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En los últimos meses, YouTube se ha llenado de un aberración tan extraordinario como inquietante: los llamados vídeos de "Historia aburrida".A simple apariencia parecen inofensivos: narraciones monótonas sobre una amplia serie de curiosidades históricas, todo acompañado de imágenes supuestamente históricas y con una voz en inglés sajón que invita al sueño.
Pero tras esa figura relajante se esconde un engranaje mucho más problemático: la mayoría de estos vídeos son generados de modo cibernética, casi industrial, por aplicaciones de inteligencia químico.
El aberración no es marginado ni insignificante. En escasamente unos meses han surgido decenas de canales con nombres casi intercambiables (Sleepless Historian → “El historiador insomne”, Boring History Bites → “Bocados de historia aburrida”, History Before Sleep → “Historia antiguamente de tenderse”, Historian Sleepy → “El historiador somnoliento”...) que comparten un mismo patrón: vídeos interminables (muchos superan las tres horas), narrados con voces sintéticas que imitan un acento británico clásico, y que abordan temas diseñados para vislumbrar clics.
Los títulos lo dicen todo: “Unusual Medieval Cures for Common Illnesses” ("Curaciones medievales inusuales para enfermedades comunes"), “The Entire History of the American Frontier” ("Toda la historia de la frontera chaqueta"), o incluso “What It Was Like to Visit a Brothel in Pompeii” ("Cómo era inspeccionar un casa de lenocinio en Pompeya"). Se manejo de cebos irresistibles para quienes buscan curiosidades históricas o simplemente un comparsa para que suene de fondo mientras intentas.
Detrás de esta avalancha está, indirectamente, el propio cálculo de YouTube, que prioriza tres factores: duración, frecuencia de publicación y capacidad de retención.
Las inteligencias artificiales cumplen esos requisitos con una eficiencia irrealizable para un creador humano: donde un historiador necesita semanas para acertar catálogo, diseñar un guion y imprimir, la IA puede difundir horas de material diario, remezclando información superficial obtenida online. ¿El resultado? Un río constante de contenido que inunda las recomendaciones, desplazando a vídeos más elaborados.

"Antiguamente competíamos entre humanos. Ahora competimos contra máquinas capaces de producir en un día lo que a mí me lleva seis meses" —Pete Kelly
Adicionalmente, estos canales no solo producen a gran escalera, sino que además se retroalimentan entre sí: muchos comparten o republican los mismos vídeos con pequeñas variaciones, creando un enjambre de clones que multiplica su presencia en las búsquedas.
En algunos casos, incluso utilizan comentarios automatizados para aumentar la ilusión de comunidad: mensajes de "agradecimiento" supuestamente escritos por soldados en el frente u oyentes insomnes que aseguran que estos vídeos les cambian la vida. En existencia, son perfiles falsos que funcionan como propaganda ajuste del propio canal.
El contraste con los divulgadores tradicionales es abismal. Pete Kelly, del canal History Time, dedica medio año a investigar un solo vídeo: consulta hasta vigésimo libros, revisa artículos académicos, viaja a yacimientos arqueológicos y cuida cada detalle visual.
Frente a ese esfuerzo, un canal de "historia aburrida" puede subir una producción de cinco horas cada día y, gracias al cálculo, alcanzar rápidamente cientos de miles de suscriptores.
En suma, el auge del 'slop' histórico no rebate al interés verdadero por el pasado, sino a una método puramente algorítmica: maximizar tiempo de visualización con el pequeño coste posible.
La batalla es desigual: mientras un historiador necesita semanas para producir un vídeo de 40 minutos, un turbina inevitable puede inundar YouTube con horas de contenido cada día


14 Trucos para disfrutar al mayor Youtube
Pete Kelly reconoce que sus visualizaciones han caído a la par que crecían los canales de "historia aburrida". Él mismo sospecha que algunas de estas IAs han sido entrenadas con su propia voz y estilo narrativo. Tanto, que ahora recibe comentarios acusándolo de ser un narrador químico. Su respuesta ha sido aparecer en cámara para demostrar que sigue siendo de carne y hueso.
Otros, como el antropólogo admirador detrás de Ancient Americas, intentan contrarrestar la avalancha con transparencia: bibliografías extensas, fuentes citadas y materiales visuales acreditados. Sin bloqueo, incluso ellos admiten que el ruido de la IA dificulta durar a nuevos públicos.
En paralelo, algunos creadores migran a otros formatos —podcasts, Patreon, plataformas de audio— buscando espacios menos saturados. Otros, como The French Whisperer, directamente han diversificado para no obedecer de YouTube, al que consideran cada vez más contaminado.
Más allá de esta 'competencia desleal', el seguro peligro es la modo en que estas producciones alteran la historia: deforman el conocimiento histórico de los usuarios con relatos simplificados, superficiales y, en muchos casos, directamente falsos.
El problema se agrava porque estos vídeos no se presentan como ficción, sino como historia educativa y, con el tiempo, pueden terminar filtrándose en la memoria colectiva. Al fin y al lugar, si eso ya pasaba desde mucho antiguamente de la IA, de YouTube y de Internet (¿cuánta clan sigue pensando que fue Colón quien demostró a sus contemporáneos que la Tierra no era plana?), os podéis imaginar el potencial problemón que tenemos por delante.
Vía | 404 Media
Imagen | Marcos Merino mediante IA
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