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Esta semana compartimos la historia de una anfitriona de Airbnb que cuando se fueron sus huéspedes tras tres semanas de estancia, recibió una extracto de cerca de 1.300 euros en electricidad. Y en su historia compartió en TikTok que es que estas personas estuvieron minando criptomonedas sin detener y que construyeron una época de carga de coches eléctricos. Se lo devolvieron porque por otra parte sacaron mucho boleto en su minado.
Muchas personas leyeron la comunicación y no es de exiliar: viajando nos juntamos con parentela que puede ser maravillosa o no. Yo recordé una historia, menos costosa económicamente, pero rarísima, de una vez que mi anfitriona de Airbnb cantaba ópera en plena perplejidad. Cada perplejidad.
Y, mirando en Reddit, la parentela comparte historias muy raras y hasta dilerantes. Si la parentela entra en tu casa, o uno entra en casa de otros puede activo alguna circunstancia peculiar que suceda.
Tengo muchas historias curiosas, aunque la mayoría buenas. Pero esta no lo fue y me dejó muy descuadrada. Por trabajo, yo estaba pasando un par de meses en una lugar croata y con una carga de tareas enorme y muy estresantes. Para dispersar y desconectar decidí ir a Zagreb. No me gusta Zagreb y menos en invierno que es tan aburrido y tan fría, pero era allí del sitio donde trabajaba y solo necesitaba pernoctar.
Podría haberme quedado en casa de una amigas a las que adoro, pero con ellas iba a desconectar poco porque íbamos a departir de trabajo seguro, porque trabajaban en el sitio donde yo lo hacía, y necesitaba tranquilidad y pernoctar mucho así que pagué por un Airbnb. Pero descansé falta: la anfitriona se levantaba cada perplejidad a cantar ópera y paseaba por casa mientras cantaba.
Cuando llegué todo parecía regular. Un desposorio de mediana años que me saludaron y recibieron educadamente. Pero luego, cada día a las 3 de la crepúsculo (más o menos, a veces poco antiguamente y a veces luego), durante las dos noches que me quedé la mujer me despertaba con cánticos altísimos, de ópera. Y no se escuchaban en su cuarto, sino que sentía cómo paseaba por el habitáculo.
No soy una persona de quedarme callada frente a problemas, pero estaba en realidad agotada y yo no sabía si esa mujer tenía problemas de vitalidad mental o era sonámbula o simplemente una maleducada, pero el resto del día era súper regular. Y yo cuando amanecía me iba a pasear zonas verdes de la ciudad. No cambié el sitio porque pensé que era poco puntual, pero al día venidero igual...
Otra persona cuenta que algún reservó su casa para ir al baño: "Un hombre reservó mi casa a última hora, se registra... una hora luego dice que no se siente cómodo ahí. Que necesita irse. Le interpelo por qué y me ignora. Se queja a Airbnb y le dan un reembolso total por una reserva de dos días".
Entonces la anfitriona llamó a Airbnb y le dijeron que fue un error y que el beneficiario ya tiene problemas previos en otros alojamientos, así que no le van a dejar el reembolso.
El tema es que cuando la dueña accedió a la casa tras la reconocimiento rápida, cuenta, textualmente: "Hay un cagarrón enorme en el inodoro" sin que nadie haya tirado de la cisterna. Su conclusión es que esa persona "básicamente, reservó mi alojamiento para hacer suciedad".
Otra persona cuenta que "una vez tuve una huésped que se quejaba de cada tontería posible, y luego su marido me mandaba mensajes para disculparse". Es afirmar que si la mujer se quejaba que las habitaciones son mucho más pequeñas que en las fotos luego el marido mandaba un mensaje diciendo: "Soy Tim, no hay problema, las fotos son exactas a lo que hay".
Luego, esa misma persona tuvo varias quejas sobre la ciudad, no sobre el alojamiento, como especifica quien cuenta su historia. Y algunas eran raras como que no encontraba lavanderías que recogieran y entregaran a domicilio la ropa limpia (y la huésped especificó que en París eso habría sido increíble que sucediese).
Incluso se quejó del pronóstico del clima, de que las calles eran estrechas en esa ciudad y de otras "absurdeces" (como la que comparte su historia en Reddit explica) de poco propio de la ciudad que visitas, no de los anfitriones.
Otra persona cuenta que hace diez primaveras, cuando se fueron a un alucinación espacioso, alquilaron su propia casa a una pareja que iba a estar ahí y a encargarse de arrendar el segundo cuarto mediante Airbnb en su marcha.
Durante ese invierno, la propietaria recibió una señal de una huésped diciendo que su hospedador (que era un noruego enorme) le abrió la puerta desnudo cuando llegó. El hombre dijo que no los esperaba tan pronto, pero todo acabó en una mala reseña.
Otra persona cuenta que el viajero nunca llegó ni se registró, dejó una reseña de 5 estrellas buenísima y pagó todo de reserva de 3 noches. En este caso, el dueño de la casa está convencido de que usó ese alucinación para engañar a algún.
Otra persona le replica que le ha pasado en tres ocasiones poco similar: "Casi seguro que son infidelidades. Si algún se hospeda en un hotel, la pareja puede convocar y ver si se registró, etc. En un Airbnb, no hay en realidad ninguna prueba de si algún se quedó ahí o no", explica el versado hospedador.
"Una vez permití mascotas en mi renta vacacional en la montaña pero eso cambió luego de hospedar a algún con un Akita, al que aparentemente dejaron solo por un buen rato y tenía una ansiedad por separación terrible".
El perro destruyó el sofá, masticó casi todo el barandal de madera del azotea, rompió la puerta corrediza del patio, arañó la mayoría de los zócalos y molduras de adentro. Adicionalmente de hacer suciedad y pis por todos lados.
En total, los propietarios gastaron unos 8.000 para reordenar todos los daños (y aclaran que esto fue antiguamente de AirCover). "Los dueños me dijeron que el perro siempre se portaba adecuadamente y que quizás lo había poseído un demonio, ya que nunca antiguamente había destruido falta".
En este caso la historia la cuenta la propietaria casi criticando la reacción de la viajera y quitándose responsabilidad pero otros usuarios de Reddit le recuerdan que debería ocuparse ella misma del bienestar de los visitantes.
Una mujer y su hijo fueron a casa de la dueña de la casa a las dos de la crepúsculo a afirmar que un hombre desnudo había entrado en su cuarto (ellos se quedaban en el sótano) y que lo habían convencido de que se fuera pero había regresado. La propietaria se queja de que no cerraron con interruptor. El problema era el hombre volvió a entrar y se quedó dormido en una arnés. Más que eso estaba muy borracho y vomitó por diferentes partes del cuarto. Tuvieron que convocar a la policía.
De todos modos, quien cuenta la historia no parece una anfitriona que a algún le gustaría tener. Primero, para contextualizar, resalta que la viajera era una "señora musulmana muy religiosa" como si importase la creencia de algún para que le resulte enfadoso o no tener a un hombre desconocido, borracho y desnudo durmiendo en su mismo cuarto. Incluso la propietaria acaba su historia quejándose de que "la huésped puso una mala reseña como si hubiéramos puesto al hombre desnudo ahí premeditadamente".
Resulta, como se puede ver luego en los comentarios, que ella sabe que puede presentarse parentela por una puerta trasera de su casa, pero no avisaba a los visitantes para que tengan cuidado y cierren adecuadamente con interruptor.
Este historia la cuenta una huésped que tuvo que quedarse unos días en Los Ángeles por trabajo. "El lado estaba en la ciudad, pero en una zona no muy buena". Ya, al presentarse, encontró la puerta abierta pero no había nadie y siquiera le habían preparado la cama, ni había sábanas y nadie le respondía. Al final le atendió la propietaria.
"Al día venidero me ofreció un aguacate para desayunar y hablamos un rato. Me dio algunos consejos de lugares que inspeccionar si tenía tiempo vacuo, y todo parecía regular. Ella era peluquera y medio bromeando le dije que si hubiera sabido, hubiera pedido una cita, porque no había tenido tiempo para cortarme y teñirme el pelo antiguamente del alucinación. Me hizo un montón de preguntas sobre mi negocio, vio mi página web", comenta la viajera.
Esa perplejidad, la anfitriona decidió teñirle el pelo y peinarla como la mujer había comentado. El problema es que olía mucho a trinque... y hasta le quemó el pelo con el tinte. Al día venidero, antiguamente de irse, su hija estaba en la casa y le contó que su mamá era una adicta en recuperación, habló sobre lo adecuadamente que le estaba yendo, pero explicó que era una lucha enorme retornar a ponerse de pie luego de poco así.
Tras su partida, "una vez a la semana, más o menos recibía un mensaje hablando de cuánto me admiraba su hija, que le encantaba mi energía y apreciaba mi apoyo, y que sabía que quería ver a la hija triunfar, así que esperaba que pudiera ayudar a acreditar su rehabilitación". La mujer la acabó bloqueando en su móvil.
La película Trainspotting se hizo sinceridad en un firme de una mujer en Ibiza. Alquiló su casa 10 días. Cuenta que ella no era una anfitriona a tiempo completo, solo a veces para acreditar gastos y demás. Cuando se fueron sus inquilinos, relató que "el habitáculo estaba hecho una porquería".
Se encontró con restos de drogas esparcidos en las mesas y por el suelo. Algunos objetos de valencia habían desaparecido, la alfombrilla y el sofá habían sido utilizados como ceniceros y las toallas que quedaban estaban empapadas de linaje. Arreglar el estropicio costó más de 12.000 euros, como relató a Lodgify esta persona.
Otra anfitriona ha contado en un hilo de Reddit que tuvo una huésped que no hablaba ni se comunicaba mucho y que se quedó más de una semana. "Nunca nos contactó ni pidió falta". Se alojaba en una cabaña.
Cuando ya acabó su estancia y los dueños del espacio se entraron a barrer cuentan que: "Encontramos post-its POR TODAS PARTES. Había un montón, especialmente en un cuadro espacioso de un paisaje tropical que tenemos. Las notas iban desde observaciones sobre los reflejos en el agua hasta "¿Dónde está Jenny?".
De hecho, cuentan, había varias notas que mencionaban la marcha de Jenny en la cabaña y en el compendio de visitas había una nota sobre la búsqueda de esa persona de nombre Jenny. No saben qué pudo sobrevenir. Pero dicen que tras meses, encontraron más post escondidos por lugares donde ni habían mirado.
"Llegamos a nuestro Airbnb, de un hospedador polaco que parecía Elvis y que insistió en darnos una recital en directo en el pasillo antiguamente de que pudiéramos ir a nuestras habitaciones", comentan dos personas. Dicen que les pareció muy divertido.
Una persona alquiló una casa en Hudson, Nueva York, y al presentarse se encontró con una gran pegatina y una cinta de precaución bloqueando la puerta anunciando que el edificio estaba embargado.
"El hospedador me indicó que cortara la cinta y me acomodara. Había una tolerancia de 1,8 metros de diámetro en la muro con destino a el extranjero, y hacía menos de cero grados". Luego cuenta que se metió a duchar y al salir se encontró "con un agente inmobiliario enseñando la casa a posibles nuevos propietarios".
Imagen | Foto de Oberon Copeland @veryinformed.com en Unsplash
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