claro cuánto tardará la compañía en reiniciar operaciones de modo estable. Y mientras tanto, los 200.000 empleados de Land Rover permanecen cruzados de brazos, muchos de ellos en sus casas.

El ataque no solo afecta a la fabricación de coches. Según diversas filtraciones, los hackers lograron conseguir a información sensible de clientes y proveedores, tras rendir una vulnerabilidad en una aplicación utilizada por la empresa. Aunque Jaguar Land Rover fue cauta en un inicio, asegurando no tener evidencias de filtración de datos, luego admitió que algunos sistemas sí resultaron comprometidos.
Ahora, la sombra de un robo masivo de información planea sobre la compañía, con un posible impacto reputacional tan espinoso como el financiero.
Varios medios señalan, incluso, que la agencia estadounidense CISA había alertado ya en primavera de este año sobre fallos críticos en un software usado por Jaguar Land Rover (SAP NetWeaver), que estaban siendo explotados por hackers. La compañía, sin requisa, no ha confirmado que ese haya sido el vector del ataque.
Hasta ahora, la autoría del ataque no ha sido confirmada oficialmente. Sin requisa, varios expertos apuntan al congregación Scattered Spider, conocido por ataques de ransomware y sofisticadas técnicas de ingeniería social. Se manejo de un colectivo con historial en la infiltración de grandes corporaciones y capaz de inutilizar redes enteras en cuestión de horas.
El modus operandi parece coincidir con los patrones de este congregación: ataque original mediante patraña a empleados, subida de privilegios y propagación en el interior de la red. La rápida atrevimiento de JLR de desconectar sistemas críticos evitó un daño anciano, pero el coste del corte sigue creciendo.
Encima, la crisis golpea a Jaguar en un momento especialmente delicado. La marca llevaba meses sin editar nuevos modelos, tras deber retirado varios de ellos en medio de una transformación radical alrededor de un catálogo 100 % eléctrico. Su futuro depende del emanación de un maniquí exclusivo de stop precio, pero este no se retraso que sea un coche con grandes volúmenes de ventas, lo que hace prever dificultades para retornar a beneficios en el corto plazo.

Jaguar Land Rover ha anunciado que sus plantas en Reino Unido permanecerán cerradas, al menos, hasta el 24 de septiembre. El reinicio será paulatino y bajo un precioso control forense, lo que confirma que la recuperación llevará semanas o incluso meses.
Mientras tanto, el Gobierno britano ha intervenido ofreciendo apoyo en ciberseguridad. La situación es tan delicada que los sindicatos ya advierten de posibles despidos y reclaman un plan de emergencia para librar empleos y empresas vinculadas al sector.
Los especialistas lo tienen claro: el caso de Jaguar Land Rover no es accidental, sino un aviso total. El sector ya vivió episodios similares con Honda en 2020 o Renault en 2017. La digitalización de la producción, el uso de software en la dirección de piezas y la integración de sistemas conectados en los vehículos convierten a la industria del automóvil en un objetivo prioritario para los ciberdelincuentes.
Imagen | Marcos Merino mediante IA
En Genbeta | Este desarrollador notó que su coche eléctrico iba muy pausado. Para arreglarlo acabó haciendo lo mismo que hacemos con los PC
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