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Durante los últimos meses, Meta ha protagonizado titulares en todo el mundo tras embarcarse en una desenfrenada carrera por atraer talento en el sector de la IA. La compañía liderada por Mark Zuckerberg ha llegado, de hecho, a ofrecer salarios y bonificaciones astronómicos, que han llegado a rondar los 100 millones de dólares en paquetes individuales de contratación, e incluso hasta 1.500 millones en ofertas excepcionales.
El objetivo era claro: ponerse a la delantera en el sector y poder construir sistemas de "superinteligencia" capaces de pasar a los humanos en tareas cognitivas; en definitiva, liderar la próxima gran revolución tecnológica. Sin requisa, acaba de difundirse un modismo inesperado por parte de la compañía: Meta ha congelado la contratación en su división de IA.
La medida, que lleva en vigor desde la semana pasada, se enmarca en una amplia reestructuración de la compañía y ha sorprendido tanto a empleados como a analistas.
En los últimos meses, Meta ha fichado a más de 50 investigadores e ingenieros procedentes de competidores como OpenAI, Google DeepMind, Anthropic, xAI e incluso Apple. Para asegurarlos, la compañía no dudó en apelar a lo que algunos analistas llaman 'reverse acquihires': absorber talento esencia de startups ofreciendo sumas millonarias a sus fundadores.
La envite más llamativa fue la adquisición parcial de Scale AI, fundada por Alexandr Wang. Meta pagó 14.300 millones de dólares por el 49% de la empresa, asegurándose así que Wang asumiera el liderazgo de su nuevo laboratorio de superinteligencia.
Otros fichajes de stop perfil han incluido a Nat Friedman (ex CEO de GitHub) y Daniel Gross (cofundador de Safe Superintelligence). Todo ello configuró un "dream team" de IA, si adecuadamente el coste que ha sido necesario remunerar para ello ya ha empezado provocar levantamientos de cejas en Wall Street.
La congelación de contrataciones se ha justificado oficialmente como una cuestión de "planificación organizativa" y por la exigencia de crear una estructura sólida para los nuevos proyectos. Así, Meta ha reorganizado su división de IA en cuatro equipos principales, todos ellos bajo el paraguas de Meta Superintelligence Labs:
Curiosamente, esta reorganización además supuso la disolución del equipo AGI Foundations, responsable de la serie de modelos Candela. Tras el impulso en abril de una traducción considerada decepcionante, Zuckerberg habría decidido intervenir personalmente y cambiar su rumbo.
Más allá de la ingeniería corporativa, Meta enfrenta tensiones 'culturales': los nuevos fichajes, llegados con sueldos y bonos espectaculares, conviven con veteranos que ven en estas desigualdades una amenaza para el clima sindical. Según algunos medios estadounidenses, algunos investigadores de la "vieja gendarme" han amenazado con desasistir la empresa.
La táctica además ha provocado reacciones en la industria. Sam Altman (OpenAI) calificó recientemente de "excentricidad" la política de cheques en blanco de Meta, y afirmó que edificar una civilización empresarial en torno al mosca es "una récipe para el fracaso". Dario Amodei (Anthropic) fue aún más allí: dijo a su equipo que rechazaría entrar en una eliminación salarial porque "podría destruir la civilización de la compañía".
Los inversores han comenzado a mostrar inquietud: Morgan Stanley llegó a advertir en un crónica que los costes laborales basados en acciones, usados para atraer talento, ya ocupan un peso preocupante en la estructura de gastos de Meta. Estos desembolsos masivos, dicen los analistas, pueden derivar en dos escenarios opuestos:
La pregunta que se hacen es si Zukerberg podrá abastecer el ritmo de pago, la cohesión interna y la confianza de los inversores el tiempo suficiente para lograrlo. Recordemos que su última gran envite tecnológica (por el Metaverso, que incluso le hizo cambiar el nombre de la compañía) no fue capaz de traducirse siquiera en avances de relevancia.
Y a todo esto se suma que, en paralelo a la congelación de contrataciones, los mercados tecnológicos atraviesan un periodo de ventas masivas de acciones por el temor a una "burbuja de la IA". Sam Altman, de hecho, reconoció recientemente que hay un exceso de expectativas en torno al sector, incluso mientras defiende que la IA es "el avance más importante en mucho tiempo".
Expertos consultados por la CNBC y The Wall Street Journal coinciden en que el parón no significa un retroceso, sino un “modo digestión” tras una etapa de pago desenfrenado. En otras palabras, Meta necesita tiempo para integrar a su nuevo ejército de investigadores y evaluar si puede metamorfosear la inversión en avances tangibles.
Zuckerberg, por su parte, sigue firme en su objetivo: construir una IA de nivel superinteligente que marque la diferencia respecto a competidores como OpenAI, Google y Anthropic. La pregunta es si podrá abastecer el ritmo de pago, la cohesión interna y la confianza de los inversores el tiempo suficiente para lograrlo.
Imagen | Marcos Merino mediante IA
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