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En la Edad Media hacían bien una cosa a la hora de aprender una profesión, según este programador. Así puedes replicarlo hoy

Publicado el 
agosto 14, 2025

En la Europa medieval, el formación de cualquier oficio (desde la herrería hasta la contabilidad) seguía un patrón casi universal: la relación pedagogo–aprendiz. Había pocas 'carreras' en el sentido flamante del término (se limitaban a ámbitos de conocimiento como la medicina, el derecho o la teología) por lo que el formación y control de las profesiones dependían aceptablemente poco de currículos escritos y evaluaciones estandarizadas.

Sin requisa, la tradición (complementada, en ocasiones, por la regulación ejercida por los gremios) establecía un método que garantizaba la calidad del trabajo: el aprendiz entraba a morar o a sobrevenir largas jornadas en el taller del pedagogo. Allí no solo aprendía la técnica: asimismo absorbía la civilización del oficio, la disciplina de trabajo, las rutinas y el unificado de calidad esperado.

Este formación era eminentemente práctico:

  • Observar al pedagogo y a oficiales con más experiencia.
  • Imitar sus movimientos, herramientas y procesos.
  • Practicar en tareas pequeñas y progresivamente más complejas.
  • Producir valencia verdadero desde el principio, incluso en actividades menores (virginidad de herramientas, preparación de materiales, tareas de apoyo).

El pedagogo, a cambio, enseñaba no solo qué hacer, sino cómo pensar y resolver problemas del oficio. Encima, al beneficiarse del trabajo del aprendiz —aunque fuera modesto al inicio—, el pedagogo podía permitirse destinar tiempo a formar sin penuria de cobrar una matrícula formal. Era un maniquí donde el formación estaba integrado en la producción, no separado de ella.

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Por qué el maniquí pedagogo–aprendiz supera (a menudo) al cátedra

Este sistema tenía una delantera pedagógica enorme:

  • El contexto de aplicación era el mismo en el que se adquirirían y usarían las habilidades.
  • La feedback era inmediata, sin esperar a un examen.
  • La motivación era intrínseca: el aprendiz veía cómo su trabajo contribuía a un resultado tangible.

En contraste, la educación moderna suele desacoplar el formación de su contexto verdadero. Los alumnos estudian fórmulas, conceptos o procedimientos en ideal, con la esperanza de que algún día.

Scott H. Young, programador y autor de obras conocidas como 'Ultralearning' y 'Get Better at Anything', argumenta que esto introduce una fricción innecesaria: la "transferencia" del conocimiento del cátedra al mundo verdadero es mucho más difícil de lo que solemos encargarse.

Por eso, aunque el maniquí pedagogo–aprendiz pueda sonar anticuado, capta mejor cómo los seres humanos aprenden lógicamente:

  • mediante exposición directa al trabajo verdadero,
  • modelado de conducta a partir de expertos,
  • y una progresión sucesivo en torno a la autonomía y la pericia.

En la hogaño, lo más parecido a este enfoque se ha transformado en prácticas como las pasantías, los bootcamps con proyectos reales, la mentoría profesional o incluso el trabajo colaborativo en comunidades open source. Pero la método subyacente sigue siendo la misma que en una forja del siglo XIII: cultivarse haciendo, observando y aportando, bajo la conductor de algún que ya domina el camino.

Aprendemos haciendo… y mirando

El "formación social", según subraya Young, nos distingue del resto de animales inteligentes: ver a un diestro tratar reduce décadas de test y error. Un detalle provocador: a veces ni siquiera hace error comprender por qué funciona una posibilidad para poder reproducirla con éxito; la teoría puede venir a posteriori.

El cátedra convencional suele volver el orden: mucha teoría (el por qué) con la promesa de que algún día se convertirá en destreza (el cómo). En medicina, por ejemplo, primaveras de bioquímica y fisiología preceden a la exposición a pacientes. El maniquí de formación con pedagogo recorre el camino inverso: primero la destreza guiada, luego la explicación.

La "pirámide del conocimiento" no existe

Imaginamos el asimilar como una pirámide: matemáticas en la cojín, luego física, a posteriori química, biología… y encima, los usos prácticos. Si la cojín es pequeña, todo se derrumba. Suena metódico, pero no describe cómo aprendemos positivamente.

El cátedra tiende a confiar la pirámide (primero, reglas de conjugación, luego frases; primero, leyes de Newton, luego problemas realistas; primero, teoría de la computación, luego código). El formación como aprendiz ignora sin remordimientos esa orden cuando hace error, porque las teorías, en la destreza, suelen ser menos fiables que la destreza tácita que desarrollas trabajando.

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Aprendices

Objeciones razonables… y cómo responderlas

  • "¿Entonces la teoría no importa?". Importa, pero a posteriori: llega con más facilidad (y se disfruta más) sobre una cojín de experiencia, cuando ya tienes ejemplos concretos a los que atarla.
  • "¿No hay campos donde la teoría deba ir primero?". Sí: aspectos relacionados con la seguridad o la ética, por ejemplo, pueden exigir teoría previa (p. ej., farmacología antiguamente de prescribir). Young no defiende abolir la teoría, sino colocarla en su sitio: como capa que consolida y organiza lo ya practicado.
  • "¿No es elitista el golpe a maestros y ecosistemas expertos?" A veces puede serlo. Pero podemos entretener rasgos secreto de ese entorno con proyectos reales, comunidades, mentores informales y ciclos continuos de observación–destreza–feedback.

Diseña tu propia ruta como 'aprendiz flamante'

Young propone tres movimientos estratégicos para inyectar el espíritu de la pericia medieval en tu formación de hoy. Añado, debajo, tácticas prácticas y ejemplos para que lo ejecutes ya.

Empieza por un propósito concreto

Cuanto más específico el objetivo auténtico, mejor generalizarás a posteriori (paradójico, pero verdadero). Por ejemplo:

  • Programación: en vez de "cultivarse Python", construye una útil... un script que renombre automáticamente tus fotos, o un bot que resuma actas de reuniones.
  • Idiomas: define el círculo... sobrevivir viajando por Andalucía, ver anime en VO japonesa sin subtítulos, interpretar a Dumas en francés. Tu currículo nace del uso que persigues.

Deja que la teoría siga a la destreza

La teoría engancha cuando ya tocaste el problema. Young cuenta que disfrutó y asimiló la teoría de cursos del MIT tras primaveras de trastear con pequeños proyectos de software. Primero palpas, luego etiquetas y ordenas mentalmente lo que has gastado. ¿Qué significa esto? **Codifica antiguamente de estudiar estructuras de datos; toca canciones antiguamente de cultivarse acuerdo...

  • Sesión 1 (hacer): produce una posibilidad, imitando a un diestro si es posible.
  • Sesión 2 (mirar): observa a un profesional resolviendo lo mismo; compara renglón a renglón.
  • Sesión 3 (nombrar): ahora sí, averiguación la teoría que explica tus decisiones (o tus errores).

Un programador autodidacta nos da un consejo para aprender más rápido: evita tutoriales y Google, la verdad está en otra parte

Sumérgete en un ecosistema de destreza experta

Los ecosistemas —laboratorios, talleres, comunidades de destreza— aceleran el formación: abundan los modelos a imitar, el feedback fluye, y el listel del "buen trabajo" es visible. Pero, ¿cómo conseguirlo en 2–4 semanas?

  • Únete a un tesina con entregables públicos (p. ej., repositorios open source, asociaciones locales, colectivos artísticos).
  • Haz shadowing: pide permiso para observar 2–3 sesiones de trabajo de algún que admire tu objetivo.
  • Ritual de feedback: somete cada cuarto que hagas a una revisión de algún mejor que tú.

Un plan de 30 días para cultivarse "a lo medieval"

Semana 1 — Orientación a producto

  • Define tu encargo (producto final) y plásmalo en una concreción de una página.
  • Identifica a 3 expertos; analiza cómo trabajan (observación directa, vídeos, repositorios, piezas publicadas).
  • Crea el MVP (producto imperceptible viable): la traducción más tosca que ya hace poco útil.

Semana 2 — Imitación guiada

  • Repite tu MVP copiando deliberadamente el estilo/flujo de un diestro.
  • Documenta 10 decisiones: qué hiciste, qué hizo el diestro, qué cambiarás.

Semana 3 — Teoría a demanda

  • De cada obstáculo, extrae una pregunta teórica y estudia la mínima teoría necesaria para mejorar esa parte.
  • Reescribe tu cuarto con la teoría aplicada.

Semana 4 — Ecosistema, entrega y evaluación

  • Presenta tu trabajo a dos personas expertas para crítica.
  • Publica/entrega la cuarto (portafolio, demo, artículo, mini-concierto).
  • Redacta tus conclusiones a posteriori: lecciones, errores, próximos pasos.

Errores comunes cuando intentas "cultivarse haciendo"

  1. Pirámide fraude: empiezas con un tesina… pero te refugias dos semanas en teoría antiguamente de tocarlo. Contraveneno: limita la teoría a resolver el próximo interrupción concreto.
  2. Aislamiento: producir sin observar ni tomar feedback. Contraveneno: software revisiones periódicas con algún mejor.
  3. Averno del tutorial: consumir guías infinitas sin crear cero propio. Contraveneno: establece un producto conocido con data de entrega.
  4. Pretensión difusa: "cultivarse X" sin un uso. Contraveneno: vincula tu formación a casos reales (cliente, audiencia, círculo de uso).

Imagen | Marcos Merino mediante IA
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