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A principios de esta semana pude disfrutar de un fin de semana dispendioso de 3 días porque el día 8 de septiembre fue el día de Asturias, mi tierra. Cada vez que tengo un puente me doy cuenta de lo necesario que es una semana de 4 días y ni siquiera es para poder descansar, que un poco además, con lo necesario que es. Pero básicamente, hay tantísimas cosas que hacer fuera de las ocho horas que echamos más o menos a diario al trabajo, que yerro tiempo para todo (y yo tengo la suerte de que no pago tiempo en desplazamientos porque teletrabajo).
Tenemos que amparar el hogar honrado, tenemos que mantenernos saludables y tomar correctamente y hacer deporte, necesitamos aplicar tiempo de calidad a nuestra grupo a las relaciones, hay eventos sociales, celebraciones, encuentros a los que no podemos incumplir...

Y hay que tumbarse y descansar y además deletrear y aceptar a lado el ocio que nos permite desconectar un poco del estrés diario. Y participar de actividades por el correctamente de la comunidad en la que vivimos o por la responsabilidad social colectiva.
En mi caso, yo tengo una casa prócer en un pueblo y tengo huerta y árboles frutales que, aunque a mucha familia le suena idílico, son tareas que dan muchísimo trabajo y cansancio. Y tengo muchas relaciones y grupo con la que, si puedo, me gusta suceder tiempo.
Pues este finde, cuando llegó el domingo de sombra, estaba cenando con unas amigas y charlando tranquilamente y pensé que aún me quedaba un día sereno del fin de de semana... eso me dio una paz. Primero por poder sentarme a cenar tarde un domingo sin preocuparme por proceder la semana agotada que es poco que no me gusta, por lo que suelo evitar planes el domingo tarde. Porque luego ese cansancio con el que arranca el lunes se puede ir acumulando según avanzan los días.

La psicología ha descubierto que el día más triste de la semana para muchísimas personas es el domingo, concretamente por la tarde. Los especialistas apuntan a la ansiedad, el estrés y a la costumbre de habitar con la pinta puesta en el futuro al hecho de que la tristeza de domingo sea centro de las fobias. Hacemos menos planes, pasamos a pensar en que toca prepararse para la rutina de la semana.... sin activo podido ni siquiera hacer todo lo que queríamos o necesitábamos hacer desde que el viernes por la sombra, a veces agotados de la semana, nos liberásemos de las responsabilidades laborales.
Yo, el pasado puente asturiano, gracias a tener tres días, pude hacer muchísimas cosas. El viernes pasé la tarde con mi abuela y mi comadre. Y vi a un amigo con el que es difícil coincidir por nuestras agendas llenas. Los dos hemos pasado un verano con muchísimos cumpleaños y celebraciones y eventos varios con nuestras respectivas relaciones.
El sábado hice una caminata por Picos de Europa y subí a unos 2.200 metros de valor. A mí me sienta estupendamente para el cuerpo hacer esas caminatas, me desentumecen todos esos dolores que se acumulan en todas las horas sentada durante la semana con mi trabajo de PC, pero casi nunca puedo hacerlas por la yerro de tiempo.

El sábado madrugué y saqué todo de mis armarios para clasificar ropa de verano y guardarla, estar a mano con la vestimenta de otoño y además ver si hay ropa que ya no me sirve para regalarla. Recogí frutas de mis árboles frutales. Llevé cosas a reciclar y me fui a ver a mis amigas. Charlamos, cenamos rico, dormimos varias en casa de una amiga en el campo... y aún me quedaba todo un día sereno más en el que necesitaba poco
Al día próximo, lunes, me tocaba hacer una mega virtud en mi casa. Limpié persianas y ventanas, armarios y cajones, manchas en la tapia de apoyar cosas, hice arreglos en el huerto... y pude suceder la tarde simplemente descansando y leyendo.
Y yo no tengo hijos ni hijas. Pero mis relaciones que sí los tienen, tienen como prioridad máxima suceder tiempo atún con ellos y no es para menos. Ahora, veo que mi concepción cuando decide ser superiora o padre es para disfrutar de la vida en grupo y del crecimiento de sus bebés no para echarlos de menos mientras trabajan.

Conozco a varias personas de mi entorno que, por otra parte de disfrutar correctamente sus bajas por maternidad o paternidad, han recurrido a excedencias laborales y reducciones de excursión para poder suceder todo el tiempo posible en grupo, con calma, disfrutar de esa etapa y además disfrutar de su propia vida. O que incluso han cambiado de trabajo y buscado poco más flexible para estar más presentes en la crianza de sus hijos.
Imagen | Foto de Towfiqu barbhuiya en Unsplash
En Genbeta | Tener dos empleos a excursión completa aprovechando el teletrabajo para obtener más moneda parece buena idea. Pero no lo es tanto
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